Nuevo plan

Bruno estaba en un bar del centro de la ciudad, sentado especialmente en un banco de la barra, donde tomaba una copa de Vodka, el cual ni siquiera le tomaba sabor. Quería perder la conciencia y no saber más de discusiones, por suerte el alcohol estaba surtiendo efecto y sonrió ante ello. Tomaria una ronda más para estar seguro de que eso pasará. Odiaba sentirse tan frustrado con Mía y que esto causará que le dijera cosas hirientes, cosas que no quería decirle. A pesar de todo la amaba o creía hacerlo, los cuatro años con ella lo demostraban. Aunque siempre que discutían terminaba hiriéndola. Dio un golpe en la barra atrayendo la mirada de todos.

—Te ves enojado. —Tara se acercó a él, sentándose en el asiento continuo. Conocía a su viejo amigo, además de que era muy explosivo en sus sentimientos—. ¿Problemas en el paraíso? —Sonrió burlesca y Bruno la miró de mala gana. Tara tenía un terrible humor negro con los sentimientos amorosos, ella creía que ese sentimiento era el peor que podrías tener.

Tara Orr era dueña del Bar, ella y Bruno se conocieron desde la Universidad, eran buenos amigos. Mas que buenos. La chica, aparte de tener varias propiedades como esas, su mayor ingreso venía de su trabajo como modelo. Tara poseía una figura envidiable, era alta con el cabello castaño, ojos grande color azul y era muy divertida, le gustaba salir de fiesta casi todos los días, fue por eso que decidió comprarse su propio club. En aquel tiempo le prometió a Bruno que cuando lo tuviera él sería el más beneficiado, ya que siempre que acudiera al sitio, los tragos irían por cuenta de la casa. Bruno se tomó muy enserió sus palabras y acudía muy seguido.

Bruno suspiro cansino y volvió a tomar de su copa. Estaba enojado y frustrado, y estuvo a punto de olvidarlo hasta que su amiga llegó a recordarle su desgracia.

—¿Te peleaste con Mía, de nuevo? —Fue más una afirmación. Tara alzo la mano para pedir un trago también.

—¿Soy tan obvio? —Bruno tomo fondo de su copa y la dejo con algo de ruido sobre la barra.

—El hecho de que siempre vengas aquí cuando peleas con ella, dice mucho, pero... ¿Puedo preguntar por qué? —Tara inclino su rostro sobre la palma de su mano, mirando expectante al castaño.

—No quiero ni recordarlo. —Bruno restregó su rostro con frustración. Recordando todo lo sucedido. —Solo puedo decir que yo soy culpable de todo y siempre la cago con ella.

—Debes cuidarla mucho. —Tara tomó de su copa—. Mía es un gran partido a demás de ser una mujer hermosa.

—¿Crees que no lo sé? —Bufo mirándola de soslayo—. Solamente hace falta ver como la miran los demás hombres. —dijo con fastidio—. Mi novia es hermosa y creo que la única que no se da cuenta es ella misma.

—¿Qué? —Tara no entendió a que se refería. Bruno negó.

—Olvídalo, ¿Si? —No quería hablar del tema. Orr entorno los ojos, odiaba cuando no le contaba el chisme con detalles.

—¿Por qué no traes a Mía al club? Podrían divertirse, pasar el rato y bueno, tal vez podría pasar otra cosa —dijo coqueta. Bruno torció el gesto, estaba dudoso, su novio no era la clase de personas que le llamara la atención este tipo de lugares, aunque sabía que si se lo pedía podría convencerla, arreglar todo y ser como antes.

—Trataré de convencerla, aunque no estoy seguro de que acepte. —Bruno se encogió de hombros.

No tenía idea de que Mía si aceptaría ir al club, y tampoco tenía idea de lo que se podría avecinar.

.

.

.

El ligero sonido de sus tacones sonaron cuando entró a la recepción del edificio, en seguida fue interceptada por su asistente, Clara, ella era una chica de baja estatura, casi siempre vestía de colores neutros u oscuros, con su cabello amarrado en un chongo y con sus lentes enormes que tapaban casi toda su cara. Mía le sonrió, esa sonrisa no era exactamente una de felicidad, más bien era por cortesía, esperaba que el maquillaje hubiera podido ocultar sus ojeras y sus ojos hinchados, no había podido dormir bien. Estaba triste, le había mandado mensajes a Bruno, disculpándose por lo sucedido, pero no había tenido respuesta alguna, aún debía de estar enojado con ella. Como fuera tenía que concentrarse en su trabajo.

—Hola Mía, tengo las citas para hoy, la supermodelo Madison quiere una con urgencia...

—¿La que se acaba de casar? —Dijo sin dejar de caminar hacia el ascensor—. Hola Gris. —Saludo a la chica de recepción. Se le daba bien aparentar que no pasaba nada, se mentalizó que ese día era como cualquier otro.

—Así es, dice que no le importa pagar el doble si con eso la atiendes primero que todas. —Alzo una ceja y miró a Clara. Eso sí, no se lo esperaba.

—¿Tengo citas reservadas hasta que fecha? —preguntó, tal vez podría recorrer algunos lugares para Madison.

—Está libre hasta dentro de tres meses. —Abrió sus ojos en demasía, eso era mucho trabajo.

—¿Le propusiste mandar a mi socia? Miranda es igual o más capaz que yo. —Salieron del asesor y siguió caminando hacia su oficina, al menos tenía claro algo. No tendría tiempo de llorar más.

—Solo la quiere a usted. —Resoplo al tomar asiento en su silla y prender su portátil, sería un día atareado.

—Bueno, déjame eso aquí. —Señaló su agenda—. Veré que puedo hacer.

—Está bien Mía, aquí tienes tú late descafeinado con leche de almendras, sin azúcar. —Clara señaló, él basó junto a ella.

—Gracias Clara. —Lo tomó, bebiendo de él, estaba delicioso como siempre.

Estaba a punto de ver algunas comprar que había realizado para el diseño de una casa cuando su celular empezó a sonar, Mía miró las notificaciones y no supo qué sentir cuando apareció un mensaje de Bruno, diciendo.

"Tenemos que hablar"

No quería que la idea de un rompimiento pasara por su cabeza, pero así lo hizo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo