Los cinco

“Verá mijita. Si usted quiere estar con mijo, debe de atenderle bien”.

Emilio, que hasta ese momento estaba concentrado en comerse cuanto bocadillo pudiese tomar de la mesa, levantó la cabeza al escuchar esas palabras. Para su pesar o fortuna, las mujeres y su amigo estaban cerca y podía escuchar cuanto cosa pudieran decir.

Yo le lavo la ropita, le preparo la comida, le cuido y le arreglo el cuarto. Yo le tengo bien a mi hijito y realmente me gustaría que usted también lo haga. Si va a ser así, entonces usted estese nomas con mi hijo. Eso nomas le puedo decir señorita”.

Después de escuchar esas palabras, Emilio casi abrió la boca, demasiado sorprendido. Esas palabras le resultaron absurdas, más tomando en cuenta que después de criarse solo con mujeres él nunca tomaría esa actitud frente a una y peor su madre incitaría esos

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