Al día siguiente, Juan Miguel, salió de casa después del desayuno, así que Julia, decidió caminar un poco por el campo. Extrañaba sentirse en armonía con la naturaleza, acariciar las flores y disfrutar del ambiente relajado que le ofrecía el campo. Lo necesitaba, necesitaba aquello, después del cambio tan drástico que había dado su vida.
No compartía mucho con su esposo, él salía muy temprano y volvía tarde, cosa que le agradecía y lamentaba que no se quedara a dormir también fuera, eso le habría ahorrado su compañía nocturna.
Después de tanto caminar, se encontró dando los últimos pasos para llegar a aquel pequeño valle, el lugar donde se encontraba a escondidas con Héctor.
Héctor. . . su amor, su único y verdadero amor, cuánto le extrañaba, cuánto le dolía no tenerlo a su lado. Si sus planes hubiesen seguidos como los había hecho, a estas alturas sería la prometida oficial de Héctor Rojas, y sin duda alguna la mujer más feliz de todas.
Se
Dos meses han transcurridos desde que Julia, se convirtió en la señora Centeno de las Casas. Les han invitado a algunas fiestas, a todas ha tenido que asistir de brazo de su esposo. En algunas ocasiones se ha cruzado con Héctor en el pueblo, pero se ha visto incapaz de sostenerle la mirada, por lo que agacha su cabeza y sigue su camino.Aquella mañana despertó con un terrible malestar, quizás estuviese enferma. Afortunadamente al despertar se descubrió sola, su esposo se había marchado muy temprano. Intentó ponerse en pie pero no lo consiguió, se mareó y unas terribles nauseas le revolvieron el estómago, por ello se dejó caer en la cama nuevamente, mientras cerraba los ojos para intentar calmar el malestar.Tras varios intentos para ponerse de pie, decidió que lo mejor era permanecer en cama. Habían transcurrido dos horas desde que despuntó el alba cuándo un llamado a la puerta de la habitación la sobresaltó.-Julia. . . ¿pue
Las semanas han ido avanzando de forma serena, para Julia, no hay mayor placer que despertarse y verse reflejada en los hermosos ojos café de su hija; su pequeña Bautista, así la llamaron, por petición de su padre. Julia, hubiese querido ponerle un hombre más bonito, pero nada ganaría discutiendo con su cruel esposo.Bautista, llenaba sus días de una alegría desconocida. El parto fue terriblemente doloroso, de hecho llegó a pensar que moriría en él, pero afortunadamente Dios había sido bueno y le había dejado conocer a su pequeña. Ella era la adoración de ambas familias, podía decirse que era el bebé más amado que se hubiese conocido en el pueblo de cariaco.La madre de Julia, adoraba a esa criaturita y se dedicaba a ella en cuerpo y alma, sus tías maternas no hacían más que mimarla, y Rosario l
La vida en la capital era horriblemente espantosa. La vida de Julia, si hasta el momento había sido insoportable, ahora se había convertido en un infierno. Juan Miguel, la había llevado a vivir a un lugar horrible donde comenzaban a construir casas, porque el lugar estaba casi vacío, allí no conocía a nadie, sus vecinos eran callados y distantes, no tenía con quien conversar, su único consuelo era su pequeña Bautista.Pero por si todo aquello fuese poco Juan Miguel, desaparecía por días enteros dejándola sola con su hija en aquel espantoso lugar.La había sacado de aquel maravilloso campo, un pueblo tranquilo lleno de personas cariñosas, la había alejado de su familia, para dejarla aquí. Dónde no tenía a nadie, dónde no conocía a nadie, dónde no había nadie que le ayudase con su niña. . . no comprendía lo que sucedía con él. Le echaba en cara sus infidelidades y no es que le importara mucho, pues no lo quería en lo más mínimo, pero era humil
