Un golpe profundo en la puerta me despierta. Miro el reloj, son apenas las doce.—¿Quién es? —pregunto.—Ábreme —contesta Aiden.—¿Qué quieres Aiden?. Deja el drama.—Ábreme —vuelve a mandar.—No voy a abrir, así que márchate.—Keira, ya me conoces, no juegues con mi paciencia.—No Aiden, no juegues tú con la mía.Me voy a mi habitación, cierro hasta la puerta. No quiero escucharlo. Espero veinte minutos, en esos veinte minutos no logro dormir. Vuelvo a la sala, al parecer ya se ha marchado. Regreso a la habitación, dando vueltas de un lado para otro en la cama, me quedo dormida.Me levanta la alarma a las siete. Es extraño que Andrea no haya venido, si ella siempre ha sido la primera en felicitarme por mi cumpleaños.Después de mi rutina mañanera diaria, salgo para la empresa. Saludo a Flin, él me devuelve el saludo.Entro en la recepción y no veo a Dafne.Voy a la cafetería. Está bastante oscura. Camino un poco más adentro y...¡¡pum!! todo se enciende y los gritos deseándome feliz c
Llego en la mañana, recojo el café de Aiden y llamo a Flin para que me ayude a subir el elevador. Agradezco a Flin. Toco la puerta de Aiden. —Adelante. —Buenos días señor —coloco el café sobre la mesa. En resúmen de mi noche anterior, le pedí a Aiden que se marchara pues estaba cansada. La verdad es que como se estaba tornando la conversación no me gustaba para nada.—Buenos días Buckett —me saluda con una sonrisa. ¿Estará de buen humor?.—Señor se está llevando a cabo el inventario de las mercancías de las próximas entregas. —Si Buckett. Estaré en el almacén. Dile a todos que dentro de una hora hay una reunión. Sale de su oficina y yo hago lo mismo. Llevo más de dos semanas aquí y sigo siendo secretaria. El plan era solo dos semanas. Me acomodo en mi puesto. Me ocupo de planificar la reunión. Treinta minutos después regresa Aiden. —¿Cumpliste con lo que te pedí Buckett? —pregunta al pasar por mi lado. —Sí señor —afirmo.Llega una mujer, al estilo de un ángel de Victoria S
Salgo sin rumbo. Doy otro golpe en el timón del coche. Viene un carro, lo veo casi al frente, le doy vuelta al timón para no chocar, pero faltaba poco. Paro el coche y me bajo del auto.Camino para tomar un poco de aire. Miro el test de embarazo. Paso mis manos por la cabeza.Cómo pude hacerle esto joder. Ella es jóven, no tenía por qué tener un hijo sin desearlo. Como fui tan inconsciente de que las pastillas pueden fallar.Yo no estoy preparado para ser papá eso no estaba en mis planes. No seré buen padre. Ni siquiera fui bueno con ella y la quería, ¡joder!, me enamoré de ella. La he querido mucho antes y no me di cuenta o tal vez no quise aceptarlo. Pero ¡un hijo!, no estoy preparado para esto.Suena mi teléfono. Miro la pantalla es Liam. Cuelgo. Vuelve a llamarme y yo vuelvo a colgar. Vuelve a intentarlo. Apago el teléfono.Ahora mismo no quiero hablar con nadie.Subo al coche de nuevo. Voy a mi casa, necesito pensar.Miro cada lugar de la casa y me recuerda a ella.—Joder —tiro t
El ruido de la puerta principal me despierta.—Keira, levanta. No dejaré que te hundas en un mar de lágrimas —comenta mi amigo mientras retira la colcha con la que me tapaba hasta la cabeza.—Déjame dormir un poco más Enzo —cojo la otra almohada y la coloco sobre mi cabeza—. Solo un poco.—Vienes de visita a Nueva York y no piensas conocerla. —En otra ocasión será.—Anda Keira levántate ya —me quita la almohada y comienza a darme con ella. Algo que hacíamos en la prepa.—Enzo ya no eres un niño —el ignora lo que digo y sigue con su guerra de almohadas en mi cabeza. Me levanto como resorte de la cama y levanto las manos a modo de tregua—. Esta bien.—Apresúrate. Te espero a abajo —pero cuando va a salir de la habitación regresa—. ¡Ah! importante, ponte guapa —me señala una caja ridículamente grande.Yo le dedico mi peor mohín.Entro al baño y me doy una ducha. Cepillo mis dientes.Abro esa caja que había dejado Enzo sobre el sofá. Un vestido hermosísimo se encuentra en ella. Parece d
