"Samantha"Volví a la oficina apresurada, cuando llegué el caos estaba armado. Rápidamente Rick me explicó que habían secuestrado a Pedro.—¡Catarina te necesita! —Rick dijo—. Heitor ya viene en camino con las chicas y Taís también ya está viniendo.—Excelente, Rick. ¿Y qué más puedo hacer? —Pregunté.—Las cosas aquí van a estar caóticas. Cuida de Catarina y libera toda la agenda de presidencia. Resuelve el máximo de cosas posible para que Alessandro y Patricio se ocupen de esta situación. Si necesitas ayuda, háblame. —Rick orientó y me senté para trabajar—. No tuviste tiempo de almorzar, ¿verdad?—No, Rick, pero después pido algo y como por aquí.—Hagamos algo mejor, vamos a organizar un brunch aquí, para que esté disponible todo el tiempo, así nadie deja de comer. —Rick dijo y me pareció una excelente idea.—Eso es bueno. ¿Qué quieres que haga? —Pregunté.—Llama al buffet y pídeles que organicen todo para en máximo una hora. —Rick dijo y volvió a la oficina de Alessandro.Re
"Heitor"Ni podía creerlo. Era la primera vez en muchos días que tenía alguna señal de que Samantha me perdonaría. Cuando entré en ese ascensor y abrí la tarjeta quise salir de allí y besarla, pero la puerta ya se estaba cerrando.Samantha había escrito "hazme creer", no necesitaba más para tener esperanza y saber que todavía tenía oportunidad de reconquistarla. Solo había tres palabras allí, pero decían mucho más de lo que parecía.Fui a una reunión que no había podido posponer y volví a la empresa de Mellendez lo más rápido que pude, pero antes pasé por el centro comercial y compré algunas cosas.En la confitería, pedí a la dependienta que ayudara a armar la caja. Colocó los doce botones de rosas rojas y entre los tallos puso la botella de licor de marula y alrededor de la botella colocó varios bombones de fresa. Cerró la caja y pasó artísticamente un lazo de cinta roja. Fijé sobre la tapa la tarjeta que decía "Haré lo que pueda para mostrarte que puedo ser el hombre de tu vida".
"Samantha"Heitor me jaló dentro de aquella casa y no podía creer lo que mis ojos veían. Era una casa hermosa y enorme, pero lo que tomó por sorpresa a mis ojos fue lo que había dentro. No había muebles, pero había una infinidad de rosas rojas, luces en forma de velas y globos de corazón en el techo.En el centro de la sala había alfombras peludas en tonos claros y muchos cojines coloridos, en tonos vibrantes y tamaños variados, y una mesa con fresas, bombones y un vino en hielo. Heitor repitió el gesto que tuvo en una de nuestras mejores noches. Era exagerado, cliché y dramático, pero esta vez había llevado las cosas a un nivel muy alto.—¿De quién es esta casa? —Me volví hacia él, todavía impresionada con todo aquello.—Es nuestra casa. —Heitor se acercó.—Creo que no entendí. —Estaba completamente perpleja con lo que veía, tanto que mi cerebro parecía inerte.—Sami, compré esta casa hace unos cinco años, antes de que murieran los padres de Alessandro. Mis amigos vivían aquí y
Llegué a casa completamente agotada después de un día interminable. Entre la universidad y el trabajo, mis energías estaban por los suelos, pero, nada más entrar, vi que mis padres me esperaban en la sala con una expresión seria.—Siéntate, Catarina. Necesitamos hablar —dijo mi padre, visiblemente nervioso.—¿Qué pasa, papá? —pregunté con desgano. Lo único que deseaba en ese momento era darme una ducha y desplomarme en la cama. Sin embargo, sabía que algo importante estaba por suceder.—Llegó la invitación de la boda de tu prima —soltó mi madre, sin más preámbulos.—¡Esa no es mi prima! —respondí, alterada.—Catarina, te guste o no, ella es tu prima —insistió mi madre con firmeza—. Es hora de que dejes esa actitud infantil. Melissa ya armó un escándalo aquí en casa. ¡Ya es suficiente! Es la hija de mi hermana, por lo tanto, es tu prima.—Discúlpame, mamá, pero para mí ella ya no significa nada —repuse, intentando mantener la calma—. Se acostó con mi novio en mi propia cama. ¡Eso
