— ¿Dónde está? —pregunté en cuanto llegué a casa. Había llegado hace poco y lo único que quería era ver a mi hijo, pasar tiempo con él, abrazarlo, besarlo. ¿Se parecería mucho a su hermano?, ¿a Dalila?, ¿a mí? —Está en la sala —señaló Cipriano, yendo junto conmigo en un total silencio. Por su mirada sabía que tenía algo muy importante que decirme. Primero mi... Fruncí mi ceño al verlo. Me detuve en mi lugar tomándome el tiempo de detallarlo gracias a que se encontraba jugando con una de sus niñeras. Si era su gemelo o mellizo, deberían de parecerse…en algo. Su piel era como la de Dalila, pero no tenía rasgos de ella y mucho menos míos…—No es mi hijo —dije, terminando de analizarlo—. No es mi hijo.—Sí Liam, no es tu hijo…es de Abdul —volteé a mirarlo confundido. ¿Qué mierda? —. Dame un día, estoy investigando, pero él es una ventaja que no puedes desaprovechar. Abdul vendrá a nosotros por su misma cuenta. Volteé a míralo, teniendo la necesidad de acercarme, pero solo el pensar q
—Eres tú —dijo. Quedé pasmado ante lo que mis ojos veían, era…era ella, Dalila. Mi amor.Abrí lentamente mi boca queriendo decir algo, lo que sea, pero no había palabras y justo en ese momento, no podía pensar absolutamente nada sino en aquel día donde murió en mis brazos, donde se había llevado todo de mí, desde mis sueños, anhelos hasta la capacidad para mostrar amor…ella se había llevado todo. La había visto dar su último aliento. Lo había dado mientras nuestros labios permanecían en lo que pensaba seria nuestro último beso. Mi pecho dolió, dolió aún más que cuando lo hizo en aquella tarde donde perdía a mi todo. Sin poder contenerme mi vista se nublo por las lágrimas, quería morir justo en ese momento mientras sus ojos me veían. No me miraban con amor, no había ni un rastro de amor en ellos y me quemaba por dentro. “Cuando nuestras miradas conectaron, me sentí morir, sentía como mi alma se iba, como mi corazón se detenía y como un río de lágrimas brotaban de mí al ver como es
Un día después. En cuanto el auto se detuvo salí corriendo hacia la entrada, habíamos tenido problemas en el vuelo y recién ahora llegaba a casa. Estaba tan cansado mentalmente pensando en las posibles personas que podrían tener a mi hermana, eran más de 50 y la lista seguía subiendo. Leandra era mi niña, ella había hecho de mi proceso algo mas llevadero, estuvo conmigo en todo, fue y es mi felicidad, era un nervio que si tocaban explotaba. Todos mis demás problemas estaban en pausa, excepto la enfermedad de mi hijo quien era vigilado las 24 horas. Abrí la puerta y fui rápidamente donde escuchaba los gritos de mi madre, cuando entré toda la familia se encontraba reunida…incluida ella. —Mamá —la llamé, sintiendo mi alma rota al verla en ese estado—. No llores por favor.Se acercó hasta mi desesperada y me agarró fuertemente de los hombros. — ¿Dónde estabas? Tu hermana te necesitabas y no estabas —me recriminó entre dientes—. Eres el rey de esta mafia, nada puede pasar sin que tu l
—De que Fiorella Licciardi no es su verdadera madre biológica, en realidad solo era una joven pobre quien mi abuelo secuestró y convirtió en su mujer, no sin antes matar a sus dos únicos hijos…Esteban y Marco —confesé lo que sería el principio de la destrucción de mi abuela.Leandro y Lenard quedaron atónitos, sus ojos me demostraban cuan sorprendidos estaban, ambos voltearon a ver a Fiorella con sus ojos empañándose de lágrimas. —Mamma —dijeron al unísono.Ella se levantó con esfuerzo negando levemente mientras se acercaba a los dos y agarraba sus manos. —Ustedes estuvieron aquí —señaló su vientre—. Soy su madre, la que estuvo siempre a su lado, estuve cuando ambos tuvieron miedo y acabé con todo lo que les pudiera causar molestias. No soportaré mas esas miradas de confusión. Tienes que detener a tu hijo Leandro, no soportaré calumnias de este tipo. No quedó bien mentalmente desde la muerte de su esposa, ¡QUE LO ENCIERREN!Lenard me miró y supe que quería matarme en ese momento. —
