Capítulo 35.

—¡¿Qué demonios pudo salir mal?! — grito el cazador a la loba.

Y que la noticia de que el alfa real se había recuperado milagrosamente no tardo en llegar a sus oídos poniéndolo furioso.

—No lo sé. — susurro la loba con temor.

El cazador la vio enfadado y la culpa a ella por el fracaso en su plan.

—¿Quién es su destina? — le pregunto tratando de buscar la calma, ya que sabía que en cualquier momento explotara.

La loba tragó nerviosa, por el hecho de que tampoco lo sabía y si le da una negativa, muy probablemente la golpeará.

—Nadie lo sabe. — le dijo ella con la cabeza galla por temor.

El cazador se detuvo abruptamente por su respuesta.

Vio en su escrito el látigo que usa en los lobos cuando se está enojado y busca sacar su frustración golpeándolo hasta casi matarlo.

Pero en ese momento lo único que quiere es matar a la loba frente a él que no ha servido para nada.

Así que sin pensarlo toma el látigo y sin contemplación le deja ir un latigazo.

Pero lo peor no es eso, sino