Camino a casa

Lavé mi cara entre cachetadas furiosas conmigo misma. ¡Basta Emma!  Grité en mi mente y salí del baño como si estuviese renovada y decidida. Pero apenas vi el rostro sonriente de Marc, todo se fue a la mierda.

– ¿Te parece si pedimos pizza? –dijo. Y de pronto me pareció la cosa más adorable del mundo. Asentí feliz. 

–Amo la pizza. 

– ¿Quién no?

Y así fue nuestra tarde. Películas y pizza. ¿Qué mejor? 

Terminamos los dos acostados en su cama viendo la tele. En su pieza ordenada y claramente deportista. Tenía posters pegados en la pared de futbolistas famosos, y uno diferente

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