Cuando Estefanía se fue a bañar, luego de que pudiera compartir el resultado del examen, Marge salió con Rubén, con la disculpa de acompañarlo a estacionar bien el carro.
—¿Ahora me crees? —preguntó Javier cuando la puerta del apartamento se cerró.
—¿Qué hicieron durante esa media hora en mi habitación? —respondió Emily, recostada sobre el espaldar y con los brazos cruzados.
Javier suspiró y juntó las manos.
—Solo hablar —dijo—. Me preguntó quiénes eran mis padres, sobre mi hermano, cómo había sido de niño, si me había enamorado, cómo conseguí mi fortuna, solo eso, c
Al llegar al penthouse de Javier, disfrutaron de un almuerzo servido por su chef particular y hablaron sobre la posibilidad de que Dafne iniciara una guerra en las redes sociales, animada a desprestigiar no solo a su exnovio, sino a la nueva pareja, como ya lo había intentado hacer con la prueba de embarazo.—A mí Dafne incluso me da pena —dijo Rubén—. En el tiempo en que fuimos novios, descubrí que le hacen falta varios tornillos y, pese a que una chica muy inteligente, con el coeficiente intelectual de una genio, también es bastante temperamental, mitómana y hasta creería que tiene algo de sociópata.—Eso es muy grave, amor —dijo Marge, llevándose las manos a la boca—. Si combina inteligencia con locura, puede ser bastante destructiva.
El concurso lanzado por EmiCrusher, que premiaba el comentario más original de las fotografías que publicó sobre el sitio de su boda, sacudió las redes sociales y desbordó la capacidad de lectura de Marge y Emily, que no lograban atender la frecuencia con la que los seguidores y nuevos suscriptores subían sus impresiones sobre el lugar, una salón de baile con paredes doradas, de estilo versallesco, con capacidad para algo más de mil invitados. Debieron pedirle ayuda a Estefanía, y aún así estaban agobiadas.Desde luego, no todos los comentarios eran positivos y los había también bastante críticos y hasta malintencionados, que acusaban a EmiCrusher de ser una snob, reivindicante de las monarquías y despilfarradora, entre otros por el estilo. Algunos más lo que hacían era pedir aclarac
Era extraño que, pasadas las diez de la mañana, Javier no la hubiera llamado, o así lo consideraba Emily, que dudaba en si debía o no enviarle un mensaje por whatsapp, o llamarlo.—Quedamos en que me llamaría después de verse con la “chica fantasma” —dijo a Marge cuando, por nonagésima vez en la última hora, revisó su celular—. No entiendo qué pudo haber pasado.—De pronto tiene uno de esos días ocupados y no ha podido llamar —sugirió Marge, también extrañada—. Si quieres puedo hablar con Rubén, por si sabe algo.—Bueno, sí. Pregúntale si ha hablado con Javier, porque puede ser que se haya comunicado con él.
