Acerqué las puntas de mis dedos, en mi boca aún sintiendo su sabor. E hice una mueca de dolor por aquello, miré el anillo en su dedo y ahí fue donde pude sonreír por un momento. Que parecía tan eterno, así como la puesta de sol de una tarde con brisa amena.–Volveré... mi amor. –Suspiré al dar pasos atrás y retirarme de su habitación. Me vi en aquel pasillo. Solo y sin nadie. Bajé la vista al dar unos pasos hasta el final, silencioso y sumido en humo. Oyendo solamente voces levemente. Me detuve cerca de un edificio lejos del hospital al sur. y me dirigí a la punta del balcón en la terraza, puse mis manos en el bolsillo de los pantalones negros. Y observé toda aquella inmensidad de luces entre construcciones de edificios y el tránsito que se paraba allí abajo. Quedé inmerso en aquella situación. Cuando sentí una presencia familiar hacia mí, giré mi rostro. Y lo vi allí. Rex meneando la cabeza.–Mira si no es el jefe... Quiero decir, ex jefe! –Afirmó con una sonrisa satisf
Emme... –¿Mamá? –La voz infantil me llamó, abrí mis párpados y vislumbré a lo lejos a ese pequeño niño corriendo hacia mí. Su mirada azul cielo me miró de abajo hacia arriba, faltando algunos dientes en su sonrisa. –¡Mamá, papá está llamando a la señora! –¿Para qué, Vincent? –Ese nombre resuena en mi mente, como si algo estuviera mal. Suspiré llevando mi mano a mi rostro, y sintiendo una leve debilidad en mi ser. Me dejé guiar en ese sueño profundo, que tenía en matices que se alargaban cada día y noche que presenciaba. –¿Mamá? ¿Estás bien? –Me preguntaste y te miré fijamente con una sonrisa. –Sí, querido. –Respondí entregándome aquel espejismo, que siempre quise en toda mi vida. –Vamos a ver a tu padre. –Cierto. –Me dio su pequeña mano y seguimos pisando ese césped verde. Con ese olor a aire puro mientras una brisa golpeaba mis cabellos rizados y los erizaba junto con mi vestido de encaje y con flores que llegaban hasta las rodillas. Nos dirigimos a un campo donde había
Ubicación: Carolina del Norte, Estados Unidos.Mavie... Salí del balcón del apartamento de Carl, devastada y sintiéndome como el peor demonio del infierno. Me detuve entre el humo y el olor a azufre que salía de mí, cerca de otro edificio lejos de donde vine. Probablemente fuera de Columbia o Carolina del Sur. Llevé mis manos temblorosas hasta aquel pedazo del borde de la terraza, y sentí la brisa nocturna golpear mis mechones de chocolate con mechas rubias. Erizándolas hacia el lado derecho mientras mi cara corría lágrimas negras, chorreando a través de ese bloque de cemento. Respiré hondo con un sonido embargado y fungiendo. Aún no aceptando que lo había perdido. Mi compañero y hermano de años. Miré ese anillo que tenía una piedra escarlata en un tono de sangre y con esas garras de hierro arriba y a la derecha. Y me acordé de cada momento que pasamos juntos, de los cuales iban quedando en el pasado y no podía volver atrás. Y cómo me gustaría eso. Clavé mis garras de súc
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos. Carlisle... Continuación del capítulo 25. El mismo día... Abrí mis ojos humanos, y sentí aquella brisa tomar mi cuerpo mientras observaba aquellas flores que se mezclaban entre azul y púrpura se erizaron a causa del viento. Respiré hondo aquel aire puro. Aún confundido con lo que estaba presenciando. Mis vistas se atentaron aquel cielo azul, sin nubes y límpido. Que pasaba un aura de paz y calma. Llevé mis manos hasta mi pecho y analicé aquellas ropas, camisa social blanca y entreabierta. Pantalones negros con tirantes del mismo tono, pero mis pies estaban descalzos. Me remití los dedos mientras me levantaba, y apoyaba mis antebrazos en el suelo de hierba verde. Me fijé más a mi alrededor, quedándome sentado. El lugar entero tenía Centaurea azules, que se extendían hasta los bosques al fondo. Los colores tan vívidos que llenaban mis ojos, hipnotizándome. No podía dejar de observarlas. Respiré hondo con ese aire
