–Señor Waffles... –Clamé en una voz embargada, observando su corpiño caer sin vida en el suelo lo que me estremeció completamente. –Creo que ya hice mi servicio, y completo. –Rió él enfureciéndome, dio unos pasos y se agachó delante de mí. Intenté transformarme de nuevo, pero no podía. –¡Ahora vamos a lo mejor! –Pronunció al tomar mi cara, y pasar la hoja de la mejilla hasta el labio superior que me hizo gruñir de dolor. –¡Perfecto! –Sonrió maravillosamente al soltarme y guardar la daga, sentí mi carne aún ardiendo y el dolor emergiendo en olas por segundos. –Y las cosas mejorarán, vamos a dejar explicito a nuestro clan lo que su cabeza anda tramando! O mejor ex cabeza de hierro, ya que ahora soy el nuevo jefe! Lo miré con mi piel humeante, con sangre negra goteando. Lo vi desaparecer en el humo, y me quedé allí unos minutos cuando mis ojos empezaban a desvanecerse. Junté fuerzas y miré alrededor, con aquel sol adentrando la ventana. Y paré en el gato, me moví y me arrastré h
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos. Carlisle... Puse mi pie izquierdo, guiando hacia adelante, en aquel barro escarlata. Sintiendo la calidez debajo de mí. Respiré hondo con aquel aire caliente, y que traía de otro lugar aquel olor de azufre. Observé aquella inmensidad. El infierno tenía sus capas, pero no con Dante dijo en su obra. Llevarlo aquí solo lo dejó al borde de la locura, un humano no podría mirar mucho tiempo para cada parte de ese lugar sin enloquecer por completo y dejarse llevar por lo que el infierno le hace experimentar. Y por eso, Lucifer casi me arranca el cuero de mi primera piel. Sólo que no lo hizo porque me tenía mucho aprecio, y a petición de Lilith. Pero algo no dejaba de cuestionarse en mi mente, y era: ¿Por qué diablos estaba recordando mis días de nacimiento? ¿Y cómo podría estar dando cada paso libre por aquí? Vagué depositando cada paso con exactitud, yendo de un infierno para otro. Y llegué a una parte oscura e
–Pero ahora vamos a tener que separarnos... Tienes que seguir tu camino, Carlisle. –Me miraste con una media sonrisa. –Esta conversación la guardaré en una parte de tu mente, y cuando sea el momento adecuado... saldrá a la luz. ¡Te trataré como un demonio normal y mi subordinado! –Te acercaste y pusiste tus dos manos en mis hombros desnudos. Llevaba un pantalón social, camisa blanca de botones con las mangas dobladas hasta los codos y entre abierta en medio del pecho. Con un chaleco que lo dejaba más recatado que todo. –Nadie puede saber, que es mi hijo. ¡Quieras o no... los demonios son serpientes venenosas, e intentarán contra tu vida! –Levantó el dedo índice izquierdo, y una garra delgada y media creció.–Espera... –Se lo pedí mientras hacía una marca en mi hombro, que quemaba la piel. Sin embargo, no me importaba el dolor.–Perdona a tu padre, Carlisle... Pero es por tu bien. sin embargo, sabe que tu padre está aquí y que te ama! –Pronunció cuando terminó la marca. Mi mente todaví
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos. Emme... Continuación del capítulo anterior... –Mi diosa... –Murmuró para mí con aquella voz gruesa y entonada, que me volvía loca de amor. Llevé mis dedos hasta su cara de barba, y que podía sentir los pelos queriendo crecer. Lo que encontraba delicioso aquello, acaricié con mi rostro aquella parte. Que estaba gruesa por cuenta de eso y me excitaba aún más en mi interior. Bajé y fui hasta su camisa desabrochando cada parte lentamente, como si estuviera degustando lo mejor de los vinos. Observó cada movimiento con esa mirada de zafiro, y me dejó hipnotizada con solo mirarla. –Ay... –Gruñó cuando tocó su piel y se quemó. –¿Plata? –Pregunté y él sacudió la cabeza, saqué aquella joya de mi dedo. Y la llevé al mueble de cabecera de al lado. Depositándolo con cuidado, y sentí su mano tomar la mía con cariño y cuidado y una expresión traviesa hacerse en su bello rostro. –Quiero... –Susurró junto a mis labios. –Amarte, adorarte... –
