— ¿P-Por qué tie…tienes mi camisa? —pregunté, con voz temblorosa.— ¿Qué paso? —cuestionó asustada—. Por qué estoy en esta cama y con tu… ¿Dónde esta mi ropa interior?Salí corriendo de aquel cuarto, no queriendo saber nada más, quería huir y enterrarme vivo. El dolor de cabeza había pasado en segundo plano y ahora el dolor en mi alma se llevaba todo el protagónico.Mi corazón latía tan rápidamente que pensé moriría. Estaba asustado y atónito. No creía y ni siquiera podía pensar en yo…Cuando llegué a mi cuarto fui directamente a la ducha. Abrí el grifo e intenté que el agua se llevara la suciedad, pero no podía…no podía llevarse una traición de corazón. No podía y nunca lo haría.Llevé mis manos a mi rostro mientras negaba una y otra vez desesperado al no poder recordar. Intentaba hacerlo, pero nada. No recordaba absolutamente nada.Restregué con rabia y mucho dolor la esponja por todo mi cuerpo, mi piel estaba completamente roja y ardía, intentaba algo inútil…no podía limpiar ni mi
—Tenías razón, el avión en el que supuestamente viajábamos fue atacado. ¿Cómo supiste que eso sucedería? —preguntó Cipriano. Di un suspiro largo mientras veía los edificios por la ventada del automóvil. Ya habíamos llegado a El Cairo y era mi primera vez aquí. Era muy bonito todo. —Fiorella —respondí simple—. Supo que pensaba venir aquí y esto solo confirma lo que ya sabía. Trabaja con Abdul desde hace mucho tiempo —empuñé mis manos, tratando de controlar la ira que tenía—. Ten las fotos listas para enviarlas a Abdul, sabrá que con Liam Licciardi no se juega. — ¿Y si quiere matarte aun? —inquirió.—No lo hará, no volverá a cometer el mismo error dos veces. Las vidas de sus hijos están en mis manos. Si algo me llegara a pasar aquí, ellos morirían... son lo único que les queda. Nadie dijo nada más en el resto del viaje. Quería permanecer en silencio y disfrutar de las vistas. No nos quedaríamos ni siquiera un día en este lugar, iríamos directamente al lugar de la fotografía y pregun
—¡Estamos aquí Denali! —grité—. Saca los documentos. Estaba tenso, estaba cargando con tanto últimamente, que temía explotar mi ira con un inocente. — ¿Dónde estabas? —quiso saber. Tenia una sonrisa de oreja a oreja. La victoria iluminaba su rostro—. ¿Quién es este señor? —Es el juez que nos casará —expliqué, agarrando el documento y firmándolo—. Ahora firma Denali. — ¿Q-Qué? no entiendo —Miró sucesivamente al juez y a mi varias veces. Su pequeño cerebro aun no procesaba la información—. ¿Nos casaremos así?, ¿los preparativos?, ¿la boda?, ¿la celebración?, ¿nuestras familias? —Firma Denali —mascullé, agarrando su mano y poniendo el lapicero en ella—. Tienes treinta segundos para firmar. Asintió rápidamente y así lo hizo. —Celebraremos nuet… —alcé mi mano, no queriendo escucharla más. —El testigo será él mismo —señalé al hombre—. Ahora eres mi esposa Denali, para mañana quiero que mi apellido quede limpio —estreché la mano con el juez, despidiéndome. En cuanto estuve de vuelta
— ¿Q-Que ha pasado, Luciano? —pregunté con miedo. Toda mi familia estaba en la sala de espera. Era obvio que algo malo había pasado. —Primero te tienes que tranquilizar, ¿está bien? —Me mareé al escucharlo, me ayudó a sostenerme de inmediato—. Joder, ven siéntate y cálmate. — ¿Qué mierdas paso? —volví a preguntar, apreté su brazo y hablé—. Estaré bien, ahora dime porque Cipriano me llamó tan alterado. Vi la duda en su mirada, pero al final habló, dejándome helado en mi sitio. —Leah y Leandra tuvieron un accidente, Leandra solo tiene contusiones…estará bien, pero Leah llevó la peor parte…está en la sala de cirugía. Mi garganta se cerró por completo, impidiendo cualquier paso de oxígeno a mis pulmones. Me levanté de inmediato para atravesar esas grandes puertas que separaban la sala de espera con el área de cirugías. —Siéntate Liam, no podrás pasar —dijo, agarrando mi brazo y deteniéndome. —Leandra está bien, lo cual me alegra y da felicidad —aclaré, soltándome de su agarré—. Pe