Los años transcurrían y el tiempo no ayudaba a Julia a sentirse mejor o a tolerar más a su esposo. El hambre, los malos tratos y las ofensas continuas nunca acaban y por más que hacia todo para que Juan Miguel, se sintiese bien, no lograba nada.Se volvió un ser triste, sombrío, desganado e infeliz, lo único que hacían llevadero sus vidas y de lo que no se arrepentía era de sus hijos: Bautista, Margarita, Félix (en honor a su abuelo paterno), Francisco (en honor a su abuelo materno), Rubén y ahora esperaba un nuevo bebé que estaba próximo a nacer.Era horrible que él la tocara, pero producto de ello eran sus hijos. Le había dicho a su madre que no deseaba embarazarse más, pero ella le dijo que debía dar a luz a cuanto hijos Dios le mandase.Lo cierto es que a sus casi veinticuatro años estaba a la espera de su sexto hijo y había perdido a dos, no es que no fuese feliz de ver sus hermosas caritas, pero su esposo era tan mal pa
Los años transcurrían y el tiempo no ayudaba a Julia a sentirse mejor, o a tolerar más a su esposo. El hambre, los malos tratos y las ofensas continuas nunca acaban y por más que hacía todo para que Juan Miguel, se sintiese bien, no lograba nada.Se volvió un ser triste, sombrío, desganado e infeliz, los único que hacían llevadera sus vidas y de lo que no se arrepentía era de sus hijos: Bautista, Margarita, Félix (en honor a su abuelo paterno), Francisco (en honor a su abuelo materno), Rubén y ahora esperaba un nuevo bebé que estaba próximo a nacer.Era horrible que él la tocara, pero producto de ello eran sus hijos. Le había dicho a su madre que no deseaba embarazarse más, pero ella le dijo que debía dar a luz a cuanto hijos Dios le mandase.Lo cierto es que a sus casi veinticuatro años esta
Juan Miguel, no lo negó. Aceptó con la cara muy fresca el hecho de haberla engañado con su sobrina. Ese día recogió las cosas que tenía en aquella humilde casa y le aseguró que se mudaría con Inés, pero aseguró que seguiría viniendo, en consecuencia que se comportara como lo que era; una señora casada.Le indignó el hecho de que le recordara constantemente que era casada, cuando era precisamente él quien parecía olvidar su estado civil. No le dolía en lo más mínimo que él se marchara de la casa, a fin de cuentas siempre había sido solo un nombre, un personajes que aportaba poco a aquella familia, así que desde ese momento debían organizarse bien, pues si antes era difícil sobrevivir con lo poco que daba, ahora que se había ido a vivir con Inés y que seguramente dejaría de aportar lo poco que daba al hogar, seguramente necesitarían ajustar un poco más cómo se alimentaban.
La visita de su hermana Cecilia, la había tomado por sorpresa.-¡Ceci!- exclamó echándose a sus brazos.-Querida Julia- la estrechó con fuerza- hermana mía. . .-¡Qué bueno verte!- la miró a través de una cortina de lágrimas- es tan bueno que estés aquí.-Yo estoy feliz de verte, hermana. Pasemos, te buscaré un poco de agua.Ya sentadas en una destartalada silla, Cecilia la miró con profunda tristeza.-¡Qué sucede?- le preguntó ella sonriendo.-Estoy tan avergonzada contigo.-No, no hermana. No tienes motivos para sentir vergüenza.-Por supuesto que si. No entiendo como Inés, fue capaz de hacer algo así- gimió- me esforcé por educarla, por hacerla una buena chica, ¡cómo hace esto?-Son cosas que suceden, no es tu culpa hermana- la reconfortó, apretándole las manos con fuerza.-Lo siento tanto Julia,
Las cinco semanas siguiente Julia coincidió varias veces con Eliott, y cuando no lo hacia su comadre Rosa, le pedía con cualquier excusa que fuese a su casa y allí lo encontraba. Sin duda alguna era un hombre maravilloso, tierno y muy buena compañía, a pesar de llevarle tantos años de diferencia, Julia se sentía maravillosamente cuando estaba con él. Esa alegría fue opacada cuando descubrió que nuevamente estaba embarazada de Juan Miguel.Había comenzado a plantearse la posibilidad de darle un giro a su vida, de irse con aquel hombre aun en contra de las reglas morales, de todo lo que le habían enseñado, aun en contra de la culpa que pudiese sentir ella, pero sintió que todo se vino abajo, cuando descubrió ese nuevo embarazo, y es que a pesar de que tenía emanas de que él no la tocaba, al menos no de ese modo tan intimo, se imaginó que había quedado en cinta, la ultima vez que él la había tomado.Recordó aquella vez que había hablado con Eli