Los años transcurrían y el tiempo no ayudaba a Julia a sentirse mejor, o a tolerar más a su esposo. El hambre, los malos tratos y las ofensas continuas nunca acaban y por más que hacía todo para que Juan Miguel, se sintiese bien, no lograba nada.
Se volvió un ser triste, sombrío, desganado e infeliz, los único que hacían llevadera sus vidas y de lo que no se arrepentía era de sus hijos: Bautista, Margarita, Félix (en honor a su abuelo paterno), Francisco (en honor a su abuelo materno), Rubén y ahora esperaba un nuevo bebé que estaba próximo a nacer.
Era horrible que él la tocara, pero producto de ello eran sus hijos. Le había dicho a su madre que no deseaba embarazarse más, pero ella le dijo que debía dar a luz a cuanto hijos Dios le mandase.
Lo cierto es que a sus casi veinticuatro años esta
Juan Miguel, no lo negó. Aceptó con la cara muy fresca el hecho de haberla engañado con su sobrina. Ese día recogió las cosas que tenía en aquella humilde casa y le aseguró que se mudaría con Inés, pero aseguró que seguiría viniendo, en consecuencia que se comportara como lo que era; una señora casada.Le indignó el hecho de que le recordara constantemente que era casada, cuando era precisamente él quien parecía olvidar su estado civil. No le dolía en lo más mínimo que él se marchara de la casa, a fin de cuentas siempre había sido solo un nombre, un personajes que aportaba poco a aquella familia, así que desde ese momento debían organizarse bien, pues si antes era difícil sobrevivir con lo poco que daba, ahora que se había ido a vivir con Inés y que seguramente dejaría de aportar lo poco que daba al hogar, seguramente necesitarían ajustar un poco más cómo se alimentaban.
La visita de su hermana Cecilia, la había tomado por sorpresa.-¡Ceci!- exclamó echándose a sus brazos.-Querida Julia- la estrechó con fuerza- hermana mía. . .-¡Qué bueno verte!- la miró a través de una cortina de lágrimas- es tan bueno que estés aquí.-Yo estoy feliz de verte, hermana. Pasemos, te buscaré un poco de agua.Ya sentadas en una destartalada silla, Cecilia la miró con profunda tristeza.-¡Qué sucede?- le preguntó ella sonriendo.-Estoy tan avergonzada contigo.-No, no hermana. No tienes motivos para sentir vergüenza.-Por supuesto que si. No entiendo como Inés, fue capaz de hacer algo así- gimió- me esforcé por educarla, por hacerla una buena chica, ¡cómo hace esto?-Son cosas que suceden, no es tu culpa hermana- la reconfortó, apretándole las manos con fuerza.-Lo siento tanto Julia,
Las cinco semanas siguiente Julia coincidió varias veces con Eliott, y cuando no lo hacia su comadre Rosa, le pedía con cualquier excusa que fuese a su casa y allí lo encontraba. Sin duda alguna era un hombre maravilloso, tierno y muy buena compañía, a pesar de llevarle tantos años de diferencia, Julia se sentía maravillosamente cuando estaba con él. Esa alegría fue opacada cuando descubrió que nuevamente estaba embarazada de Juan Miguel.Había comenzado a plantearse la posibilidad de darle un giro a su vida, de irse con aquel hombre aun en contra de las reglas morales, de todo lo que le habían enseñado, aun en contra de la culpa que pudiese sentir ella, pero sintió que todo se vino abajo, cuando descubrió ese nuevo embarazo, y es que a pesar de que tenía emanas de que él no la tocaba, al menos no de ese modo tan intimo, se imaginó que había quedado en cinta, la ultima vez que él la había tomado.Recordó aquella vez que había hablado con Eli
Cuatro meses pasaron en los que la vida de Julia, se debatía entre la vida y la muerte. Después de los primeros avances la pobre había empeorado, la infección se había extendido y tuvieron que cambiarle de antibióticos dos veces, pues los que le estaban suministrando, ya no le hacían ningún efecto.Sus hijos más pequeños padecieron el maltrato de su prima- madrastra. En presencia de Juan Miguel los trataba de mil maravillas, pero cuando el hombre no estaba ellos eran el blanco de sus maltratos y desprecio.En el hospital los hijos más grandes se encontraron muchas veces con Eliott, la mayoría expresaba su agradecimiento con el hombre, puesto que les ayudaba mucho con los gastos pertinentes a Julia. Sin embargo el malhumor y carácter de Bautista, no se hizo esperar. Un día ella llegó después de hacer una guardia nocturna, se encontró con Margarita y Félix que estaban en la visita, acompañados de Eliott.-¿Qué hace este hom
