Un día después. En cuanto el auto se detuvo salí corriendo hacia la entrada, habíamos tenido problemas en el vuelo y recién ahora llegaba a casa. Estaba tan cansado mentalmente pensando en las posibles personas que podrían tener a mi hermana, eran más de 50 y la lista seguía subiendo. Leandra era mi niña, ella había hecho de mi proceso algo mas llevadero, estuvo conmigo en todo, fue y es mi felicidad, era un nervio que si tocaban explotaba. Todos mis demás problemas estaban en pausa, excepto la enfermedad de mi hijo quien era vigilado las 24 horas. Abrí la puerta y fui rápidamente donde escuchaba los gritos de mi madre, cuando entré toda la familia se encontraba reunida…incluida ella. —Mamá —la llamé, sintiendo mi alma rota al verla en ese estado—. No llores por favor.Se acercó hasta mi desesperada y me agarró fuertemente de los hombros. — ¿Dónde estabas? Tu hermana te necesitabas y no estabas —me recriminó entre dientes—. Eres el rey de esta mafia, nada puede pasar sin que tu l
—De que Fiorella Licciardi no es su verdadera madre biológica, en realidad solo era una joven pobre quien mi abuelo secuestró y convirtió en su mujer, no sin antes matar a sus dos únicos hijos…Esteban y Marco —confesé lo que sería el principio de la destrucción de mi abuela.Leandro y Lenard quedaron atónitos, sus ojos me demostraban cuan sorprendidos estaban, ambos voltearon a ver a Fiorella con sus ojos empañándose de lágrimas. —Mamma —dijeron al unísono.Ella se levantó con esfuerzo negando levemente mientras se acercaba a los dos y agarraba sus manos. —Ustedes estuvieron aquí —señaló su vientre—. Soy su madre, la que estuvo siempre a su lado, estuve cuando ambos tuvieron miedo y acabé con todo lo que les pudiera causar molestias. No soportaré mas esas miradas de confusión. Tienes que detener a tu hijo Leandro, no soportaré calumnias de este tipo. No quedó bien mentalmente desde la muerte de su esposa, ¡QUE LO ENCIERREN!Lenard me miró y supe que quería matarme en ese momento. —
No podía dejar de pensar en que posiblemente estuviera sufriendo, teniendo frio o pasando hambre, la mente me torturaba con los peores escenarios de mi hermana siendo golpeada o en el mayor de los casos brutalmente violada. Suspiré profundo y negué, a ella no la podrían tocar, las personas no serían tan suicidas como para hacerle eso a la hermana de alguien como yo. Ni una piedra se salvaría de yo revisar debajo de ella; la encontraría sana y salva. Leandra había sido entrenada, tal vez no como Luciana y Lía, pero sabía qué hacer en posibles situaciones donde su vida peligrara, sabia encontrar la manera de comunicarse, ella era inteligente, tendría que tener mis ojos puestos en todo el mundo para alcanzar a ver su señal, ella me daría una señal para rescatarla. —Claro que lo hará —abrí la puerta de casa, encontrándola sutilmente en silencio. Había pensado que al Dalila estar con sus hijos, habría algún ruido, pero no, estaba como siempre…fría y helada estas cuatro paredes. Subí r
— ¿Qué quieres decir con ello?—Tienes que cuidar tu corazón, son muchas cosas al mismo tiempo…debes de encontrar la calma —fruncí mi ceño, pensando por un momento si se había topado con Dalila en lo que había pasado el día—. Estuve planeando algo para la noche, en cuanto llegué supe lo de tu hermana, entendería si no quisiera ir. Parpadeé varias veces, incliné un poco mi rostro para verla.— ¿No estabas en casa? —negó—. ¿No te encontraste con alguien en el pasillo? — ¿Debería de encontrarme con alguien? —respondió.Sí, a Dalila mi esposa. —No —me levanté y fui hasta la puerta seguido de Aysel—. Debo ir con mi hijo. —Entiendo y espero que pronto se recupere —salimos del cuarto y nos detuvimos en el pasillo—. ¿te espero a las diez? Sería una cita —se acercó rápidamente dándome un beso—. Nuestra primera c...Sus palabras quedaron en el aire y su rostro se tornó pálido, la miré confundido y volteé a ver atrás de mí, donde estaba su mirada. Mierda. — ¿Acaso no me llevaras a ver a nu
