Saqué de mi mente al mecánico, después de todo, ese hombre está prohibido y vetado para mí. Me gustó de momento, llamó por completo mi atención y despertó en mí ese fuego que se encontraba hecho cenizas, pero todo lo que pueda imaginar con él quedará únicamente en mi mente, pues soy una mujer casada, así como él, que parece tener una vida hecha con otra mujer.
Me he dedicado de lleno a mi emprendimiento, siendo persistente para no dejar caer lo que tanto me ha costado construir. Aunque mi familia es adinerada y tienen múltiples empresas, decidí hacer mi tienda con el sudor de mi frente. Trabajé varios años siendo la secretaria de mi abuelo y la encargada de las finanzas en el partido político de mi padre, siempre me ha gustado trabajar y ser muy independiente pese a la posición de mis padres. Cada peso que invertí en mi tienda de joyerías y accesorios para damas y caballeros, lo ahorré con lo que ganaba en ambos trabajos.
Mi boutique es pequeña, todavía hace falta mucho para ser de renombre y tan grande como lo he soñado, pero con el esfuerzo y la dedicación que le he puesto día tras día, sé que lo podré lograr.
Di vuelta por enésima vez en la cama, sudorosa e irritada por no poder pegar el ojo. He pasado las últimas noches con desesperación, con una ansiedad que no me permite siquiera dormir en calma.
Ladeé la cabeza hacia Amir y suspiré profundamente. ¿Cómo puede dormir tan tranquilo mientras siento como si la cama estuviera repleta de pulgas? Entiendo que debe estar agotado después de tanto trajín en la campaña, pero no había tocado ni la cama cuando ya estaba dormido.
—¿Cuándo cambiaron las cosas? —le pregunté al silencio, recibiendo una respuesta clara y contundente.
Lo nuestro es como un bloque de hielo, tan frío que parece que no hay sol que lo caliente. En el medio de los dos hay una enorme brecha, aunque estemos tan cerca. No nos sirve de nada compartir vidas y cama, si todo el amor que había entre nosotros ya acabó.
Lo abracé por la espalda, apoyando mi mejilla en su piel y llevando mi mano por su estómago, acariciando sutilmente todo a mi paso. Quisiera poder sentir el calor de su cuerpo una vez más fundirse con el mío, pero incluso una leve caricia resulta simple y fría.
¿Dónde quedaron esas ganas que sentíamos antes? Recuerdo cuando la premura de tocarnos y besarnos nos hacía olvidar del mundo entero para perdernos en brazos del otro, cuando nos dejábamos llevar por la pasión y cometíamos pequeñas travesuras que mantenían viva la llama de nuestro amor. Ahora no hay nada de eso, su calor no es capaz de calentarme como en el pasado.
Sin embargo, seguí acariciando su piel, recordando cada momento que hemos vivido juntos. Lo amaba, así como él me amó a mí, pero el sentimiento simplemente se ha ido acabando con el paso del tiempo. No sé cuándo dejamos de sentirnos plenos y amados en brazos del otro, pues desde que la rutina nos consumió, todo lo bueno y bonito que vivimos antes quedó en un baúl.
¿Habrá solución para nosotros? ¿Todavía tendremos posibilidad de arreglar nuestro matrimonio y seguir amándonos así como lo prometimos una vez frente al altar de Dios? ¿Será que, muy en lo profundo de nuestro ser, todavía queda algo de amor y no lo hemos sabido cultivar? No creo que el sentimiento se haya extinguido por completo, supongo que no hemos encontrado el momento para nosotros.
Descendí mi mano por su estómago hasta sentir bajo mi tacto su semierecto pene. Ante mi toque, todo su cuerpo se estremeció, lo que hizo avivar ese fuego que otro hombre había despertado en mí.
Dejé un reguero de besos por su espalda y cuello, mientras movía mi mano al interior de su bóxer y sostenía en mi mano su hombría. Bastó un roce para que se despertara y apartara mi mano de mala gana, lo que me dejó desconcertada.
—¿Qué sucede contigo? —le pregunté, queriendo hablar sobre nosotros.
—Perdóname, estaba muy dormido y me asusté —se dio vuelta y me miró con fijeza, más no se acercó ni me acarició—. Estoy agotado, la campaña me tiene con pocas energías. Después te compenso, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —sonreí, restándole importancia—. Descansa.
Pellizcó mi nariz y, antes de que parpadeara, ya se había vuelto a dormir.
¿Acaso ya no le inspiro absolutamente nada, siquiera un mal.pensamiento? ¿Él estará pasando por lo mismo que yo, que ya no le encuentro ni ganas ni motivos a lo nuestro o se debe a las elecciones como dice?
Me quedé mirando el techo, pensando en todo y nada, queriendo acabar con este matrimonio definitivamente, pues ya no hay futuro alguno por el que debamos seguir luchando, pero un poco contrariada, porque llevamos varios años juntos y no es justo acabar de un momento para otro todas las promesas que nos hicimos delante de Dios.