Eso fue algo mágico... Su teletransporte entre humo, que nos hacía aparecer en cualquier parte de su apartamento, mientras su polla entraba y salía de dentro de mí agilmente. Fuimos a parar hasta el techo, por segundos. Y después en la cama, balanceándola con todo. Noté su trasero puntiagudo de demonio, yendo hacia un lado y otro mientras me comía. Abrí más mis piernas, saboreando ese momento. Lo tuvimos en Florida, pero después de esos meses lo extrañé. La nostalgia de su dominio sobre mí en la cama, en el sexo. Haciéndome sentir la mujer más importante que he sido o experimentado ser. Carlisle siempre me reprendió por ponerme inferior, pues para él mi belleza era surrealista y perfecta en cada parte de mi cuerpo y hasta las puntas de mis cabellos. Su cara se inclinó y me miró. La punta de su cola acarició desde mi cintura hasta mis muslos. Era increíble, el sexo con ese cubo de todas las maneras posibles. Arfei tan pronto como pude, podía sentir que me succio
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos. Carlisle... Desafortunadamente Emme durmió profundamente, la debilidad la tomó para siempre. Y no alargamos nuestra conversación, sin embargo, quedarse con ella sería todo para mí. Pero yo tenía una batalla que luchar, y un mal. Por decirlo así. Para arrancar de mi trono. La observé por minutos con aquella noche nublada y pesada. Todo indicaba que las cosas tendrían que realizarse allí y ahora. Llevé mis dedos hasta aquel bello rostro y lo acaricié. Quería tomarla de nuevo en mis brazos y amarla todos los días y todas las horas. Mis ojos se dirigieron a ese anillo de compromiso, y sonreí de costado con una mirada melancólica. Dediqué mis dedos hasta aquella extensión de cuerpo, y llevé mis labios hasta su hombro. Y acaricié con un beso. Me levanté dejándola allí, y me fui de la cama a la ducha. Lo conecté y me di una ducha fría, enfriando ese cuerpo caliente después de un sexo alucinante. Moví mis hombros, chasque
Mavie... Cuando Carlisle entró en esa reunión, yo me estremecí por dentro. Verlo nuevamente allí con todos, me dejaba aliviada y extasiada. Lo miré largamente, que me retribuyó. Aún me sentía culpable por todo lo que lo había causado. Sin embargo, me desvié y me concentré en lo que iba a hacer y cómo iba a hacerlo. Después de horas de reunión, Hermes salió y trajo a un personal crucial a nuestra reunión. Eliza entró allí dejando algunos íncubos y súcubos sorprendidos. Pero estaba de nuestro lado, ayudándonos en todo y fue ella que salvó las manos de Millo. Además de Denver y Samall y luego a mí. No le gustaban las decisiones de Rex, y decidió volverse contra él. Siendo una espía para nosotros, Eliza, aún sentía algo por Carlisle. Lo vi en sus ojos. Pero sabía que no obtendría nada, sin embargo, aún era fiel a nuestro jefe y permanecería así como dije al principio. –Sé que Rex, quiere más que ser el cabeza de hierro... –Suspiró ella. Carlisle la miró y dijo: –Soy co
Carlisle... –No tienes que disculparte conmigo... –Dije desviando mi mirada. Y percibiendo a las mujeres de aquel grupo observándome, suspiré y vi a Sarah acercarse. –¿Puedo ir contigo? ¿Sabes que sé pelear? –Se agarró a mi abrigo con un clamor en la mirada. –Sarah, mejor quédate con tu madre. las cosas no van a salir bien a la hora de la pelea... –Percibí a su padre torpemente con nuestra unión, pero entendió bien que ahora ella era mi protegida. –Pero ahora eres mi maestro. Y tengo que seguirte, así como tus manos! –Sostuve tus muñecas y demoré en tener la respuesta apropiada. –Como maestro, tengo que cuidar de ti Sarah... –Solté sus manos de mí, y balanceé la cabeza hacia su madre que entendió y la tiró lentamente hacia atrás. –... Usted todavía es muy joven. Tienes mucho por lo que vivir, no quiero verte morir por Rex. –Pero yo consigo... –Suplicó. –Sé que puedes. Pero cuando madures más, y te voy a llevar a una brigada... –Sonríe suavemente y la misma no parecía aceptar. –