Estoy sentada en la mesa con mis padres, cuando recibo una llamada.—¿Si?—Keira, soy Abby.—Abby —digo con asombro—. ¿Qué sucede?.—El señor Aiden me informó de una reunión en Nueva York, pensé que como tú me has ayudado en estos días, te gustaría ir conmigo.—No puedo Abby, lo siento, hace cuatro días operaron a mi padre. —Anda hija, ve —me interrumpe mi padre—. No ves que estoy bien. Ya lo complicado pasó.—No sé...—Ya escuchaste a tu padre. Ve y diviértete —me dice mi madre. —Está bien Abby.—Un chófer de la empresa pasará a recogerte, no necesitas llevar nada, solo lo que tienes puesto.—Muy bien Abby, nos vemos más tarde.Termino con el desayuno que había preparado mi mamá.—Nadie con más talento que tú en la cocina —la beso, ganándome una amplia sonrisa.Entro a mi habitación. Suerte que había ido a casa por más ropa. Me coloco el vestido y las sandalias de tacón que Amanda había elegido para mí. Tomo el bolso también comprado por ella. Cepillo mi cabello. Una última mirad
Me levanto en la mañana, Aiden no está. Era obvio. Voy al baño y me doy una ducha de media hora. Salgo del baño envuelta en un toalla y me paro frente al espejo a secar mi cabello. Voy a la maleta dispuesta a elegir algo cómodo. No sé quién pudo hacerla solo sé que pensó en mí. Aparte de vestidos, zapatos espectaculares y ropa interior de encaje, hay ropa deportiva y cómoda. Opto por un jeans blanco rasgado con un pulover corto y un par de zapatillas en negro. —Completo —digo frente al espejo. Cuando salgo de la habitación me encuentro con Aiden saliendo de la suya. —Cariño, —le digo irónica —tenías bastante prisa por salir de mi habitación. —No exactamente cariño —emplea mi tono— pero pensé que preferirías mantenernos como estábamos. —Para la próxima decide por tí, no por mí —expreso.Caminamos hacia el restaurante del hotel. —Buenos días —digo mientras me siento en la mesa con los chicos. Andrea está con gafas y eso solo significa que la cruda la está matando.—Andrea, ¿la
No quería hacerla sentir mal, pero es la única manera que tengo de alejarla de mí. Estamos saltando al vacío y yo en mi puta vida, me había arriesgado tanto. La siento tan cerca de mí que ya no logro estar separado de ella. A veces me dejo llevar por lo que siento en el momento pero otras veces me pongo a pensar y trato de hacer lo lógico, por eso la noche anterior no me quedé a dormir con ella, porque aunque no lo quiera estamos pareciendo una pareja y no lo somos. Ayer esa chica se me acercó y me dijo algo al oído que no hice caso, pero me dió la oportunidad perfecta para alejar un poco a Keira. Fue egoísta, infantil o el nombre que le quieran poner, pero si seguimos así al final va a sufrir aun más. No me acosté con ella, le inventé una escusa. Una cosa es alejar a Keira de mí y otra muy diferente es que me interese alguna otra chica. Camino hacia el restaurant del hotel, el vuelo sale a las 15 horas. Es temprano, aún los demás no habían bajado. Desayuno algo rápido y salgo a c
Un golpe profundo en la puerta me despierta. Miro el reloj, son apenas las doce.—¿Quién es? —pregunto.—Ábreme —contesta Aiden.—¿Qué quieres Aiden?. Deja el drama.—Ábreme —vuelve a mandar.—No voy a abrir, así que márchate.—Keira, ya me conoces, no juegues con mi paciencia.—No Aiden, no juegues tú con la mía.Me voy a mi habitación, cierro hasta la puerta. No quiero escucharlo. Espero veinte minutos, en esos veinte minutos no logro dormir. Vuelvo a la sala, al parecer ya se ha marchado. Regreso a la habitación, dando vueltas de un lado para otro en la cama, me quedo dormida.Me levanta la alarma a las siete. Es extraño que Andrea no haya venido, si ella siempre ha sido la primera en felicitarme por mi cumpleaños.Después de mi rutina mañanera diaria, salgo para la empresa. Saludo a Flin, él me devuelve el saludo.Entro en la recepción y no veo a Dafne.Voy a la cafetería. Está bastante oscura. Camino un poco más adentro y...¡¡pum!! todo se enciende y los gritos deseándome feliz c
