Miraba a todos en aquella sala sin entender nada. Estaban además de mí y mi jefe Sr. Mauricio, Melissa y el Sr. Martínez, Alessandro, Patricio, Rick, Mari y Alencar.¿Qué era esto? Miré a Meli y ella se encogió de hombros, estaba tan confundida como yo. El Sr. Martínez jaló la silla indicándome que me sentara al lado de Alessandro. ¿Estaba bromeando?Ya me estaba imaginando que aquello no era más que otra trampa de Alessandro para conseguir hablar conmigo. Claro que él no compraría el sistema. Pero sería profesional y haría mi mejor esfuerzo ahí, al menos mi jefe podría evaluar mi desempeño.—Catarina, por favor, sé que eres una excelente profesional y puedes manejar esto —Heitor habló como si hubiera leído mi mente—. Pedí tu presencia porque trabajaste en el Grupo Mellendez y estás familiarizada con el problema que enfrentan ahora.—Claro, señor. En lo que pueda ayudar —Me senté y actué profesionalmente.El Sr. Mauricio comenzó la presentación del software y yo iba agregando deta
Cuando miré alrededor, la sala estaba casi vacía, solo Alessandro seguía sentado en el mismo lugar. Estaba sola con él otra vez.Fui hasta donde estaba sentada para recoger mis cosas y cuando me acerqué Alessandro me jaló a su regazo, me abrazó y suspirando en mi oído dijo:—No te imaginas cuánto te extraño.—Alessandro, por favor, no me hagas esto —le supliqué.—Por favor, Catarina, no nos hagas esto —me respondió y me besó.Invadió mi boca con su lengua, en un beso dulce, lento y tortuoso. Era tan bueno besarlo que por un momento me olvidé de todo y correspondí el beso. Me apretó un poco más contra su pecho haciéndome suspirar. Sentí el deseo creciendo en mí. Mi cuerpo reaccionaba a él de una forma imposible de controlar. No resistía ni el menor de sus toques.Me moví en su regazo y sentí su erección contra mis nalgas y mi cuerpo se encendió totalmente, sentí mi ropa interior humedeciéndose. Interrumpió brevemente el beso para susurrar en mis labios:—Mira cómo me vuelves loco
"Alessandro"Me quedé atónito sentado en aquella sala viendo a Catarina salir corriendo después de besarme como si no pudiera vivir sin mí. Me quedé confundido por un momento mirando aquella puerta.Solo cuando Patricio y Heitor entraron volví a razonar. Me besó, correspondió mi beso. Y conozco su cuerpo, vibra en mis brazos. Me desea tanto como yo la deseo. Sonreí con esa certeza y estaba aún más decidido a no desistir de ella.—Catarina salió como un rayo de aquí, Alessandro —Heitor comentó.—Me ama, está enojada, dolida, pero me ama —dije sonriendo.—Está bien, Romeo, pero ¿qué fue lo que pasó? —Patricio era muy curioso.—Nos besamos. Y qué beso. Estoy seguro de que me ama. Nunca voy a desistir de ella —Les dije a mis amigos.Durante el resto de la tarde intenté llamar a Catarina. Rechazó todas las llamadas, hasta que la última vez fue directo al buzón de voz. Ah, pero no se iba a librar de mí tan fácilmente.Salí de la oficina decidido a ir a su casa. Necesitábamos hablar.