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La noche fue desastrosa, no pude descansar ni un poco. No dejé de darle vueltas a mi matrimonio, de tratar de encontrar una solución que no fuese el divorcio. Es que ni siquiera Amir y yo hemos intentado luchar por lo nuestro, como para querer acabar todo lo que hemos construido por años.
—¡Oye! —lo llamé en cuanto lo vi pasar por la cocina, apurado y con el teléfono en mano.
—¿Sí? —se detuvo, guardando el teléfono en el bolsillo de su pantalón—. Llevo un poco de prisa, Bri. Dime lo que me tengas que decir ahora o envíame un mensaje si ya lo olvidaste.
—Eres irritante cuando estás bajo tanta presión —viré los ojos—. Te invito esta noche a cenar, en el mismo restaurante de siempre y en el mismo reservado donde hemos tenido tantos momentos divertidos —insinué y sonrió de costado, negando con la cabeza—. No vayas a dejarme plantada, porque tenemos cosas importantes que hablar.
—No puedo esta noche, lo siento, mi amor. Debo viajar esta tarde, mañana tengo una entrevista a la cual no puedo faltar.
—Has hecho miles de entrevistas, por una que no hagas, no se acabará el mundo.
—Si mi sueño es ser un gobernante que da un buen ejemplo, no puedo faltar a una entrevista así sea de poca importancia y lo sabes. Tú conoces la política, Brianna.
Resoplé decepcionada, pero esa vocecita en mi cabeza me decía que no debía sorprenderme su respuesta. Una parte de mí sabía que se iba a negar, usando cualquier pretexto para no hablar conmigo.
—Cuando regrese hablamos de todo eso que dices que es importante, te lo prometo —salió como alma que lleva el diablo, sin decirme adiós ni dame un falso beso como despedida.
Mi día ha sido una completa mierda. Aparte de que no dormí ni un poco, mi esposo rechazó hasta mi intento de extinguir ese fuego que otro hombre revivió en mí, todo me ha salido mal en la tienda. Para más inri, no podré hablar con él sobre este matrimonio que ya no tiene ni pies ni cabeza, porque con una vaga excusa, volvió a evadirme. Mi día no puede ir peor, ¿o sí?Quiero creer que Amir es inteligente y él, al igual que yo, debe sentirse frustrado y contrariado con lo que estamos viviendo desde hace un tiempo, ¿o acaso soy la única que se dio cuenta que el amor murió entre nosotros?Anoche terminé de convencerme de que entre los dos no hay nada siquiera por lo que debamos luchar. Su rechazo me dolió, no voy a mentir, pero tampoco es como si me hubiese importado, después de todo, los deseos que siento en mi interior son a causa de otro y no porque él los provocara.Espero poder hablar con él, ya no quiero seguir en esta situación de vivir cada uno en nuestros mundos, pero sin dividir
Bajé del auto tan pronto llegamos a la casa de Anita y toqué el timbre, sintiéndome muy nerviosa al tener a Amaro demasiado cerca.—Sra. Brianna, qué sorpresa —dijo tan pronto abrió y se dio cuenta de que era yo—. ¿Hay algún problema en la tienda?—No, para nada —reí—. Tu auto ya quedó listo, así que lo trajimos.—No debió molestarse, ya suficiente hizo en llevarlo al taller. Me hubiera avisado y yo hubiese ido a recogerlo.—No me molesta en absoluto, no te preocupes —señalé al hombre a mi lado—. Él es Amaro, el mecánico que arregló tu auto.Ellos se presentaron y Amaro empezó a explicarle todo lo que había hecho, siendo efusivo y apasionado con su trabajo. Él cae bien al instante, es amable, respetuoso, divertido y bastante risueño. Los autos parecen apasionarle muchísimo, pues habla de ellos y los trata como si fuese un niño. Le dijo que hiciera el cambio de las llantas traseras y también le recomendó una mano de pintura, pues ya estaba empezando a pelarse la que tenía.Anita se veí
Hace mucho que no me divertía tanto como hoy. Pese a que comenzó siendo todo un caos, al final del día la luz brilló para mí.Amaro es un hombre descomplicado y bastante gracioso, que me ha hecho reír como nunca nadie lo ha hecho. Hablamos de varias cosas que teníamos en común y me sorprendieron en demasía, también de que Will es su sobrino y le ayuda desde hace un año en el taller, pues le apasionan los autos tanto como a él. Me dijo que, aunque no tenía hijos, adoraba a sus sobrinos con toda el alma.Nos tomamos tres tazas de café sin darnos cuenta, simplemente hablando de sus sobrinos y de lo mucho que los amaba, pues la hermosa pequeña que tenía de foto de perfil en su WhatsApp es la hermanita menor de Will. Me habló de Sara y de lo linda y arrasadora que es. La duda que tenía en la cabeza quedó resulta, pero todavía me hacía falta descubrir quién era la mujer del carro blanco con la que estaba discutiendo hoy.Las indirectas muy directas no hicieron falta, pues él parecía acercar
