Cerré los ojos, tratando de sentir alguna buena sensación que me dijera que todavía existía algo entre nosotros, pero lo único que experimentaba era la incomodidad. Sus besos y sus caricias ya no tienen ningún poder en mí, no despiertan ni el más mínimo deseo en mi piel.—Detente, Amir —le pedí, sintiéndome muy incómoda.—¿Qué pasa?—No puedes venir como si nada y querer sexo. Además, todavía tenemos una conversación pendiente.—¿Vas a seguir con lo mismo? Vine desde tan lejos en son de paz, queriendo pasar un momento agradable con mi esposa. No quiero seguir discutiendo contigo —dejó una ligera mordida en mi cuello y suspiré cansada—. ¿No me extrañabas?—Tenemos que hablar.Me miró por unos segundos y resopló, haciéndose a un lado. Encendió la lamparita que había junto a la cama y empezó a quitarse la camisa en completo silencio. Se veía de mal humor.—¿Y qué es eso de lo que tenemos que hablar que no puede esperar un poco más? Quería estar contigo porque te extrañaba, pero no entien
Mi cabeza está hecha un lío. Por un lado, está mi sentir y la forma en que yo veo mi relación con Amir, pero con todo lo que me dijo, me puso a pensar en que podíamos intentarlo una vez más. ¿Por qué no darnos una segunda oportunidad, si somos marido y mujer? Sería muy egoísta de mi parte no darle la oportunidad de enmendar sus fallos, si yo tengo los míos y no estoy aceptándolos como él sí lo hizo.Aunque él buscó de todas las maneras habidas y por haber tener sexo conmigo, me sentía tan contrariada y frustrada, que no pude corresponder ni una sola de sus atenciones. Mi piel no se encendió, algo que me aclaró que soy yo la que dejó morir la llama del amor, porque sus deseos por mí siguen tan intactos como desde que lo conocí. Pero es que sus besos ya no causan nada en mí y no sé cómo decirle que ya no siento ningún tipo de deseo por él.Quiero intentarlo, aunque sea una vez para no ser la mala del cuento, pero es que Amir ya no me inspira a nada. Es que ni siquiera me siento protegid
Estaba estática, sorprendida, confundida, shockeada. No podía salir de mi asombro ni tampoco moverme de mi lugar. Vi a detalle y no por morbo, sino por el asombro, como Amir estaba siendo empalado con una fuerza brutal. Sus expresiones, su forma de pedir más, de morderse los labios, de gemir. Jamás lo había visto tan suelto a la hora del sexo.Sí llegué a pensar que él tenía una amante y que era muy feliz con ella, pero nunca se cruzó por mi mente que su asistente fuese quien lo llenara tanto. Ante mis ojos, Amir es un hombre completamente desconocido.La última estocada que Stiven dejó en Amir, vino acompañada de un tirón de cabello y un beso que le drenó toda la fuerza. Sus respiraciones se encontraban agitadas y entre ese beso tan intenso que se dieron, alcancé a oír varios murmullos que no comprendí.Debí irme, hacer ruido, interrumpirlos e incluso hacerle el reclamo a mi esposo, pero estaba tan sorprendida que no podía moverme ni gesticular palabra alguna. Pero lo más curioso de
Regresé a la casa que compartí con un hombre que hoy en día es un completo desconocido para mí, y no voy a mentir, a mi mente llegaron todos esos bonitos momentos que vivimos juntos y todos los sueños que hablamos en medio de besos y caricias, y la nostalgia me gobernó.Desde que conocí a Amir me enamoré perdidamente de él. Vivimos un amor loco e intenso por largos meses, antes de que me propusiera matrimonio. Quizás nos precipitamos en muchas cosas, pero fui feliz a su lado y vivimos al máximo hasta que el hastío hizo que todo acabara.Pienso en las veces que tuvimos relaciones íntimas y nunca vi ese gusto del que tanto me habló y me parece tan extraño. Él era intenso, apasionado y le gustaba la rudeza en la cama. Siempre fue buen amante, sabía dónde tocar y qué decir para que mi piel se encendiera en milésimas de segundos. Aunque no soy quién para juzgar sus gustos, me pareció tan extraño verlo tan entregado y completamente satisfecho a la merced de su asistente.Llamé al abogado de