Pero no hubo escapatoria. Meli me arrastró literalmente a la fiesta, en donde, nada más entrar, me llevó directo a la barra y me susurró con complicidad:—Esta noche es barra libre, ¡vas a ahogar todas tus penas de una buena vez! —exclamó, mientras me entregaba dos shots de tequila y sostenía otros dos en su mano—. ¡Vamos a darle con todo! Nos bebimos los tequilas de un solo trago, y Fernando ya nos estaba sirviendo sendos Cosmopolitan. Un momento después, Meli me jaló a la pista de baile y para mi sorpresa, empecé a disfrutar. Cuando sonó una música más lenta, Nando y Meli se abrazaron para bailar y yo aproveché el momento para escabullirme hacia el buffet. Sin embargo, nunca llegué.Una mano me jaló suavemente, y, al voltear, me encontré con un hombre con una máscara negra que me sonreía de una manera completamente irresistible. Besó mi mano con un gesto galante y me atrajo hacia él susurrando con una voz ronca que me erizó la piel:—La mujer más hermosa del salón no me puede
El lunes, durante el almuerzo, Meli me entregó una pequeña bolsa de una tienda de lujo, la cual miré con desconcierto.—Mi mamá me pidió que te lo diera —me dijo con una sonrisa radiante—. Dice que te queda perfecto y que a ella ya no le va.Al abrir la bolsa, encontré el perfume que había usado la noche del baile y no pude evitar sonreír. Había adorado ese aroma y ahora era un recuerdo de la mejor noche de mi vida. Sin embargo, un pensamiento me cruzó por la mente: esperaba que esa noche inolvidable no me hubiera dejado como «regalo» alguna enfermedad venérea.Con esa idea en la cabeza, le agradecí a Meli y le comenté que más tarde llamaría a su madre para agradecerle, pero primero necesitaba contactar un laboratorio para hacerme unos análisis.Cuando llamé, me informaron que requería una orden médica para el seguro me cubriera los exámenes. Gracias a Dios la empresa nos proporcionaba cobertura médica a todos los empleados; de lo contrario, no sabría qué hacer. Mi sueldo era basta
El día de mi graduación, Pedro ya tenía dos años. Era un niño hermoso que caminaba por todos lados, siempre pegado a su abuelo. De hecho, «abuelo» fue su primera palabrita. Con su cabello negro bien lacio, piel clara, una naricita respingada y unos enormes ojos azul violeta que me hacían suspirar, era literalmente mi sol. Y ahora tendría más tiempo para dedicarme a él.Después de la ceremonia de graduación, mi jefe me llamó para tener una conversación. Era un jefe extraordinario que me había demostrado verdadero aprecio. En la reunión, él me explicó que estaba muy satisfecho con mi trabajo en la constructora, pero sabía que yo merecía mucho más, por lo que me aconsejó buscar trabajo en mi área profesional para asegurar un mejor futuro para mi hijo. Así también me garantizó que mi puesto seguiría disponible si las cosas no resultaban como esperaba, lo cual me dio total tranquilidad, y, emocionada, acepté su consejo.Cuando le conté a Meli, inmediatamente, se ofreció a ayudarme. Habló
A la mañana, siguiente, llegué a la empresa, puntual, a las ocho de la mañana. La señora Mariana me recibió con una cálida bienvenida y se encargó de presentarme a todo el equipo. Todos fueron extremadamente amables conmigo, aunque el jefe aún no estaba en la oficina, ya que se encontraba de viaje y regresaría hasta el fin de semana.La oficina era impresionante. Un diseño moderno que combinaba perfectamente el blanco, con el acero inoxidable y los detalles en verde. Lograba ser profesional y acogedora a la vez, con un toque de elegancia que me cautivó por completo. Y me sentí particularmente satisfecha por mi elección de vestuario: un traje negro impecable, con una blusa de satén verde oscuro y unos tacones negros que complementaban el conjunto a la perfección. Consciente de que ahora trabajaría directamente con el presidente de la empresa, sabía que debería mantener ese nivel de elegancia todos los días.A media mañana, recibí un mensaje de Meli, en el que me informaba que había