—¡Maldita sea! ¿¡No sabes tocar la puerta!? —gritó Sebastián. Ahora tenía la seguridad de que la joven italiana no tenía nada con Oliver, pero eso no solucionaba su problema de celos. Porque él había escuchado claramente los descarados gemidos de la mujer, así que estaba seguro de que algo había pasado entre ellos.
—Por supuesto que sé tocar, no tengo la culpa de que seas sordo. Además, si vas a tirarte a Oliver en tu oficina, ten la responsabilidad de cerrar la jodida puerta —rebatió Victoria sin inmutarse.
Oliver por su parte estaba rojo como un tomate y lo peor de todo ¡Tenía los pantalones manchados de su reciente corrida! Se sintió avergonzado de su comportamiento. Sebastián ni siquiera lo había tocado sexualmente. Solamente… «Tuvo que golpearte el culo y te corriste como un adolescente», pens&
La mirada de Caleb Belmont se deslizó por el cuerpo perfecto de Victoria. «Tengo que reconocer que eres más ardiente que el sol. Mujer vulgar», pensó.Se puso de pie y caminó para ir a su encuentro y antes de que pudiera decirle una sola palabra, ella giró para verlo y la respiración se le atoró en el pecho. Era una puta diosa en todo el sentido de la palabra.—Cierra la boca o te entrarán moscas —se burló con una sonrisa sexy—. Parece como si nunca hubieses visto a una mujer —añadió.Caleb había visto a muchas mujeres en su vida y había estado con un sinfín de quienes no podía recordar absolutamente nada, pero tenía la impresión de que esta mujer delante de él; era la excepción a la regla. Estaba seguro de que Victoria era de las mujeres que dejan huella por donde pisan.—Te ves&hel
Sebastián miró a Oliver y lo miró como si fuera la primera vez que se vieran. Sentía la necesidad de hacer muchas cosas con él. Cosas que nunca antes pensó en hacer, nunca sintió la necesidad de sentirse más unido a otro ser humano, como le sucedía en ese momento con él—¿Qué sucede, por qué me miras así? —preguntó Oliver, sintiéndose de repente abrumado por la intensidad de la mirada de Sebastián.—¿Cómo te estoy viendo? —le preguntó.Sebastián llevó el dorso de su mano y acarició la mejilla de Oliver con… ¿Ternura?—Có-cómo si quisieras, co-comerme —tartamudeó el joven cerrando los ojos instintivamente.—Y es que quiero comerte, Oliver, completito —aseguró antes de tomar su boca en un fiero beso.
Sebastián había dicho que no todo era sexo y lo que tenían era mucho más que simple sexo, pero tener a Oliver sobre su cuerpo le hacía olvidar por un momento sus propias palabras.—¿Sebastián? —Oliver restregó su dura polla contra la pierna del hombre.El agua podía disimular lo que pretendía, pero sabía perfectamente que Sebastián podía adivinar lo que quería.—Eres una jodida tentación, quiero hacer las cosas bien, Oliver. Quiero disfrutar contigo mucho más que…—Sexo, lo sé. Pero no puedes pretender que deje de sentir este fuego voraz que me atormenta y que nace de mis entrañas. Entiendo muy bien lo que me has dicho y no sabes lo feliz que me haces, Sebastián, pero ahora mismo solo deseo que te entierres en mi interior y me demuestres con hechos lo que sientes por mí —le provoc&
—¿Eres gay? ¿Te gustan los hombres? —preguntó Maya viendo con ojos desaprobatorios a Sebastián y con furia a Oliver.—No voy a tener esta conversación contigo aquí y a oídos de todo el mundo, Maya —respondió el hombre mirando como Oliver se alejaba un paso de él—. No te atrevas a dar un solo paso más —añadió haciendo que el muchacho se quedara quieto.—Creo que esto se salió de control —susurró.—Pues me importa una mierda lo que tú quieras, me importa una mierda que el mundo escuche. ¡Me estás engañando con un hombre y no cualquier hombre! ¡Oliver es mi hermano! —gritó roja de la rabia.Sebastián la tomó del brazo y la arrastró al ascensor.—Victoria, cuida de Oliver y no le dejes hacer o decir ninguna maldita idiotez —le gruñó mientras pasaba a su lado.—¡Suéltame! —exclamó Maya, pero no hubo poder humano que lograra hacer que Sebastián la soltara.—Cálmate Maya, estás poniéndote en ridículo. Nunca te ofrecí nada más que una amistad y tú la aceptaste —Sebastián sentía la ira correr
