¿Como imaginarias que empieza una historia de amor? Esa donde se enamoran a primera vista y luchan por su amor hasta que logran estar juntos. Déjame decepcionarte porque esta es todo menos una de esas historias, ya que para Mía Cohen el amor ya había tocado a su puerta. Ese clip al ver al hombre de sus sueños ya lo había experimentado hace tres años y fue cuando conoció a Bruno Dallas, su novio actual, el amor de su vida, pero realmente no sabía lo que el destino tenía preparada para ella. Pero hablemos de Mía, ella era una de las más reconocidas diseñadoras de interiores en la ciudad de Chicago, los más grandes empresarios, y gente adinerada solicitaban sus servicios para que decorara sus casas o edificios, sin contar a las celebridades que la recomendaban. Era una mujer exitosa en todos los sentidos, además de ser hermosa, con una figura que cautivaría a cualquiera. La vida para ella no había sido así de sencilla, la vida le había puesto varias trabas. Con apenas veinte años tuvo
Bruno no mintio cuando dijo que su jefe estaría encantado con la asociación de las dos empresas, Mía estaba emocionada y de verdad creía que a partir de ese momento todo sería mucho mejor. No solo en la parte laborar, sino también en lo amoroso. Tenía que admitir que había puesto los ojos en el atractivo chico de piel broceada.—Es un verdadero gusto hacer esta sociedad contigo. —Maylo era el dueño de Empire House, era un hombre de edad adulta con exquisito gusto por la moda, de ahí venía el afán de enlazar su compañía con la de Mía, pues tenía la idea que el buen gusto se tenía que apreciar desde todos lados.Mía firmó el contrato y entrelazo su mano con la de Maylo para simbolizar el acuerdo.—Estoy muy emocionada de trabajar con usted. —El hombre asintió dedicándole una sonrisa ancha.—Por favor Bruno, acompaña a nuestra socia a la salida. —Estaba encantado de hacerlo. Bruno miró a Mía con sus ojos gatunos y asintió complacido.Él y Mía no había tocado más el tema de la atracción q
Bruno parecía no comprender la gravedad de su enfermedad y siempre que podía la jusgaba sobre los problemas que tenia a causa de su antiguo sobre peso y mucho más cuando estos problemas dañaban la relación, pensaba siempre en que dramatizaba todo a su conveniencia, que así podía manipularlo fácilmente.Ese día estaban en su apartamento, habían llegado después de festejar su cuarto aniversario, se la habían pasado bien, entre comida Italiana, la preferida de su novia, pero ahora era el momento de ponerse más románticos, Bruno estaba de rodillas junto a la cama completamente desnudo, mirando a Mía suplicante.—Al menos inténtalo. ¿SI? —Bruno le mostró las esposas—. Será divertido.—No lo sé, no me gustan. —dijo mientras se tapaba con las sábanas blancas de la cama, se sentía insegura cuando Bruno quería hacer esa clase de cosas.—Oh por favor mi amor. —Bruno se paró del piso y se inclinó sobre su cuerpo para empezar a besar su cuello lechoso, sin olvidarse por completo de las esposas q
Bruno estaba en un bar del centro de la ciudad, sentado especialmente en un banco de la barra, donde tomaba una copa de Vodka, el cual ni siquiera le tomaba sabor. Quería perder la conciencia y no saber más de discusiones, por suerte el alcohol estaba surtiendo efecto y sonrió ante ello. Tomaria una ronda más para estar seguro de que eso pasará. Odiaba sentirse tan frustrado con Mía y que esto causará que le dijera cosas hirientes, cosas que no quería decirle. A pesar de todo la amaba o creía hacerlo, los cuatro años con ella lo demostraban. Aunque siempre que discutían terminaba hiriéndola. Dio un golpe en la barra atrayendo la mirada de todos.—Te ves enojado. —Tara se acercó a él, sentándose en el asiento continuo. Conocía a su viejo amigo, además de que era muy explosivo en sus sentimientos—. ¿Problemas en el paraíso? —Sonrió burlesca y Bruno la miró de mala gana. Tara tenía un terrible humor negro con los sentimientos amorosos, ella creía que ese sentimiento era el peor que podrí