Entre el trabajo y mis responsabilidades, olvidé por completo que Amir existía. Ni él me llamaba y yo tampoco lo hacía y era hasta mejor, pues si no nos buscamos es porque no tenemos nada para decirnos.Mis días han sido tranquilos y divertidos. Amaro y yo hemos seguido hablando, pero lo hacemos muy poco. A veces nos escribimos para saber cómo estamos o qué tal va nuestro día, pero no son conversaciones largas o que toquen otros temas más profundos. Nos enviamos videos graciosos o imágenes para nada sugestivas. Pareciera que fuéramos amigos, pero en mi mente no puedo dejar de imaginarlo como algo más.Quizás estoy mal de la cabeza, pero es que mi corazón se agita de una manera incontrolable cada vez que me escribe para preguntarme cómo estoy.Mi teléfono sonó y me apresuré a responder la llamada, pensando que se trataba de Amaro, pero mi emoción se apagó cuando escuché la voz de Amir al otro lado.—Necesito que estés aquí mañana a primera hora. Hay una reunión y las parejas de los can
Cerré los ojos, tratando de sentir alguna buena sensación que me dijera que todavía existía algo entre nosotros, pero lo único que experimentaba era la incomodidad. Sus besos y sus caricias ya no tienen ningún poder en mí, no despiertan ni el más mínimo deseo en mi piel.—Detente, Amir —le pedí, sintiéndome muy incómoda.—¿Qué pasa?—No puedes venir como si nada y querer sexo. Además, todavía tenemos una conversación pendiente.—¿Vas a seguir con lo mismo? Vine desde tan lejos en son de paz, queriendo pasar un momento agradable con mi esposa. No quiero seguir discutiendo contigo —dejó una ligera mordida en mi cuello y suspiré cansada—. ¿No me extrañabas?—Tenemos que hablar.Me miró por unos segundos y resopló, haciéndose a un lado. Encendió la lamparita que había junto a la cama y empezó a quitarse la camisa en completo silencio. Se veía de mal humor.—¿Y qué es eso de lo que tenemos que hablar que no puede esperar un poco más? Quería estar contigo porque te extrañaba, pero no entien
Mi cabeza está hecha un lío. Por un lado, está mi sentir y la forma en que yo veo mi relación con Amir, pero con todo lo que me dijo, me puso a pensar en que podíamos intentarlo una vez más. ¿Por qué no darnos una segunda oportunidad, si somos marido y mujer? Sería muy egoísta de mi parte no darle la oportunidad de enmendar sus fallos, si yo tengo los míos y no estoy aceptándolos como él sí lo hizo.Aunque él buscó de todas las maneras habidas y por haber tener sexo conmigo, me sentía tan contrariada y frustrada, que no pude corresponder ni una sola de sus atenciones. Mi piel no se encendió, algo que me aclaró que soy yo la que dejó morir la llama del amor, porque sus deseos por mí siguen tan intactos como desde que lo conocí. Pero es que sus besos ya no causan nada en mí y no sé cómo decirle que ya no siento ningún tipo de deseo por él.Quiero intentarlo, aunque sea una vez para no ser la mala del cuento, pero es que Amir ya no me inspira a nada. Es que ni siquiera me siento protegid
Estaba estática, sorprendida, confundida, shockeada. No podía salir de mi asombro ni tampoco moverme de mi lugar. Vi a detalle y no por morbo, sino por el asombro, como Amir estaba siendo empalado con una fuerza brutal. Sus expresiones, su forma de pedir más, de morderse los labios, de gemir. Jamás lo había visto tan suelto a la hora del sexo.Sí llegué a pensar que él tenía una amante y que era muy feliz con ella, pero nunca se cruzó por mi mente que su asistente fuese quien lo llenara tanto. Ante mis ojos, Amir es un hombre completamente desconocido.La última estocada que Stiven dejó en Amir, vino acompañada de un tirón de cabello y un beso que le drenó toda la fuerza. Sus respiraciones se encontraban agitadas y entre ese beso tan intenso que se dieron, alcancé a oír varios murmullos que no comprendí.Debí irme, hacer ruido, interrumpirlos e incluso hacerle el reclamo a mi esposo, pero estaba tan sorprendida que no podía moverme ni gesticular palabra alguna. Pero lo más curioso de
Regresé a la casa que compartí con un hombre que hoy en día es un completo desconocido para mí, y no voy a mentir, a mi mente llegaron todos esos bonitos momentos que vivimos juntos y todos los sueños que hablamos en medio de besos y caricias, y la nostalgia me gobernó.Desde que conocí a Amir me enamoré perdidamente de él. Vivimos un amor loco e intenso por largos meses, antes de que me propusiera matrimonio. Quizás nos precipitamos en muchas cosas, pero fui feliz a su lado y vivimos al máximo hasta que el hastío hizo que todo acabara.Pienso en las veces que tuvimos relaciones íntimas y nunca vi ese gusto del que tanto me habló y me parece tan extraño. Él era intenso, apasionado y le gustaba la rudeza en la cama. Siempre fue buen amante, sabía dónde tocar y qué decir para que mi piel se encendiera en milésimas de segundos. Aunque no soy quién para juzgar sus gustos, me pareció tan extraño verlo tan entregado y completamente satisfecho a la merced de su asistente.Llamé al abogado de