— ¿Qué hacen aquí los dos? —cuestionó Aryam, parecía totalmente fastidiado por nuestra presencia. Sonreí, agarrando a Denali por la cintura. Apenas llegamos, Aysel fue hasta el hotel donde nos quedaríamos y Denali y yo fuimos hasta su hogar. No podía esperar. —Denali los extrañaba tanto, que me pidió traerla —la miré, aun sonriendo y agregué—. No podría negarle nada a mi esposa.Nos guio hasta la sala de estar, en el camino miré todo cuidadosamente. Mi corazón latía tan fuerte desde que había llegado por primera vez a este país, que ahora sentía que en cualquier momento tendría un infarto, mi pulso estaba disparado. Solo de pensar que mi amada había crecido aquí, que estas paredes la habían visto crecer, reír, llorar y escapar, apretaba mi estómago y unas terribles ganas de llorar me embargaban. Quería ir a su habitación. —Avísale a la señora que tenemos visitas inesperadas de Italia, que baje cuanto antes —ordenó a una de las chicas de servicio—. Siéntense. Negué, pero le hice s
— ¡Aléjate de mi hija! —dijeron. Me sorprendí y volteé levantándome aun con la niña aferrada a mi cuello. —Lo siento —dije, bajándola de mis brazos—. Buscaba algo y ella me ayudó, no le iba hacer absolutamente nada a su hija. Lo menos que quería en este momento eran problemas.Solo quería entrar al cuarto de Dalila, ¿era mucho problema? —No es mi mamá —agarró mi mano y sonrió—. Mi mamá se fue con papá, pronto vendrán por mí. Explicó y asentí. La chica sonrió incómodamente y suspiró.—Soy quien la cuida y está prohibido que alguien que no sea su familia este con ella —explicó, terminando de acercarse a nosotros—. Vamos, tengo que prepararte, pronto vendrán tus padres. —Soy familia —dije rápidamente—. La hija menor de Aryam, Dalila, ella es mi esposa. Su ceño inmediatamente se frunció, al igual que el de la niña. Estaba por hablar, pero se calló cuando la madre de Dalila hizo acto de presencia. —Al parecer te perdiste, por favor baja —señaló las escaleras—. Te estamos esperando
Días después. —No te enojes.— ¡¿Cómo carajos no quieres que me enoje?! —Grité, no aguantando más—. Un día mas y esos malditos aún siguen vivos, ¿enserio quieres que este bien? ¡No sé porque malditamente mandé a su hijo al hospital! ¡Debí dejar que muriera! ¡Si muere uno así saldrá de su escondite! — ¡No lo harás! —gritó Cipriano, era la primera vez que me gritaba—. ¿Cómo puedes seguir pensando en matar a esos niños?, por dios no tienen la culpa, solo es que los veas y cambiaras de parecer. — ¡Es exactamente por eso! ¡Si los llegara a ver, te juro que lo mataría ahí mismo! ¡Debo controlarme!—No te reconozco —confesó. —Yo tampoco —sonreí amargamente—. Solo quiero que este fuego en mi pecho se calme, solo quiero empezar de nuevo o morir, no se la verdad…pero deben morir. Caminé rápidamente, deteniéndome abruptamente en la entrada del hospital. ¿Enserio entraría? Estaba por devolverme, pero la conversación que había tenido por teléfono con Nicole llenó mi mente. FLASHBACK— ¿Suc
POV DALILA Cuatro años antesAbrí lentamente mis ojos mientras los adaptaba a la luz de aquella lámpara, cuando pude abrirlos por completo, miré y pude encontrar a mi madre durmiendo y al lado de ella dos cunas. Intenté llamarla, pero solo salían raros sonidos de mi boca, sentía mi lengua adormecida como el resto de mi cuerpo, no podía mover absolutamente nada. Miré mí alrededor, dándome cuenta que estaba en un cuarto…en mi cuarto.—M…Ma…Mam —intenté pronunciar, las palabras no salían, pero había sido lo suficiente para que despertara. — ¡OH ALÁ! —gritó bastante conmocionada, mientras se levantaba y venia hasta mi—. Despertaste mi niña, sabía que lo harías. Serias fuerte por tu familia. Rápidamente sacó su teléfono y empezó avisar que había despertado. Mi garganta picó, notando que estaba demasiado seca pedí agua. —Ag…Agua —susurré. Fue hasta la mesa de al lado y sirvió en un vaso un poco de agua. Cerré los ojos cuando pasaba por mi garganta, era la mejor sensación. — ¿Te acue