Oliver miró a Victoria, pero ella se encogió de hombros. Realmente no estaba en posición de poder ayudarlo.—Victoria y yo podemos ir a un hotel —dijo el muchacho.Sebastián se frenó y se giró para verlo.—¿De verdad? —preguntó el hombre con las cejas elevadas y un rictus en los labios.—Sí, podemos quedarnos en un hotel, creo que por hoy…—Hablaremos en el departamento, Oliver —le interrumpió el hombre, mientras luchaba para no sacar lo peor de él en ese mismo momento.Oliver y Victoria caminaron en silencio detrás del mayor y una vez en el ascensor. El joven trató de alejarse de Sebastián, pensando que estaba siendo discreto.Sebastián apretó los dientes y por un momento pensó que iba a romperlos por la fuerza ejercida, pero no habló durante el corto trayecto.—¿Dónde dormirá Victoria? —fue la primera pregunta que Oliver hizo para tratar de evadir la conversación que estaba por venir.—Hay una habitación de invitados, ella puede quedarse todo el tiempo que quiera —anunció y no lo ha
Sebastián abrió los ojos apenas Oliver se marchó de la oficina. Estaba intrigado por la actitud del muchacho, ¿qué había sucedido para que se apartara de él tan abruptamente?Se puso de pie y caminó de un lado en la habitación, estuvo tentado a salir detrás de él y preguntarle, pero antes de quedarse dormido había estado pensando en lo difícil que tenía que ser para Oliver encontrarse entre la espada y la pared.Y el como un hombre adulto debía darle su espacio, debía comprenderlo y apoyarlo en todo lo que le fuera posible y en medida de que el muchacho se lo permitiera, ¿no era eso lo que se hacía por amor?Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de su móvil, no quería responder y de hecho no lo hizo hasta el quinto intento de Maya.—¿Qué es lo que quieres, Maya? —preguntó sin saludar.—Estoy en el hospital, he sufrido un accidente anoche de camino a casa, por favor ven.—¿Estás bien? —preguntó por cortesía.—Sí, es lo que creo, el doctor me ha estado haciendo varios cheq
Sebastián respiró de manera profunda para no gritarle allí mismo a Oliver todo lo que pensaba de Maya y Ariadne e incluso lo que estaba pensando de él. Él no comprendía cómo era que Oliver no se daba cuenta de que todo era un plan con maña, y lo que era peor. Oliver estaba creyendo que con sacrificarse y terminar la relación que tenían iba a hacerle cambiar de opinión con respecto a Maya, como si los sentimientos fueran como una muda de ropa o que llegaba y se iban por arte de magia. —Ven, conmigo —dijo como única respuesta, antes de arrastrarlo por los pasillos del hospital, importándole una m****a llamar la atención de la gente que vivía pendiente de la vida ajena, menos de su propia vida. —¡Suéltame, Sebastián! —gritó Oliver al darse cuenta de las intenciones del hombre. Él no quería estar a solas con Sebastián y mucho menos estar en un sitio cerrado, porque la decisión de dejarlo le estaba carcomiendo el corazón, pero también estaba la promesa que le había hecho a su hermana.
Sebastián permaneció un largo tiempo sentado dentro de su auto en el estacionamiento del edificio. Quizá con la esperanza estúpida de que Oliver corriera detrás de él; pero el chico ya había tomado una decisión y aunque a él le costara aceptarlo debía hacerlo.Eso no quería decir que estuviera de acuerdo, pero se había prometido respetar la decisión que Oliver tomara con respecto a su relación.Lo que le dolía en el alma, era saber lo poco que significaba su amor para el muchacho. Pensó que quizá era el karma, porque jamás en su puta vida se había enamorado.Jamás había involucrado su corazón con nadie y ahora no solo se había enamorado, sino también lo había hecho de un hombre. ¡Un hombre! el solo pensamiento debía disgustarlo, pero él no era un hombre que se arrepintiera de sus elecciones.Oliver había robado su corazón, el muy cretino se le había metido por los ojos, lo había seducido. Lo había besado, le había hecho sentir el puto amo del mundo y ahora lo enviaba al infierno sin n