El sol está en todo su esplendor, sus rallos tocan las olas del mar, un clima agradable del atardecer y en las arenas blancas hay rastros de dos personas, un padre y un hijo.

- Hijo mío, recuerda esto: cuando llegue el día que yo no esté, cuidar a tu madre y tu hermana, no busques respuesta, vive lo mejor posible.

- Papá, mientras que estes de viaje, yo las cuidare, así que vuelve rápido- con una sonrisa tierna, sus manos pequeñas agarran de su padre, mirado por la orilla del mar.

- Mira papá, allá están mamá, vamos..- soltándose de su padre, voltea hacia su padre y ve un rastro de sangre.

- Papá… tus manos hay sangre, ¿papá? – con los ojos temblorosos.

- Hijos mío- se derrumba en la arena, el niño corre…su cuerpo cambiar a un adulto.

En la oscuridad de la habitación, el ambiente se siente una soledad que impregnar al único ser que está sufriendo sombré la cama, donde su cuerpo tiembla, su respiración agita, sus lágrimas recorren su rostro y en sus labios...una voz que recita una