No podía dejar de pensar en que posiblemente estuviera sufriendo, teniendo frio o pasando hambre, la mente me torturaba con los peores escenarios de mi hermana siendo golpeada o en el mayor de los casos brutalmente violada. Suspiré profundo y negué, a ella no la podrían tocar, las personas no serían tan suicidas como para hacerle eso a la hermana de alguien como yo. Ni una piedra se salvaría de yo revisar debajo de ella; la encontraría sana y salva. Leandra había sido entrenada, tal vez no como Luciana y Lía, pero sabía qué hacer en posibles situaciones donde su vida peligrara, sabia encontrar la manera de comunicarse, ella era inteligente, tendría que tener mis ojos puestos en todo el mundo para alcanzar a ver su señal, ella me daría una señal para rescatarla. —Claro que lo hará —abrí la puerta de casa, encontrándola sutilmente en silencio. Había pensado que al Dalila estar con sus hijos, habría algún ruido, pero no, estaba como siempre…fría y helada estas cuatro paredes. Subí r
— ¿Qué quieres decir con ello?—Tienes que cuidar tu corazón, son muchas cosas al mismo tiempo…debes de encontrar la calma —fruncí mi ceño, pensando por un momento si se había topado con Dalila en lo que había pasado el día—. Estuve planeando algo para la noche, en cuanto llegué supe lo de tu hermana, entendería si no quisiera ir. Parpadeé varias veces, incliné un poco mi rostro para verla.— ¿No estabas en casa? —negó—. ¿No te encontraste con alguien en el pasillo? — ¿Debería de encontrarme con alguien? —respondió.Sí, a Dalila mi esposa. —No —me levanté y fui hasta la puerta seguido de Aysel—. Debo ir con mi hijo. —Entiendo y espero que pronto se recupere —salimos del cuarto y nos detuvimos en el pasillo—. ¿te espero a las diez? Sería una cita —se acercó rápidamente dándome un beso—. Nuestra primera c...Sus palabras quedaron en el aire y su rostro se tornó pálido, la miré confundido y volteé a ver atrás de mí, donde estaba su mirada. Mierda. — ¿Acaso no me llevaras a ver a nu
— ¿Es-Esta aquí adentro? —me preguntó con voz temblorosa. —Sí. Vi como respiró profundo y abrió la puerta de la habitación de Eidan. Gimió de dolor al verlo y corrió hacia él quien se encontraba dormido, fue cuestión de segundos para que empezara a llorar. —M-Mi… —corrí hasta ella cuando vi como trastabillaba en su lugar, la agarré de los brazos. —Ven, siéntate —negó rápidamente. —Mi hijo…m-mi be…bebé —empezó a sollozar sin parar, su cuerpo temblaba sin control.La atraje hacia mis brazos, apretándola lo más que podía a mí. Necesitaba saber que no estaba sola, que el dolor era el mismo y que juntos ayudaríamos a nuestro hijo. —Se despertará y no querrás que te vea llorar —le susurré al oído—. Podemos salir y volver cuando ya te encuentres bien. —N-No, me quedaré —se separó de mi y empezó a limpiarse torpemente su rostro, lo cual era en vano pues más lagrimas seguían saliendo—. Ya pasamos mucho ti-tiempo alejados. Fue hasta él y se sentó en la cama, donde se quedó por más de d
Caminaba de un lado a otro nervioso, no podía quitarme esa imagen tan aterradora de Camila en el baño…estaba llena de sangre y lloraba desconsoladamente, era algo que tardaría en procesar. Verla en ese estado me había dado un miedo terrible, no quería que le pasara nada malo a ese bebé y menos a ella. La había envuelto en unas sabanas y cargado para traerla con tía Fran, quien se encontraba justo en este momento atendiéndola.¿Y si había perdido al bebé? —No pienses en eso —susurré. La puerta fue abierta y sentí como mi corazón se detenía de a poco. Su rostro estaba neutro y ya empezaba a imaginarme lo peor. —Tía —susurré—. ¿El bebé…está bien?Se cruzó de brazos y dio un largo suspiro. —Está bien, ambos están bien, pero tendrá que estar monitoreada las veinticuatro horas del día hasta que cumpla los siete meses, su útero es muy débil y con el menor golpe o fuerza podría tener un aborto. — ¿Qué quieres decir con todo esto? —pregunté asustado. —Va a estar en cama y en silla de ru