Le pedí a Anita que se hiciera cargo de la tienda antes de irme. No sabía a dónde ir, pero necesitaba tranquilidad o mi cabeza explotaría en cualquier instante.Vagué por las calles de la ciudad sin rumbo alguno, teniendo muchas cosas en desorden en mi mente. No sé qué está tramando Amir, poco a poco he empezado a desconfiar de él y de todo lo que hace y dice. No sé con qué fin vino a decirme todo eso Steven y tampoco sé lo que hay en esa cajita que traía en sus manos y dejó en mi poder. No sé si lo correcto es ayudarlo, después de todo, eso sería involucrarme de más en la política y es lo que menos quiero hacer.Miré la cajita de soslayo y suspiré. Tengo la curiosidad de saber lo que hay ahí dentro, pero una parte de mí me dice que es mejor no saciar esa curiosidad.Sin darme cuenta de nada, terminé frente al taller de Amaro. Los portones estaban abiertos de par en par y habían varios autos fuera del taller con el capó abierto. Él no se veía por ningún lado, pero sí alcanzaba a ver a
No sabía a dónde ir con exactitud, pues no esperaba que Amaro fuera a aceptar salir conmigo en plena jornada laboral, así que conduje por las calles de la ciudad hasta encontrar el primer bar nocturno que estuviese abierto. No tenía nada planeado, solo llegué a su taller y quise pasar un rato agradable con él. Amaro me hace olvidar del mundo y de cada uno de mis problemas.El sitio al que ingresamos se veía reservado y muy tranquilo. Había pocas personas disfrutando de un trago, una música suave y relajante y en compañía de sus amistades. Nos sentamos en una mesa lejana, donde teníamos bastante privacidad y no nos mezclábamos con el resto de las personas.Durante el recorrido en el auto hablamos muy poco, pero él no se veía molesto ni nada parecido. Todo lo contrario, bromeó un par de veces diciendo que era la segunda vez que tenía la dicha de montar en una belleza como lo era mi auto. El ambiente entre nosotros no se percibía cargado ni tenso, había esa misma conexión y química que h
—¿Tu esposo es Daurella, el político, ese que está lanzándose para gobernante? —inquirió, escarbando lo que había en la caja con un esfero que sacó del bolsillo de su camisa—. Su puta madre, ¿qué mierda es todo esto?—¿Qué cosa? —me acerqué a él, con la viva curiosidad de saber lo que había allí y le había causado tanta impresión.Pensé que ver en vivo y en directo a Amir ser empalado por otro hombre mientras pedía más en un hilillo de voz sería suficiente sorpresa para mi corazón, pero no estaba preparada para las fotos que había en el interior de la caja. Eran fotos de Amir y Steven, una más retorcida que la siguiente, en posiciones que jamás en mi vida hubiera podido imaginar que se podían realizar a la hora del sexo, desnudos y con implementos que daban a entender que les gustaba jugar a diferentes roles.Había una foto, entre tantas, que llamó mi entera atención. Era Amir, vestido de mujer, incluso tenía una peluca rubia muy larga y el rostro maquillado. Suponía que Steven estaba
***Cerré los ojos por breves segundos e, inconscientemente, acaricié mis labios, recordando la manera en que su boca encajó con la mía y todo lo que encendió un solo beso en mi ser. Si antes Amaro estaba en mis pensamientos la mayor parte del día, ahora no lo puedo sacar de mi cabeza. Aunque estaba muy ebria esa noche en la que nos acercamos un mundo, recuerdo a la perfección todo lo que nos dijimos, lo que sucedió y el respeto con el que me trató.Tenía tantas ganas de que consumiera todo ese fuego que latía y sigue latiendo en mi interior, pero debo admitir que ahora que estoy lúcida, que me haya respetado y frenado hace que me guste más.Pienso en sus labios, en lo suaves y dulces que son. Me recreo en ellos una y otra vez, siendo devorada de pies a cabeza hasta lo más profundo de mi corazón. El deseo y las ganas entre nosotros es tan palpable, pero lo único que hacemos es acrecentar ese fuego que sentimos el uno por el otro. No hay nada que nos frene, pero mantenemos la cuerda te