Vika
Esta vez había sido mucho más simple. En el sueño, aquel extraño símbolo aparecía otra vez y bajaba hasta mi. A medida que bajaba se hacía diminuto, y sin anticiparlo, me atravesaba el pecho hasta llegar al corazón. Pude visualizar, en una experiencia extra corporal, como aquella cosa se metía perforándolo todo. Lo curioso, es que alojado en el fondo del corazón, había una luz. Una cápsula brillante y poderosa era la que emanaba energía a través del corazón, y este a su vez al resto de los órganos, al verla, y poder sentirla al mismo tiempo, entendí de alguna manera que mi existencia no radicaba en mi respiración, ni en mi corazón, ni siquiera en mi cerebro. Si no en aquella y extraña bolita brillante.
No paso mas hasta que el clap-clap contra el suelo me despertó.
Una regordeta y sonriente mujer, con el cabello recogido en una coleta se acercó a mí, vestía un ambo color verde. Tarde unos minutos en recordar la experiencia: el dolor punzante, el velo negro sobre mis ojos… aquel sueño. Parpadee para acomodar mi vista rápidamente, aunque me fue imposible abrir los ojos con normalidad. No cabía duda de que estaba en un hospital, y a juzgar por los elegantes sillones aterciopelados dentro del cuarto, aquel lugar había sido obra de mi amigo.
—Señorita Blodox ¡Ha despertado! —dijo la mujer con una sonrisa felina — No te apresures en levantarte, llamare al doctor enseguida. — La enfermera, quien llevaba una tarjeta con el nombre de "Lucy", acababa de darse cuenta de mi presencia en el mundo de los despiertos. Se fue con paso apresurado, dejando abierta la pequeña llave de goteo intravenosa. El dolor intenso en el brazo por la medicación, me sirvió como un baldazo de agua fría para terminar de despertar. Al incorporarme en la cama, el horrible mareo fue inevitable. Sentada allí, caí en cuenta que del lado opuesto de la cama (donde no estaba el suero) mi amigo estaba tendido en una silla, dormido como si de un militar se tratase: recto y con los brazos entrecruzados, con apenas la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante. Estire el brazo para tocarlo, debía solo despertarlo, pero al verlo dormir, mi corazón dio un brinco. Instintivamente mi mano se dirigió a su mejilla, estaba tan cerca que sentía el calor de su piel. Al verlo allí, no podía reprimir el impulso de acariciarlo al menos un poco.
Aunque nuestra amistad era de años, nunca me había atrevido a acariciarle el rostro, de una manera… tan íntima.
—¡Que paso, ya desperté, no estaba durmiendo! — Owen se sobresaltó en sí mismo, y retiré rápidamente la mano, esperando que todavía estuviera lo suficientemente dormido como para no notarlo.
—¿Cómo podrías no estar dormido y acabar de despertarte? Eres un pésimo cuidador. — Bromeé, esperando evitar algo incómodo.
—¡Estás despierta! — Owen rápidamente se levantó, y miró a sus alrededores con los ojos como locos.
—¿Cómo es que no hay nadie aquí? No entiendo cómo alguien podría hacernos esperar en una situación tan delicada. — Exagerando la situación, murmullo quejumbroso unos segundos y al girarse, clavó su mirada en mí. —¿Y tú? ¿Estas bien? —Dijo, como si acabara de recordar que estaba allí. Quise responder, pero se acercó con un rostro de regaño.
—¿Cómo te levantas sin pedir ayuda ? — Owen se inclinó hacia mí, y gentilmente hizo que me recostara sobre la mullida almohada. Al hacerlo nuestros rostros quedaron enfrentados, haciendo contacto visual por un momento. Él se acercó aún más, y al sentir el calor en mis mejillas, desvie la vista rápidamente, eso bastó para que se alejara con cuidado.
—Recuestate, eso es. —Dijo fingiendo mullir la almohada.
—Creeme, Owen esto es demasiado hasta para ti, solo fue un desmayo ¿Nos podemos ir?. — Pregunté.