"Alessandro"¡Qué resaca tan brutal! Odiaba quedar con resaca, por eso no bebía seguido y mucho menos la cantidad que bebí anoche con los muchachos. ¡Mierda! Mi cabeza está a punto de estallar.La noche anterior cada uno de nosotros tenía sus motivos para beber hasta perder el conocimiento. Así que nos juntamos y nos pusimos hasta atrás como universitarios en una fraternidad. Pero ahora quería morirme para no sentir ese dolor de cabeza.Patricio entró a mi oficina apoyándose en Mari. Ella lo sentó a mi lado en el sofá y la encargada de la cocina, doña Margarida, entró detrás con una bandeja. Nos sonrió y no pudo contenerse:—¡Vaya borrachera que se pusieron, jefes! Ya no están para estos trotes. —empezó a reírse de nuestro infierno—. Doña Mari, voy a traer los botes para cuando vomiten.Mari estalló en carcajadas. Patricio y yo nos miramos reconociendo que estábamos derrotados.—No la despido, doña Margarida, solo porque usted nos cuida y Mari ya se va —le dije, y vi cómo doña Ma
"Alessandro"Entré al salón buscando a Patricio, pero no lo encontraba, ni tampoco a Rick. ¡Mierda! ¡Todo daba vueltas! Necesitaba salir de ahí. Decidí ir a mi oficina y recostarme un rato.Empecé a atravesar el salón, saludando a algunas personas con un movimiento de cabeza. Sentí unos brazos alrededor de mi cintura y un perfume empalagosamente dulce. Cuando me di cuenta, Ana Carolina me arrastraba por el salón conversando con algunas personas. Pero estaba tan aturdido, tan borracho de nuevo, que ni siquiera podía librarme de ella.Me jaló fuera del salón y comenzó a besarme. Traté de impedirlo, pero ella no se despegaba y yo no tenía fuerza suficiente para empujarla. Llamó al elevador y me empujó dentro.—Ale, veo que estás borracho, vamos a tu oficina, descansas un poco, tomas agua y después volvemos —dijo con esa voz de cotorra detestable que tiene.—Ana Carolina, suéltame, voy a buscar a Patricio —dije con dificultad.—Mejor haz esto, ve a tu oficina y yo busco a Patricio y
—¡Buenos días, Cata hermosa! —Melissa entró a la cocina en pijama y muy entusiasmada—. ¿Pero el bebé más lindo del mundo ya está despierto? —dijo dándole un beso en la frente a mi hijo.—Yo me despeto tempano, madina —dijo Pedrito con esa energía que solo él tiene por las mañanas.—Buenos días, Cata. ¿Toda esa alegría es porque Nando llega hoy, verdad? —pregunté riéndome de mi amiga que bailaba por la cocina.—Ay, Cata, mi amor llega hoy y me muero de ganas de verlo —pestañeó más veces de lo necesario mientras se llevaba las manos al corazón.—Entonces vamos a desayunar, arreglarnos e ir a dejar listo su departamento para recibirlo —dije feliz por mi amiga.Después del desayuno fuimos caminando hasta el departamento que Nando había comprado, quedaba muy cerca del nuestro, lo cual era genial. Cata pasó la semana coordinando la entrega de los muebles y enseres, y quedamos en venir hoy a poner todo en su lugar y hacer una buena limpieza.Lygia se quedó con Pedro en nuestro departame
Samantha se acercó con una enorme sonrisa.—¿Cómo están? —preguntó muy amable—. Catarina, por favor, tienes que entrar a la tienda, ¡llegó un vestido que es simplemente perfecto para ti! ¡Por favor!—Ah, pues claro que vamos a entrar, ya me dio curiosidad —dijo Melissa jalándome hacia la tienda.La vendedora trajo el vestido en una funda. Era un vestido de noche, rojo brillante, corto, con tirantes, un escote en V y en la espalda un escote profundo hasta la base de la columna. Era sexy y quedé maravillada con ese vestido.—Al probador ahora, Catarina —ordenó Melissa.—Meli, ni siquiera salgo de noche, ¿dónde voy a usar un vestido así? —pregunté tratando de resistirme a ese vestido.—Nando llega hoy y le voy a decir que nos lleve a bailar la próxima semana. Ándale —Mi amiga estaba en modo mandona.—Ya que tienen planes, te voy a traer un vestido deslumbrante también, Melissa —dijo la vendedora entusiasmada y Melissa aplaudió.Entré al probador y me puse ese vestido diminuto, que
Pedro y yo estábamos jugando con los bloques de construcción que había recibido de Alessandro. Él se había encariñado mucho con ese juguete, pero ya estábamos listos esperando a Meli y Nando para ir a encontrarnos con Mariana en el restaurante.— Mamá, ¿Alessandro va a venir a jugar conmigo hoy, verdad? — preguntó mi hijo mientras apilaba dos bloques.— No, mi amor, hoy no. Hoy vamos a almorzar con la tía Mari porque ella se va a ir de viaje.Escuché abrirse la puerta y mis amigos entraron riendo. Pedro corrió hacia los brazos de Fernando. Conversamos un rato allí y luego fuimos a encontrarnos con Mari. En el camino, Nando y Pedro hacían planes de ir al centro comercial por la tarde.Llegamos al restaurante y nos condujeron a la mesa. Poco después, Mari apareció.— ¡Por fin conoceré al novio perfecto! — bromeó Mari mirando a Meli, quien sonreía como una tonta.— Ay, Mari, mi príncipe es realmente perfecto, fíjate — dijo Meli derritiéndose por su novio.Nos reímos mientras Nando