Me despierto temprano, ella está profundamente dormida. Joder, es tan perfecta, tan hermosa, es mi predilección. Observo por milésima vez su cuerpo, al que aún no logro mirar sin sentir que tengo el puto cielo en mis manos. No sé si tiene magia pero desde que la hice correrse en el elevador me he vuelto adicto a su cuerpo. La beso y ella hace una mueca de lo más graciosa, se acomoda bien y sigue durmiendo. El vuelo a San Francisco vendría siendo a las once. Me levanto de la cama y me doy una ducha. Posteriormente voy a la cocina y preparo mi especialidad y lo que mejor se hacer, pankekes. Acomodo el desayuno en una bandeja y se lo llevo a Keira. —Despierta dormilona —le beso el cuello. —¡Um! —expresa. Me mira y sonríe—. Buenos días amor. —Buenos días nena.—¿Esto es para mí? —pregunta sorprendida. —No sé —digo mientras tomo un pedazo de pankeke. Ella me quita los cubiertos y lo prueba. —Delicioso —comenta—. Eres tan bueno en esto como en la cama. —Lo sé —afirmo. —Amor, tengo
Desesperado camino de un lugar a otro esperando a Keira. Estoy que me cago de los nervios. —Hermano, ¿necesitas antes la luna de miel? —se burla Liam. —No sería mala idea —le contesto.—A lo mejor Keira rectificó y ya no quiere casarse —bromea Dylan. —Acaben de irse a esperarla —comento haciendome el molesto. —Vamos a salir —le dice Dylan a Liam—. Keira debe estar por llegar con Andrea. —Hijo, —me dice mi madre— estás guapísimo. —Mamá, estoy de los nervios —le digo y ella sonríe. —Es normal cariño, pero cálmate —me acaricia la cara. —Hermanito, —me abraza Gabriela emocionada— que hermoso. No te preocupes que ya está lista. La boda optamos por hacerla al fin en casa de mis padres. Mi madre y Katherine se han hecho muy buenas amigas, ellas junto con Andrea y Gabriela se han encargado de toda la decoración. Keira y yo hemos elegido entre las opciones que ellas nos mostraron. Todo está de blanco, Keira dejó claro que basta de tener tanto negro y gris en mi vida. Suena One Day de
Han pasado cuatro años, desde aquel momento en que juramos amarnos por la eternidad. No me he arrepentido ni un puto día de haberla elegido, si volviera a comenzar mi vida, intentaría tenerla conmigo mucho antes. A ella la elegiría mil veces más. Keira, la reina de mi reino me ha dado la gran bendición de ser el hombre más afortunado del mundo. En el transcurso de estos años Keira logró por su propio mérito y esfuerzo tener una pequeña compañía de logística, una compañía que no es tan grande como A.S Enterprises pero ha sido de gran relevancia en el nivel empresarial. Nos mudamos a una casa un poco más grande en Pacífic Heights, no es ostentosa, es grande pero sencilla, es nuestro hogar, cómodo y a nuestro gusto. Los padres de Keira ocuparon mi antiguo hogar aquí en Pacífic Heights, estarían más cerca de nosotros y de su ''idolatrada perdición''. Somos una familia bastante extensa. Mis padres por otra parte están muy felices, han entablado una bonita amistad con los padres de Keira
Sentado en el borde de la cama termino de ponerme los zapatos para marcharme.—Cariño, ¿no piensas quedarte esta noche? —me dice Megan cruzando la estancia que nos separa. Toma mi cara e intenta besarme con el fin de retenerme.—Acaso no fui lo suficientemente específico contigo cuando te mencioné que fuera del sexo no tienes ninguna posibilidad conmigo —le doy un último trago a mi whisky.—¿Me volverás a llamar? —pregunta desesperada agarrando la puerta.No le contesto. Para que prometer lo que no voy a cumplir.Miro el reloj son las once y media. Todavía es temprano, sería un desperdicio total irme a casa y no aprovechar la noche.Voy camino a Pura Club, el local que ha sido testigo de los mejores placeres que me he permitido estos últimos cinco años.—Supuse que te habían convencido de dormir abrazados toda la noche —se burla Liam.Liam, es uno de los dos cabrones que suelo llamar mejores amigos. Y, aunque la palabra afectuoso no está en nuestro diccionario, esos tipos son realment