–Quita tus manos sucias de ella! –Vociferé al intentar levantarme, y cae nuevamente el sillón que estaba.–¡Vaya! –¿Pusiste las manos arriba en ironía. –¿No puedes tocarla? Perdón.–¿Qué le hiciste a Sarah? –Lo cuestioné con mi cabeza meneándose, queriendo quitar aquella sensación de mareo que estaba sintiendo.–Solo la hice dormir un poco, y fue bastante rápido. Te vi deambulando y decidí saludar y presentarme! –Rió largamente. –Qué escena más vergonzosa, un vampiro llevando una cabeza íncubo en la espalda y con el mismo debilitado. Ah Carlisle... ¡Eras mucho más que eso!–¡Vete a la mierda! –Retrocedí con rabia al mirarlo. Respiré hondo mientras mis dedos clavaban en el brazo del sillón, de tonalidad marrón oscuro. Y entonces entendí bien aquel lugar, era la casa de Emmeline. Y fue cuando mi mirada se paró en ese portarretratos, con una foto nuestra que me desmoronó por completo allí. Lo miré por minutos eternos. Rex se levantó y fue hacia él, lo agarró y lo analizó con una mueca.–
–Señor Waffles... –Clamé en una voz embargada, observando su corpiño caer sin vida en el suelo lo que me estremeció completamente. –Creo que ya hice mi servicio, y completo. –Rió él enfureciéndome, dio unos pasos y se agachó delante de mí. Intenté transformarme de nuevo, pero no podía. –¡Ahora vamos a lo mejor! –Pronunció al tomar mi cara, y pasar la hoja de la mejilla hasta el labio superior que me hizo gruñir de dolor. –¡Perfecto! –Sonrió maravillosamente al soltarme y guardar la daga, sentí mi carne aún ardiendo y el dolor emergiendo en olas por segundos. –Y las cosas mejorarán, vamos a dejar explicito a nuestro clan lo que su cabeza anda tramando! O mejor ex cabeza de hierro, ya que ahora soy el nuevo jefe! Lo miré con mi piel humeante, con sangre negra goteando. Lo vi desaparecer en el humo, y me quedé allí unos minutos cuando mis ojos empezaban a desvanecerse. Junté fuerzas y miré alrededor, con aquel sol adentrando la ventana. Y paré en el gato, me moví y me arrastré h
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos. Carlisle... Puse mi pie izquierdo, guiando hacia adelante, en aquel barro escarlata. Sintiendo la calidez debajo de mí. Respiré hondo con aquel aire caliente, y que traía de otro lugar aquel olor de azufre. Observé aquella inmensidad. El infierno tenía sus capas, pero no con Dante dijo en su obra. Llevarlo aquí solo lo dejó al borde de la locura, un humano no podría mirar mucho tiempo para cada parte de ese lugar sin enloquecer por completo y dejarse llevar por lo que el infierno le hace experimentar. Y por eso, Lucifer casi me arranca el cuero de mi primera piel. Sólo que no lo hizo porque me tenía mucho aprecio, y a petición de Lilith. Pero algo no dejaba de cuestionarse en mi mente, y era: ¿Por qué diablos estaba recordando mis días de nacimiento? ¿Y cómo podría estar dando cada paso libre por aquí? Vagué depositando cada paso con exactitud, yendo de un infierno para otro. Y llegué a una parte oscura e
–Pero ahora vamos a tener que separarnos... Tienes que seguir tu camino, Carlisle. –Me miraste con una media sonrisa. –Esta conversación la guardaré en una parte de tu mente, y cuando sea el momento adecuado... saldrá a la luz. ¡Te trataré como un demonio normal y mi subordinado! –Te acercaste y pusiste tus dos manos en mis hombros desnudos. Llevaba un pantalón social, camisa blanca de botones con las mangas dobladas hasta los codos y entre abierta en medio del pecho. Con un chaleco que lo dejaba más recatado que todo. –Nadie puede saber, que es mi hijo. ¡Quieras o no... los demonios son serpientes venenosas, e intentarán contra tu vida! –Levantó el dedo índice izquierdo, y una garra delgada y media creció.–Espera... –Se lo pedí mientras hacía una marca en mi hombro, que quemaba la piel. Sin embargo, no me importaba el dolor.–Perdona a tu padre, Carlisle... Pero es por tu bien. sin embargo, sabe que tu padre está aquí y que te ama! –Pronunció cuando terminó la marca. Mi mente todaví