En medio de un claro en la selva, alejados por kilómetros de cualquier curioso, siete resplandores refulgieron, entremezclando sus colores en un mosaico brillante de colores letales.
Sacaron el metal con suavidad, apoyándose entre todos, sucios de pies a cabeza, resoplando y usando la nave de Efxil como grúa. Después de horas cavando por fin habían encontrado lo que tanto ansiaban, por lo que la expectación llenó el ambiente. El pálido sol de la mañana cubría sus cuerpos, los animales eran los únicos testigos mudos de la proeza de aquellos Daosledianos. La tierra se abría, herida, y gordos gusanos se retorcían, fuera de su ambiente. Tierra y vegetación removida les rodeaba, a esos siete resplandores y a la nave en la que habían llegado.
Cuando lograron colocarla en el suelo junto al agujero, Maerius contempló el metal como se conte
Esa mañana, el día no pudo amanecer más soleado. Las nubes blancas como algodón impoluto se perdían en un cielo que de tan azul se convertía en un mar infinito de aguas cristalinas, mientras los rayos dorados del sol atravesaban dorados la blancura y bañaban el mundo con su revitalizante calidez. ¿Qué más podían pedirle a la vida? ¿Qué más que un calor inusitado pero cómodo, una brisa fresca y un mundo por conocer? ¿Qué más que una compañía chévere, una sonrisa sincera y una pareja fiel?Mientras el sol hacía de las suyas, y la naturaleza le reafirmaba al ser humano que solo era una indiferente mota en medio de su enormidad, una pareja convertía al mundo en su propio entorno, en su hábitat natural, en su propio lugar para estar felices. Sus manos entrelazadas reflejaban su fuerte unión, sus corazones lat
Esa mañana, Julieta se levantó de mal humor.Saludó a su madre, comió el sencillo desayuno, se vistió y se miró al espejo esperando encontrar una sonrisa, pero no fue así. Se miró las facciones… y recordó que él le decía que tenía los “labios de durazno”. La primera vez que lo escuchó le pareció estúpido, pero ahora un ramalazo de ternura le llenó el pecho al recordarlo.Suspiró y terminó de alistarse. Salió de casa pensativa; se subió al bus con una expresión de pocos amigos. Miró por la ventana las calles y a las personas; nada fue capaz de cambiar su carácter. Aunque no era culpa, ni de su familia, ni de sus amigos ni del mundo, esa mañana, esa precisa mañana, se sentía molesta. ¿Por qué? Cabía preguntarse. ¿Por q
Porqué en la noche, negra, larga,Sigo pensando en ti,Porqué en el día, brillante, corto, vívido,Sigo y sigo pensando en ti.Será por tu sonrisa linda,O por esos profundos ojazos,Tal vez tu risa, bálsamo para mis oídos,O por como hablas conmigo, en esos ratos largos.Y así sigo pensando en ti,En cada rincón tu recuerdo está presente,Cada espacio, lleno de tu presencia femenina,Y enamorada, soñando, febril toda mi mente.Y en estos pensamientos, una única conclusión,Querer, desear, tú alma y tu ser,Para juntos caminar, de la mano solos tú y yo,Por esa senda, ese camino, que todos llaman noviazgo,Y yo solo le
No sé cómo comenzar, no sé qué decir,Ni si llorar, ni si reír,No sé cuánto cariño llevo dentro,Tampoco describir todo lo que siento.Pero no quiero hablar de mis dudas…Quiero escribir sobre mis certezas,No quiero que sientas miedo,Quiero me ames, con todas tus fuerzas.Sé que pasamos por mucho antes,Que vivimos, desvivimos, volvimos a vivir,Sé que la vida movió los hilos,Para poder estar, hoy junto a ti.Sé que ahora el presente es lo que importa,Sé que el futuro lo podemos construir,Sé que sentimos muchas cosas,Sé que te quiero, te amo, te adoro, hasta el fin.Sé que estamos juntos.Que tu nombre y el mío, riman con amor,Sé que contigo camino de la mano, que s
buscado largo tiempo. ¿Qué más se le podía pedir a la vida? Una buena compañía, una comida nada saludable pero deliciosa, un diálogo que trascendía la banalidad. Él tomó la mayonesa y la repartió en abundancia sobre las papas, ella tomó la salsa de tomate e hizo lo mismo. Ambos sonrieron al notar lo opuesto que resultaba.— ¿No te gusta la salsa? —Preguntó ella con voz divertida.—La que sirven aquí, no. Me gusta cuando es más espesa. Prefiero por el momento esta mayonesa, que esta medio buena. —Él la miró con ojos coquetos. Su expresión cambió cuando notó que se estaba dejando llevar demasiado.—Estás en el norte —afirmó ella—. Acá todo es bueno.—Lo dices porque no has probado las salchis del sur.—Dudo que sean mejores.—Pues te equivocas.— ¡Pues habría que verlo!Ambos se midieron con la mirada, él con sus ojos oscuros y ella con sus ojos de ch
Porqué al verte me río,Por esa viva y fugaz risa cristalina,Porque sonríes cuando te miró,Y haces que también sonría.Gracias por pelear conmigo,Por también hacerme enojar,Porque después me dejas buscarte,Mientras cada día te sueño más y más.Gracias por los infinitos suspiros,Por esos largos momentos compartidos,Porque aunque sean efímeros minutos,Sé que los pase, feliz de la vida, solo contigo.Gracias mi vida por el amor y por todo,Por los besos cálidos, por este infinito cariño,Gracias porque al estar a mi lado,Te aseguro que me siento… mucho más vivo.
— ¿¡No me dijiste huevón que habrían puras chicas!? —Gritó en medio del patio.Su amigo se encogió ante sus palabras. Mirándole confundido, se alejó algunos centímetros, cauteloso, analizando la situación.— ¿¡En qué chucha me viniste a meter?! ¡Gil! —Exclamó, aún más exaltado. Por fin, recobrando la compostura, Marco musitó algunas palabras tranquilizadoras. Un “aguanta chugcha”, bastó para quitarle casi todo el enojo. Al notar que estaba más calmado, por fin preguntó que sucedía.— ¡El curso pues tonto alegre! ¡El curso que me tocó!— ¿¡Qué le pasa al curso?! —Replicó su amigo, en el mismo tono.— ¡Que de los veinticuatro estudiantes, veinte son hombres!Marco le miró confundido, analizando sus palabras. Un segundo después, sonrió. Dos segundos después, comenzó a reír. Tres segundos después, sus carcajadas se escuchaban por todo el patio. — ¡No me digas qué…! —Habló, intentando co
Desde hace días estoy febril,Y mis ideas navegan en un mar extraño,Dejo que mi pecho se llene de pena y soledad,Dejo que mi corazón se haga más y más daño.El vaso de licor rodó por entre todos los presentes.Era un día viernes, de una semana fría, de un año extraño, de una vida única. Los muchachos que compartían las “puntas” reían y contaban historias de lo que fue y no pudo ser, de otros tiempos y otras personas, de lugares a los que fueron y a los que quisieran ir. La mayoría se conocía desde niños, cuando los borrachos les daban miedo, y continuaban siendo amigos ahora en la flor de la juventud, cuando los borrachos se convirtieron en ellos. Allí, en el