—Levantaré la cama por ti, no creo que sea bueno que estés forzando tu cuerpo en este momento. — Ignorando mi pregunta, Owen buscaba el control de la cama, dispuesto a ser un buen enfermero. Su preocupación me hacía reír, no necesitaba ayuda para apretar un botón. Al ver mi cara risueña, mientras subía con el único ruido en la habitación,de la cama levantándose, Owen hizo una mueca de disgusto.
—¿De que te ríes Vi? — Dijo Owen cruzándose de brazos. Quise hablar pero al abrir la boca, siguió con su discurso.
—¿Es gracioso para ti hacerme dar un susto de muerte? — Sacudió la cabeza y se apretó con los dedos el entrecejo. —Explicame, ¿que voy a hacer contigo si sigues así? ¿Como puedes ser capaz de cuidar de todos, menos de ti misma? — A esto último suspiro algo frustrado. ¿Qué vas a hacer? Cuidame para siempre, quería decir. Pero sabía que jamás sería capaz de pronunciar esas palabras frente a él. Aunque para mi solo había sido un desmayo, intenté por un segundo pensar como hubiera sido, si el que estuviera en la cama, hubiera sido él. Yo no me sentía capaz de emitir palabra, después de todo, él no estaba enojado conmigo, solo con la situación. Su mirada impaciente aguardaba una respuesta, y tomé coraje para agarrar su rostro entre mis manos a modo de consuelo.
—Enfermera el informe de la paciente, Señorita Blodox me alegra saber que está despierta ya. — Irrumpida por el propio destino, fingí olvidar lo que había intentado hacer. Por la puerta, se divisaba a un hombre algo enano, con una evidente calvicie, a pesar de que el peinado intentaba ocultarlo. Vestía de traje formal, con una bata blanca encima. Tras el, la enfermera Lucy entregaba una planilla con un rostro intimidado y poco alegre. Owen se pegó al doctor casi obstaculizando el paso
—Hasta que al fin llega, señor Wayne — El tono que Owen utilizaba para con el doctor, era de igual a igual. Incluso podría decir, que había algo de superioridad.
—Dígame, estimado doctor Wayne, ¿que tiene que hacer uno aquí para ser atendido antes de morir? — El doctor dio una mirada fulminante, y apartó el brazo del chico que palmeaba su espalda de manera condescendiente.
—Tranquilo —advirtió el doctor — Señor Owen Mayn, estamos en la central madre, de las mejores cadenas de clínicas del país, y para tu suerte chico, yo soy el mejor médico — Dijo Wayne corriendolo suave, pero despectivamente del camino. Ahora el hombre dirigia su atención hacia mi. Acto seguido, sacó una pequeña linterna de su bolsillo y procedió a examinarme
—Muy bien, revisemos cómo está la pequeña paciente. — Comento a nadie en particular, con una sonrisa. Owen se sentó y vigiló cada movimiento como un perro guardián
—Pero qué descortés he sido — Se disculpó sarcásticamente mi amigo.
—Vika, te presento al señor August Wayne, señor Wayne, Vika Marlene Blodox. — Ante sus gestos de presentación, sonreí tímidamente al doctor Wayne.
—El hombre ante ti Vika, es el director de la cadena de Clínicas Tánger, se encargará junto con los mejores médicos de tu caso. — Sentenció.
Tardé unos segundos en procesar aquella información, me sorprendía la influencia que podía llegar a tener Owen en la ciudad, aunque había sido educado toda su vida para el lugar que ocupaba ahora y ser un joven empresario, maduro y astuto, la verdad era que a veces podías ver al chico rico siendo caprichoso. En esta situación, dudaba de que personalidad jugaba ahora.
—Lo siento doctor Wayne, se que tiene mejores cosas que hacer que atender un desmayo. — Me disculpe naturalmente, intentando suavizar las asperezas.
—Tiene suerte señorita Blodox. — Respondió Wayne, sin dejar de examinarme, tomando ahora mi presión. Me dio una breve sonrisa forzada. —Su novio aquí, es un hueso duro de roer, me sorprende verlo tan preocupado por alguien que no sea el mismo. — Inmediatamente sentí como mis mejillas se ruborizaban. Por un momento, creí arder. Espere a que Owen dijera algo para aclararlo, pero el solo guardo silencio, indecisa de si estaba haciéndolo para molestarme, me apresuré a aclarar.
—Nn… no, no es mi novio, solo es mi amigo. — Dije algo molesta.