— ¿Es-Esta aquí adentro? —me preguntó con voz temblorosa. —Sí. Vi como respiró profundo y abrió la puerta de la habitación de Eidan. Gimió de dolor al verlo y corrió hacia él quien se encontraba dormido, fue cuestión de segundos para que empezara a llorar. —M-Mi… —corrí hasta ella cuando vi como trastabillaba en su lugar, la agarré de los brazos. —Ven, siéntate —negó rápidamente. —Mi hijo…m-mi be…bebé —empezó a sollozar sin parar, su cuerpo temblaba sin control.La atraje hacia mis brazos, apretándola lo más que podía a mí. Necesitaba saber que no estaba sola, que el dolor era el mismo y que juntos ayudaríamos a nuestro hijo. —Se despertará y no querrás que te vea llorar —le susurré al oído—. Podemos salir y volver cuando ya te encuentres bien. —N-No, me quedaré —se separó de mi y empezó a limpiarse torpemente su rostro, lo cual era en vano pues más lagrimas seguían saliendo—. Ya pasamos mucho ti-tiempo alejados. Fue hasta él y se sentó en la cama, donde se quedó por más de d
Caminaba de un lado a otro nervioso, no podía quitarme esa imagen tan aterradora de Camila en el baño…estaba llena de sangre y lloraba desconsoladamente, era algo que tardaría en procesar. Verla en ese estado me había dado un miedo terrible, no quería que le pasara nada malo a ese bebé y menos a ella. La había envuelto en unas sabanas y cargado para traerla con tía Fran, quien se encontraba justo en este momento atendiéndola.¿Y si había perdido al bebé? —No pienses en eso —susurré. La puerta fue abierta y sentí como mi corazón se detenía de a poco. Su rostro estaba neutro y ya empezaba a imaginarme lo peor. —Tía —susurré—. ¿El bebé…está bien?Se cruzó de brazos y dio un largo suspiro. —Está bien, ambos están bien, pero tendrá que estar monitoreada las veinticuatro horas del día hasta que cumpla los siete meses, su útero es muy débil y con el menor golpe o fuerza podría tener un aborto. — ¿Qué quieres decir con todo esto? —pregunté asustado. —Va a estar en cama y en silla de ru
—Eso es todo por ahora, cuando salgan los exámenes los abriremos juntas, ¿está bien? Asentí a lo que dijo, aunque no quería dejar solo a mi bebé, era necesario si quería realizarme los exámenes. Me levanté de la silla al mismo tiempo que la puerta se abría y por ella entraba Liam. Mi corazón saltó al verlo, bajé mi mirada y respiré profundo. —Gracias, iré a ver a Eidan —pasé por su lado dispuesta a irme cuanto antes de aquel lugar, estar cerca de él me afectaba, no podía controlar mi cuerpo. Me agarró suavemente del brazo, deteniéndome. —Yo los dejaré un momento —dijo rápidamente Nicole, quise oponerme, pero simplemente no podía hablar al ver como me miraba, su mirada me atraía mucho mas de lo que me gustaría admitir. ¿Qué me pasaba con este hombre, Alá? —Te-Tengo que…que ir a… —cerré mis ojos, sintiendo como mi rostro se calentaba, no podía hablar correctamente—. Eidan.—Eleonor y Zaid te necesitan —abrí mis ojos, viéndolo nuevamente. Tenia una sonrisa en su rostro—. Alguien d
Mi corazón se detuvo y me sentí desfallecer al escucharla decir aquella frase que me había roto por completo, pero que esta vez había reconstruido lo que años atrás había dado por perdido. Quería hacer tantas cosas, que solo me quede estático en mi lugar. Mi ser gritaba eufórico, pero yo solo estaba ahí, quieto como una estatua, pero llorando como nunca antes. —Dime que recuerdas, que me recuerdas o juro que moriré —susurré. Su mirada cambió completamente y fue mucho para mí, cerré mis ojos y un tembloroso suspiro salió, cuando los abrí de nuevo, seguía ahí, no se había ido y por un momento pensé que estaba imaginándolo. Su mirada había vuelto, podía ver nuevamente el amor en ellos. —No recuerdo todo, tengo lagunas, pero —se detuvo, acercándose con nerviosísimo—. Te recuerdo…a ti, amándome y haciéndome sentir la mujer más feliz del mundo, espero sea suficiente hasta ahora. No respondí, no pude, mis ganas por besarla eran mayores. Agarré delicadamente su rostro entre mis manos y