Llego en la mañana, recojo el café de Aiden y llamo a Flin para que me ayude a subir el elevador. Agradezco a Flin. Toco la puerta de Aiden. —Adelante. —Buenos días señor —coloco el café sobre la mesa. En resúmen de mi noche anterior, le pedí a Aiden que se marchara pues estaba cansada. La verdad es que como se estaba tornando la conversación no me gustaba para nada.—Buenos días Buckett —me saluda con una sonrisa. ¿Estará de buen humor?.—Señor se está llevando a cabo el inventario de las mercancías de las próximas entregas. —Si Buckett. Estaré en el almacén. Dile a todos que dentro de una hora hay una reunión. Sale de su oficina y yo hago lo mismo. Llevo más de dos semanas aquí y sigo siendo secretaria. El plan era solo dos semanas. Me acomodo en mi puesto. Me ocupo de planificar la reunión. Treinta minutos después regresa Aiden. —¿Cumpliste con lo que te pedí Buckett? —pregunta al pasar por mi lado. —Sí señor —afirmo.Llega una mujer, al estilo de un ángel de Victoria S
Salgo sin rumbo. Doy otro golpe en el timón del coche. Viene un carro, lo veo casi al frente, le doy vuelta al timón para no chocar, pero faltaba poco. Paro el coche y me bajo del auto.Camino para tomar un poco de aire. Miro el test de embarazo. Paso mis manos por la cabeza.Cómo pude hacerle esto joder. Ella es jóven, no tenía por qué tener un hijo sin desearlo. Como fui tan inconsciente de que las pastillas pueden fallar.Yo no estoy preparado para ser papá eso no estaba en mis planes. No seré buen padre. Ni siquiera fui bueno con ella y la quería, ¡joder!, me enamoré de ella. La he querido mucho antes y no me di cuenta o tal vez no quise aceptarlo. Pero ¡un hijo!, no estoy preparado para esto.Suena mi teléfono. Miro la pantalla es Liam. Cuelgo. Vuelve a llamarme y yo vuelvo a colgar. Vuelve a intentarlo. Apago el teléfono.Ahora mismo no quiero hablar con nadie.Subo al coche de nuevo. Voy a mi casa, necesito pensar.Miro cada lugar de la casa y me recuerda a ella.—Joder —tiro t
El ruido de la puerta principal me despierta.—Keira, levanta. No dejaré que te hundas en un mar de lágrimas —comenta mi amigo mientras retira la colcha con la que me tapaba hasta la cabeza.—Déjame dormir un poco más Enzo —cojo la otra almohada y la coloco sobre mi cabeza—. Solo un poco.—Vienes de visita a Nueva York y no piensas conocerla. —En otra ocasión será.—Anda Keira levántate ya —me quita la almohada y comienza a darme con ella. Algo que hacíamos en la prepa.—Enzo ya no eres un niño —el ignora lo que digo y sigue con su guerra de almohadas en mi cabeza. Me levanto como resorte de la cama y levanto las manos a modo de tregua—. Esta bien.—Apresúrate. Te espero a abajo —pero cuando va a salir de la habitación regresa—. ¡Ah! importante, ponte guapa —me señala una caja ridículamente grande.Yo le dedico mi peor mohín.Entro al baño y me doy una ducha. Cepillo mis dientes.Abro esa caja que había dejado Enzo sobre el sofá. Un vestido hermosísimo se encuentra en ella. Parece d
Me despierto temprano, ella está profundamente dormida. Joder, es tan perfecta, tan hermosa, es mi predilección. Observo por milésima vez su cuerpo, al que aún no logro mirar sin sentir que tengo el puto cielo en mis manos. No sé si tiene magia pero desde que la hice correrse en el elevador me he vuelto adicto a su cuerpo. La beso y ella hace una mueca de lo más graciosa, se acomoda bien y sigue durmiendo. El vuelo a San Francisco vendría siendo a las once. Me levanto de la cama y me doy una ducha. Posteriormente voy a la cocina y preparo mi especialidad y lo que mejor se hacer, pankekes. Acomodo el desayuno en una bandeja y se lo llevo a Keira. —Despierta dormilona —le beso el cuello. —¡Um! —expresa. Me mira y sonríe—. Buenos días amor. —Buenos días nena.—¿Esto es para mí? —pregunta sorprendida. —No sé —digo mientras tomo un pedazo de pankeke. Ella me quita los cubiertos y lo prueba. —Delicioso —comenta—. Eres tan bueno en esto como en la cama. —Lo sé —afirmo. —Amor, tengo