Julia, se quedó observando lo hermoso de aquel bello lugar. El color verde inundaba la vista, el aire completamente puro, las aves cantando, las flores mostrando todo su esplendor, el sonido del arroyo cercano, sus ojos se cristalizaron, era todo tan lindo, mejor de lo que lo hubiese esperado. La bonita y espaciosa casa, se erguía orgullosa entre aquel verdor, los animales corriendo; gallos, gallinas, patos, pavos. Gallinas con sus hermosos polluelos, perros, gatos. Aquello era como el paraíso para ella.-¿Te gusta?- le preguntó Eliott con dulzura, mientras le tocaba el hombro.-¡Es tan hermoso!-gimió- ¡es más bello de lo que me esperaba!-Y aún no has visto ni la mitad- le dedicó una hermosa sonrisa- Vamos a dejar el equipaje y te mostrare el lugar.Le sorprendió que la casa estuviera vacía.-¿Vives solo?- sus lindos ojos se encontraron con la mirada verdosa de él.-No ahora mi
Dos semanas tenía en aquella tierra mágica, sus días eran alegres y llenos de actividad, disfrutando del campo, de las flores, de los animales y del tan extrañado olor matutino a café. Y por las noches, no había mejor experiencia que dormir rodeada de los brazos del hombre que amaba, sintiéndose dichosa y feliz de poder compartir su vida junto a él. Aunque para el mundo estuviese mal que ella, una mujer casada viviera junto a un hombre que no era su marido, estaba resuelta a ser feliz, a no dejarse llevar por lo que dijeran los demás.Se desvivía por hacerlo feliz, le preparaba sus comidas favoritas, sus postres favoritos, atendía la casa, con todo con un amor inmenso para poder retribuir un poco la inmensa felicidad que le regalaba. Aquella mañana se encargó de preparar torta de castañas; su favorita. Así que para después de la comida, le entregó un trozo con un vaso de café con leche.-Te encanta consentirme, mujer.-Si- le
Después del entierro Julia y Clara, tuvieron una seria discusión ya que Clara, quería realizar las gestiones para que se le entregara a Julia, las propiedades de Juan Miguel, además del dinero en las cuentas bancarias, pero Julia aseguraba que no necesitaban nada de eso, que no habían venido al mundo con dinero debajo del brazo, y cuando llegara el día de morir no se llevaría nada, que no quería nada de Juan Miguel.-¡Pero es tuyo!- gimió Clara frustrada-¡Es nuestro, no de ella y de sus hijos!-Son tus hermanos Clara.-Medios hermanos, además no te digo que los dejes sin nada, al menos no a ellos, porque Inés, no se merece absolutamente nada. Tú tienes derecho a ese dinero.-No lo quiero- dijo Julia firme, ese dinero no me hará feliz, entiéndelo Clara, lo único que me hace feliz es estar en el campo junto a Eliott, es allí donde quiero estar, el dinero no compra felicidad.-No lo hago por avari
Julia, sonrió mientras se encontraba acostada en medio de las flores, mirando la inmensidad azul que estaba sobre ella, allí donde habita el creador, ese que nos otorga el regalo de la vida, y nos da oportunidad de vivirla como queramos, aunque no todos podamos hacerlo precisamente así. Suspiró porque era feliz, inmensamente feliz, tan feliz como puede serse. Tan feliz como jamás llegó a ser nunca.Su mirada se llenó de brillo al pensar en lo afortunada que era en ese momento, es cierto, la felicidad llegó un poco tarde, pero como solía decir su madre "Nunca es tarde cuando la dicha es buena" y la dicha que sentía en ese momento era muy, muy buena.Le dio gracias a Dios, porque a pesar de que los años habían transcurrido, de que su piel ya no era bonita y firme, Eliott seguía amándola, seguía haciéndola reír, llenándola de detalles, de chistes, de sonrisas, de tímidas caricias, esas de las que muchos pensarían que a su edad ya no se disfruta