Alexander Cooper
Puedo sentir como Tara tiembla, caminamos al interior del privado VIP, ella camina lentamente viendo cada detalle de la habitación, me retiro la americana y la cuelgo en el perchero metálico que está cerca de la entrada, las puertas del elevador se cierran y se activa la seguridad para que nadie más entre. Veo que han hecho cambios al lugar, me parece más oscuro, más seductor, no abunda tanto el color claro.
Alexander Cooper Tara tiene una pierna encima de mí, estamos desnudos, nuestras respiraciones se escuchan agitadas, ella se acurruca. —Eso ha sido…asombroso. —sonrío. —Ya es tarde tenemos que irnos. —susurro, después dejo un beso en su frente. —Nadie nos espera en casa…—susurra. —Lo sé. Mañana hay que recoger a las niñas con Julya. Se mueve para dejar su barbilla en mi estómago, mirando hacia a mí. —Ha sido un sábado único. —sonrío. —Lo sé. —contesto, dejo mis brazos por debajo de mi cabeza como soporte para mirar a Tara. Puedo ver un debate en aquella mirada. Sabe que hemos quedado en algo. —No. Ella dirige su mirada hacia a mí. — ¿No? —pregunta confu
Tara Cooper Lunes por la mañana… Despierto al escuchar la alarma de mi mesa de noche, cuando comienzo a estirarme, siento los labios de Cooper contra los míos, abro mis ojos y le respondo, me separo y veo que ya está listo para irse al trabajo. —Buenos días, esposa.—dice con una gran sonrisa. —Buenos días, esposo, ¿Por qué te vas tan temprano?—Cooper tuerce sus labios. —Tengo junta temprano con los del grupo Fujimori, no me gusta la impuntualidad, lo sabes.—deja un beso fugaz en la punta de mi nariz. —Vaya, eso quiere decir que estarás ocupado el resto del día. —Así es...—dice mientras se acomoda sucorbata frente al espejo de cuerpo completo.—De hecho, quiero pedirte
Alexander Cooper —Entonces nos veremos en nuestra próxima reunión en Japón.—digo mientras cierro la carpeta, el señor Fujimori, con un movimiento de cabeza afirma, me levanto y junto con mi equipo hacemos la reverencia a todo el grupo Fujimori. —Es un gusto seguir haciendo negocios con empresas Cooper, señor Cooper. Los esperamos en su próximo viaje y en la boda de mi hijo. —Estaremos ahí.—digo, Micha
Tara Cooper La mirada cargada de Alexander me hace temblar de pies a cabeza, ver cómo me mira, me hace querer arder aquí mismo, el frío del cristal está contra mi mejilla, sigo moviendo mi trasero en una invitación, sé que estoy jugando sucio, entonces pienso que lo he aprendido de él, una sonrisa aparece en mis labios. — ¿Por qué sonríe, señora Cooper? —no digo nada, me muerdo el labio, luego niego. Cierro los ojos cuando siento su cuerpo detrás de mí. Su mano va a mi mandíbula, desde la misma posición, haciendo que mi cuello gire un poco, sintiendo al mismo tiempo sus labios contra mi lóbulo. —Está jugando sucio, señora Cooper. —Lo sé. —Jadeo, siento el calor de su pecho contra mi espalda, —He aprendido del maestro. Escucho un bufido, luego siento un azote en mi trasero, eso me agarra desprevenida, haciendo que me tamba
Alexander Cooper Jueves por la noche y sigo en la empresa, miro el reloj de vez en cuando, ansioso por terminar la junta mensual, retirarme a casa yver a Tara y, a nuestras hijas. —El viaje a Japón creará una unión más fuerte entre las dos empresas, Cooper y Fujimori.—Dice Michael al resto de los jefes de departamento, —La nueva exportadora, generará el triple de ingresos y podríamos no solamente tener una alianza con el grupo Fujimori, si no con otros grupos muy importantes del mismo r
Tara Cooper Abro los ojos cuando escucho ruido, me levanto a toda prisa, enrollándome el cordón de mi bata de seda a mi cintura, me paso ambas manos por mi rostro adormilado, según yo iba a esperar a Cooper, pero no sé en qué momento me he quedado dormida. Cierro la puerta de la habitación despacio intentando no hacer ruido, cruzo el cuarto de las gemelas, luego el resto del pasillo, cuando llego a la orilla, veo a Cooper desajustándose la corbata, se queda en el primer escalón al verme de pie del otro e
Tara Cooper Estamos en el comedor, las niñas toman su desayuno, mientras Alexander da una hojeada al periódico. Termino mi plato de fruta picada mientras reviso que las gemelas hayan finalizado su platillo. — ¿Iremos con los titos mañana? —pregunta Alexandra al finalizar su último trago de juego de naranja. Alexander baja el periódico, asiente mientras dobla el periódico y lo pone a un lado de su plato. —Sí, como todos los sábados. —dice Alexander sonriendo y acariciando el cabello de la niña. — ¿Por qué todos los sábados? —pregunta Elizabeth arrugando su nariz y mostrando luego un gesto de curiosidad. Alexander me lanza una mirada fugaz. —Porque mami y papi tienen una cita. —Alexandra y Elizabeth se miran curiosas. Alexander me hace señas de que le ayude, pero solo sonrío. Es la primera vez en estos años de que se nos pregunta. — ¿Cita? —preguntan al mismo tiempo.
Alexander Cooper Miro el reloj de nuevo, ¿Cuántas veces debí de verlo desde entonces? ¿Veinte? Estoy impaciente. —Señor Cooper, Buenos días. —dice la mujer rubia y de sonrisa de anuncio. —Buenos días, ¿Tiene lo que le he pedido? —voy directo al grano, ella sonríe de nuevo, pero esa sonrisa no llega a los ojos. —Sí. Discul