— Bueno, quizá no ahora. — Insistió Wayne. Sacando el estetoscopio en su bolsillo, para oscultarme.
—Y volviendo al tema que nos compete, no se preocupe señorita Blodox. Hemos tomado medidas anticipadas, realizando varios estudios mientras dormía. Después de todo, a veces las cosas no son tan simples como parecen y es mejor prevenirlas. Un desmayo puede ser un desmayo… — Al decir eso último, el doctor hizo un estricto contacto visual conmigo. —…O algo mucho peor, algo escondido en su ser. — Me sentí tan intimidada con la forma en que lo había dicho, que sin pensarlo, agarré fuerte el brazo de Owen quien se encontraba a mi lado.
— Dígame señorita Blodox ¿ha experimentado algún tipo de sueño o alucinaciones que recuerde? ¿O lo último que recuerda es haber estado en el café? — Wayne sacó una lapicera de otro bolsillo y comenzó a anotar algo en un pequeño recetario, su mirada me dijo que dependiendo mi respuesta, sería lo que me prescribiría.
—Nada que recuerde doc —mentí—Supongo que debe ser algo bueno no escuchar voces todavía — Dije intentando bromear ante el extraño clima, pero esto no dio resultado. Aunque no estaba segura de porqué estaba mintiendo realmente, algo me decía que estaba segura al hacerlo.
El hombre asintió luciendo algo inconforme con mi respuesta, y se incorporó para marcharse.
—Si, claro—Dijo condescendientemente — Pero mientras estaba inconsciente ¿no ha soñado ni visto nada?— Insistió, como si adivinara mi mentira.
—Absolutamente nada, se sintió como si en un abrir de ojos me teletransportara de un lado a otro. — Decidida, sostuve mi mentira. Aparentemente frustrado, inquirió una vez más.
—Haga un esfuerzo y trate de recordar señorita. — La sonrisa de Wayne, era comparable con la del gato de Alicia.
—Ella dijo que no Wayne— intervino Owen —Vi tiene que ir a casa a descansar, dijiste que estaba dada de alta en cuanto despertara. Y como sé, el hombre ocupado que eres, no robaremos más de tu tiempo. — Owen se levantó, y con elegancia dio por terminado el asunto, estirando la mano para estrechar la del doctor. Sin más remedio que corresponder el saludo, Wayne estrechó la suya y se dirigió a la puerta.
—La enfermera le explicará los detalles de los medicamentos y estudios en el lobby. — Dijo Wayne asintiendo en un saludo para ambos. Antes de que su cuerpo entero desapareciera en la entrada, volvió en sus pasos.
—Ah, señorita. Creo que debería llevar algún tipo de pulsera alertando de su “condición”. De no ser por su amigo novio, no habríamos sabido qué hacer con su... peculiar sangre. — Connoto de una manera extraña, y sin esperar una respuesta, partió definitivamente.
—Bueno— hable confusa —Eso fue interesante. — Dije sarcásticamente. Owen se encogió de hombros y me miró divertido.
—¿Que? El hombre tenía prisa, solo lo deje ir. Incluso hasta fui lindo con el ¿que mas quieres de mi? — Me dijo, pretendiendo sonar incrédulo.
—No me referia a eso, hablaba de toda la situación en general—Todavía confusa, estire la mano para alcanzar la botella de agua que se encontraba en la mesilla —Pero ya que lo mencionas ¡Dios mio! No tenías porqué ser tan descortés desde un principio. Tu formación tan cara, debió tener un apartado para “Maduración y prevención de la estupidez”. — Al decir esto, hice unas comillas imaginarias con las manos.
—Una, te ves ridícula haciendo ese gesto, estos no son los años noventa cariño, deja las comillas. — Se levantó y abrió las enormes cortinas para dar paso a la vista nocturna.
—Segundo, un gracias no caeria nada mal en este momento. — Mirandome aún con reproche, abrió el armario que estaba junto al ventanal.
—¿Y tercero?— Especulé, siempre había un tercero.
—Cámbiate— Dijo arrojando a la cama, un bolso que había sacado del armario. —Estaré esperando afuera— Respondió y salió, ajustándose el saco en el umbral de la puerta de manera soberbia, y se acomodo los rizos. Luego de eso, continuó la marcha
«Presumido» dije para mis adentros.