Con varias combinaciones de sushi y algo de sake, Rubén llegó al apartamento de las chicas. Emily lo recibió, más tranquila gracias al tratamiento mágico de su madre, además de hambrienta, así que, cuando Rubén destapó lo que traía, mejoró aún más el ánimo de la joven. Se sentaron los cuatro a almorzar y, antes de empezar a comer, ya estaban hablando sobre el tema que los había reunido, una vez más, en torno a un almuerzo. —Les voy a contar cómo conocimos a Dafne y por qué insisto en que es una chica maravillosa, solo que aquejada por una demencia que es capaz de controlarla y la obliga a hacer lo que creemos que hizo.Atenta a las redes sociales de Dafne, por si publicaba alguna pista de lo que había hecho con Javier, Estefanía escuchó la explicación de Rubén. —Yo fui el primero en fijarse en ella, en un bar, cuando atravesaba por una época de mi vida que puedo definir como gótica. Me encantaba pintarme las uñas de negro, escuchar My Chemical Romance y vestirme como si asistiera a
El pequeño apartamento se le hizo más grande de lo que era, mucho más de lo que recordaba. Las dimensiones de la habitación en la que estaba se extendían hasta casi alcanzar la línea del horizonte, a varios metros de distancia, curvadas como lo estuviera viendo a través de un cristal convexo. Desde una distancia indeterminada, escuchó que una mujer, de voz conocida, le hablaba y, a cada una de sus preguntas, él respondía lo mejor que podía, no pudiendo mentir pese a una alarma creciente que le advertía que debía hacerlo, pero le resultaba imposible. No supo con seguridad qué fue lo que respondió, solo que lo hizo de manera cordial, correcta y sin ocultar ninguna clase de información relevante o complementaria. Luego la voz dejó de hablarle y, al entreabrir de nuevo los ojos -que había cerrado para concentrarse en las respuestas-, la alcanzó a ver, alejándose por un pasillo que se prolongaba hasta el infinito y, aunque la mujer se alejaba, no parecía encogerse, sino que aumentaba su t
Después de colgar la llamada con Dafne, Rubén le advirtió a las chicas que su exnovia mentía.—Tenía el timbre de voz propio de cuando descubrí que estaba coqueteando con mi hermano. No sabe mentir, o, mejor dicho, cuando lo hace le chilla la voz y es un rasgo que ya le reconozco. —¿Pero qué fue lo que te dijo? —preguntó Emily.—¿Qué crees, Emi? —contestó Rubén— Que no sabe nada de mi hermano y que, por el contrario, también lo está buscando.—¡¿Para qué se supone que lo está buscando?! —quiso saber Emily, casi en histeria.—No te digo que es mentira, Emi. Que sé que lo debe tener en su apartamento.—Sí, pero te debió haber dicho para qué lo buscaba…—Emi, amiga, no importa, ¿no entiendes? Son buenas noticias, ya sabemos que Dafne lo tiene.—Sí, pero es que, snif… no me entienden, que yo solo quiero volver a ver a Javier…Marge abrazó a su amiga y, con un gesto, estuvo de acuerdo en que Estefanía y Rubén planearan la manera en que iban a ir a rescatar a Javier, mientras ella se encar
El plan era bueno, había que reconocerlo, muy al estilo de Estefanía, arriesgado, improvisado, sin refuerzos y sin una salida alternativa. Dependía por completo de que la información suministrada por Rubén fuera cierta, porque si no lo era, estaba llamado a fracasar. Con un suspiro, Emily se detuvo frente a la puerta del apartamento de Dafne que, para suerte de la supuesta novia celosa, no contaba con un celador que le hubiera restringido la entrada, o avisado a la residente sobre la llegada de la molesta visita para que tuviera tiempo de prepararse, o solo negarle la entrada.Llamó al timbre, de manera insistente, metida en un papel que había ejercido hacía solo unas semanas, cuando de verdad tenía en mente deshacer su compromiso, y todo rastro de matrimonio, con el hombre por el que ahora se arriesgaba de esa manera. —¡Abre, abre Javier, que sé que estás aquí, con esta cualquiera! —gritó Emily, atrayendo, al poco tiempo, la mirada curiosa de los vecinos que, después de que lo hizo
El rescate de Javier había enfurecido a Dafne, que estuvo a solo unas horas de concretar su plan de vida. Había sido, también, no solo burlada, de la manera más absurda, por una joven a la que aventajaba por más de diez años de edad, dedicada a ser influencer en redes sociales porque su coeficiente intelectual no debía ser muy aventajado, no contaba con una profesión y mucho menos estudios universitarios, sino humillada frente a las personas con quienes se debía encontrar a diario en los corredores, pasillos, escaleras, ascensores y demás áreas comunes que recorría, a diario, en el edificio en donde vivía. Ahora no dejarían de verla sin hacer un comentario sobre su vida. —Tú lo quisiste, EmiCrusher, pese a que solo quise que esto lo solucionáramos de una buena manera —dijo Dafne, hablando para sí misma—. No me dejas otra alternativa que mostrarle al mundo la clase de persona que eres. Sin apenas pestañear, Dafne publicó, en su cuenta de Instagram, lo mismo que en la de Twitter, la f