Cuando bajé a la recepción, Owen había hecho el papeleo. Camino en el ascensor, supe que estábamos en el piso veintidós de los treinta que la clínica tenía, y al ver el reloj en la recepción, supe que faltaban dos horas para medianoche.
Al salir, el aire frió despejó mis pensamientos, mi amigo sostenía la silla de ruedas en la que me encontraba, en la que me había subido solo para fastidiar.
—Es la primera clínica que veo donde hay acomodadores de autos. — Comenté, esperando romper el incomodo silencio que Owen mantenia adrede.
—Ahí está Bubble. — Fue su respuesta diplomática, en la que a pesar de responder, me ignoraba completamente. Sin avisarme, me cargo hasta el asiento del copiloto. Aunque quería protestar, el valet parking aún se encontraba al lado de la Lambo, así que me limité a cubrir mi rostro, totalmente avergonzado.
Al subirse al asiento piloto, Owen extendió unos billetes de cien al chico, este apenas pudo contener la emoción para hablar. Probablemente, esa propina equivalía a medio mes de trabajo.
—Señores Mayn que tengan una buena noche, y una pronta recuperación para la señora.— El chico se alejó contando el dinero vitoreando con el brazo, indiferente de si alguien lo veía.
—¿Cómo es que aquí todos piensan que soy tu novia y ahora tu esposa?. — El aceleró la marcha y tomó la avenida más grande, note que no estábamos lejos de su departamento, era el corazón de la ciudad, Owen se tomó el tiempo para responder.
—Ni siquiera te ilusiones nena, solo dos personas lo han mencionado. Una es un idiota, y el otro es un chico que conoce vagamente quien soy, y asume que solo podria ser una esposa, a la que cargaria en mis brazos en público.— Avergonzada por su comentario, intente cambiar de tema.
—Ese doctor, Wayne. ¿El te odia verdad?— Aunque no tenía que responder, para que supiera la respuesta.
—¿Quien aparte de Eli y tu no lo hace? Aunque con Wayne es distinto— Dijo orgulloso —En el fondo lo intimido, y por eso me odia… Aunque debo decir, que la enfermera que está siempre detrás de él, me intimida a mi.
—¿Te refieres a la enfermera Lucy?— Dije extrañada, recordando el aspecto de la dulce mujer. Afuera, la ciudad no dormía. Las luces y la gente, latían al mismo ritmo habitual. Por el camino que estábamos tomando, supe enseguida, que nos dirigiamos a la casa de Owen, lo cual agradecia. No creía poder soportar tener que lidiar con Susanne.
—Si, ella es la que me aterra, puede parecer dulce, pero esa mujer es el diablo. No le teme a nada excepto a Wayne.— Aprovechando la situación comencé un interrogatorio.
—Por cierto ¿qué fue todo eso entre tú y Wayne eh? ¿Cómo lo conoces?— Él suspiró y aprovechó el semáforo en rojo para hacer un breve contacto visual conmigo.
—Es un médico jugando a ser empresario, convirtió su clínica en una cadena, el bastardo logró hacerse de renombre. — Apartó la mirada para ponerla en el camino, justo en el momento que el semáforo se ponía en verde. No obstante, esto no interfirió con su relato.
—Cada mes pide dispensadoras de mis energizantes y suplementos vitaminados a los médicos de las cadenas, entre otros artículos, estamos hablando de pedidos grandes, mucho dinero. — Soltó el volante un momento para enfatizar con las manos, que realmente era mucho dinero.
—Hago un descuento del veinte por ciento sobre el total, debido a que ofrece un descuento en cobertura médica a mis empleados. Pero aun así, el maldito está atrasado este mes.—
Procese un segundo la información y ate los cabos.
—Justo se atrevió a deberle al señor tolerancia. — Bromeé. Él sonrió un poco frustrado.
— Me conoces Vika, odio la incompetencia. — Recosté mi cabeza sobre la ventanilla. Su respuesta no explicaba porque tenían una relación mala, realmente parecía existir cierta intimidad en ellos (aunque fuera negativa). Tampoco explicaba porque conocía tan bien a Lucy, pero por el momento había desistido de curiosear, ya que con Owen, husmear de más nunca era una buena idea.
—Así que debido a la deuda ¿lo extorsionaste para que me atendiera gratuitamente?— Aunque claro que no lo creía. Una deuda millonaria, nunca podía ser salvada debido a mi, incluso aunque Owen lo quisiera.
En respuesta él resopló y palmeó mi mano
—Por favor, no soy un mafioso para extorsionar. Tampoco la caridad para perdonar deudas. Soy un empresario, uno de los mejores, así que tomé la decisión empresarial del día. Extendí, su plazo de pago por una semana más, con el porcentaje mínimo de intereses; a cambio de que te atendiera él mismo. Es un idiota, pero es el mejor medico que conozco.— Al notar que su mano seguía apoyada en la mía, la quite levemente, con la excusa de acomodarme el pelo.
—Lo sé, de otra forma jamás me hubieras llevado allí.— Dije en un tono nada humilde. Al mirarme la ropa, evidentemente cara, imagine más situaciones de deudas. —¿Y esta ropa que? ¿Una marca de lujo te debía algo?.— Dije irónica.
Owen soltó una carcajada, cuando mire alrededor, estábamos entrando al estacionamiento del edificio.
—Esa fue Eli. Tu ropa estaba manchada con sangre, debido a que comenzaste a sangrar como catarata por la nariz, fue algo difícil de ver. — Se lamento —Como sea, le di mi tarjeta y la mandé con mi chófer a comprarte algo de ropa. Un empleado me trajo a Bubble para que pudiera traerte y me tomé el día. Si te hace sentir mejor, ella se quedó con el ochenta por ciento de las cosas que compro.—
Eli no tenía necesidades económicas, sus padres adoptivos estaban en una excelente posición, y ella contaba con un trabajo de lujo. Pero siempre jugaba a ser caprichosa, especialmente cuando se trataba de Owen, aunque él no lo notara, Eli coqueteaba indirectamente con él.
—¿Eli jugando a Mujer Bonita con tu tarjeta? Eso sí que puede volverse en una comedia negra, con uno de ustedes muerto en la escena final. — Respondí. Al pensar en sus palabras, sentí curiosidad.
—Sacaste a Bubble solo para traerme del hospital ¿Porque?—
Bubble era el Lamborghini negro que se habia autoregalado en su cumpleaños numero dieciocho.
—Por ti tonta, claro. Solo lo mejor para mi chica especial—sonrió y apretó fuerte mi mejilla —Si algo te pasaba, este auto te llevaría veloz a cualquier parte, incluso si querias fugarte conmigo.— Al decir esto apago el auto, estábamos en el conocido piso cinco del estacionamiento, y debíamos tomar el ascensor para el penthouse, pero no me baje de Bubble y él tampoco. Owen no dejaba de mirarme con su sonrisa torcida a la izquierda, su mirada me desafiaba ¿Pero a qué?
—Esa suena como una pésima excusa para poder usar tu auto— Dije restándole importancia. —No necesito que apretes botones, y me sientes en sillas de ruedas para sentirme mejor. — Me mostré indiferente ante su mirada penetrante. —A veces puedes llegar a ser muy asfixiante y absorbente conmigo, pero aun asi, aun asi… — Las palabras batallaban por salir de mi boca.
—Gracias— dije finalmente — Por todo.— Y esta vez, no trate de esquivar su mirada, si no que al contrario, reforce el contacto visual tomando mi mano con la suya.
El se incorporo hacia mí y apoyó un brazo en mi asiento
—Lo sé, te prometo que no intento pasar por encima de ti Vi. Pero al cuidarte, el que se siente seguro soy yo. No puedo tomar decisiones racionales cuando se trata de ti, necesito cuidarte hasta de la luz del Sol. —
Cuando dijo esto, mi cuerpo se estremeció, y él redoblando la apuesta, se acercó mucho más al punto, que su respiración se sentía en mis labios. Acorralada, cerré los ojos.
Luego de unos segundos, un sonido estridente comenzó a emanar de su lado
—Eli, si, estamos abajo ya subimos. — Dijo Owen.
Abrí con cuidado los ojos, esperando siquiera verlo sentado. Me sentí realmente estúpida cuando lo único que vi, fue su puerta cerrarse. Sonriendo, intentando disimular mis emociones, respire unos segundos y me dispuse a abrir mi puerta, pero el gano mi accionar.
Insistió en cargarme hasta el ascensor, quise negarme pero aun me sentía débil y él, volvió a tomarme en sus brazos cargándome en su espalda de manera juguetona.
En el ascensor, me bajó con cautela y apretó el pulgar sobre el botón digital que rezaba "PH".
—Recuerda que debes volver a recoger los estudios médicos—comentó—De todas formas te llevaré yo. No creo que ese sea un buen sitio para que vayas sola. — Exclamó.
Extrañada por su comentario, me limité a agradecer —Bueno, gracias Owi, pero dudo que puedas protegerme de los gérmenes de un hospital. Los poderes de chico rico no tienen ese alcance.— Bromeé. Ante mi comentario, él sonrió algo angustiado, esto solo me confundió más.
—Owen si es por ese doctor, o la enfermera. Creeme, he lidiado con peores cosas, ya vez a mi madre.— Dije intentando calmar su preocupación, si es que era esa, pues sentía que había algo turbando su paz.
—Si, no es eso, es solo que… — Owen se mordió los labios y dio unos golpecitos con la palma abierta a la pared del ascensor, como hacía cuando estaba inquieto por algo. —Olvidalo, solo son ideas mías. — Pero aunque él decía eso, yo me mantenía expectante a que me dijera que le estaba molestando. Antes de que pudiera hablar, el sonido vibrante de la cartera me apresuro a buscar mi celular.
Cuando visualice la pantalla, temblé.
El número no estaba agendado, y los dígitos me recordaban al llamado que tan solo había tenido en la mañana. El pensar que algún loco podría estar acosándome, se me hacía tan atemorizante como estupido. Yo era la persona menos interesante para molestar. Eso solo pasaba en las películas o a otras personas pero no a mi. Yo siempre había sido invisible.
Me decidí, y abrí la casilla que marcaba: "Mensaje desconocido"
—¿Quién es Vi?— curioseo Owen —No puede ser tu madre, te juro que no le conté lo sucedido, solo le dije que estabas con nosotros y pasarías la noche aquí.—
Tratando de prestar atención a sus palabras, apreté las uñas contra la palma de la mano, y esperé calmarme para disimular los nervios. —No... no es ella— Pude contestar, con la voz notablemente temblorosa.
El mensaje era corto y claro. Mis pesadillas volvían, y mi miedo era confirmado:
"¿Estás segura de todos los que te rodean? No olvides nuestro encuentro "
VikaAl abrirse las puertas del ascensor, fui sacudida en el hombro por Owen, quien tiró suavemente mi brazo al pequeño pasillo de entrada. Cuando había preguntado por aquel mensaje, solo había atinado a responder que era una promoción telefónica. A pesar de los nervios y la incertidumbre, camine con paso firme hasta la puerta del departamento.—Sabes...— Owen alzó una ceja y me dio una mirada acusadora —Para ser una “promoción telefónica”— Se esforzó al máximo en burlar mi tono de voz — Te ves bastante alterada. — Al pulsar los dígitos correctos en la cerradura electrónica, esta hizo un “clic” indicando que estaba abierta.— Estoy bien.— Respondí algo molesta por el interrogatorio&
RyoMe encontraba en los ya conocidos pasillos del palacio, y Ettie esperaba por mi en la sala de estar para lo que llamaba "convivencia obligatoria familiar". Mientras caminaba con algo parecido al relax, mi cerebro aún se rehusaba a el contacto con el mundo exterior. Durante el transcurso de lo sucedido, había perdido el apetito y durante cinco días tras la muerte del chico del ataque, no había salido de mi aposentos aprovechando la agenda libre y me había dedicado a ejercitar. No, no consideraba que estaba siendo débil, y tampoco pretendía castigarme. Había matado hombres antes, en peleas contra saqueadores de pueblos, donde mi padre me llevaba a terminar junto con otros hombres, la vida de nómades que se dedicaban a violar, matar, y saquear distintos pueblos obreros. Sin mencionar que había sido entrenado como cualquier futuro rey en el arte de la espada, la
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