NATASHAEl hombre no dijo ni una palabra, solamente entró en el apartamento como si fuera el dueño del lugar.¿Pero, qué?—Disculpe, ¿quién es usted? —me giré para verlo.Me ignoró por completo, pues parecía estar buscando algo o a alguien. Estaba parado en medio de la estancia y únicamente movió sus ojos por toda la habitación.Luego de eso, fijó su mirada en mí. De nuevo me congelé, pues esos ojos fríos me escanearon de un modo sombrío.Cuando terminó su observación, se movió de nuevo, devuelta a la puerta donde estaba yo. Me quedé de piedra cuando se acercó, pero él, ya no me prestaba atención.¿Por qué estaba temblando? Ya ni me estaba viendo, era claro que yo no era el objetivo por el que vino.Ni siquiera sabía quién era el hombre, era la primera vez que lo miraba, así que no debía tener temor de su presencia. Pero… Aquellos hombres tampoco los conocía, y, sin embargo, intentaron secuestrarme, y… ¿Si él, también había venido a eso?Retrocedí un poco cuando su distancia fue más es
ALESSIO—Si digo que no quiero que te entrometas, es por algo —dijo, después le dio una calada a su cigarro.Ha vuelto a fumar, incluso ahora estaba bebiendo más que antes, eso lo supe por Anto; dijo que nuestro padre tenía una apariencia terrible. Y ahora que lo tenía delante de mí, podía darme cuenta de ello, estaba ojeroso y cansado.Quisiera no desobedecerlo, pero no podía evitarlo. No podía quedarme en casa viéndolo como se consumía en el alcohol mientras mi madre seguía en una cama, apartada de todos, ajena lo que pasaba allí afuera.—Sé a lo que te refieres, ya no soy un niño.—Me sigues demostrando lo contrario.Le dio varias caladas más a su cigarro y luego lo tiró al suelo para pisarlo con su bota.—Pensé que habías dejado el cigarro —comenté sin pensarlo.Me ignoró luego de echarme una mirada disgustada. Sabía perfectamente que no le gustaba que lo cuestionaran o le dijeran algo sobre sus malos hábitos.—Tú, y Antonella, regresarán a Italia conmigo. —Sacó su celular y comenz
ALESSIO—Te quiero fuera de este lugar —dijo la voz de mi padre.Había llegado al club, y estaba por entrar a la oficina principal, pero me detuve cuando escuché su voz.—¿A caso estás celoso, cariño? —la voz melosa de Narkissa se oyó a través de la puerta.—No digas estupideces —gruñó mi padre. —Sabes bien que tú no significas nada para mí, por mí puedes podrirte.Un silencio perpetuo se instaló adentro de esa habitación. Puse la mano en la perilla de la puerta pues estaba por entrar; sin embargo, ella le respondió.—Eso no decías antes. En nuestros tiempos la pasamos increíble juntos y nunca te quejaste de ello. Pero decidiste cambiarme por esa…—Cuida lo que vas a decir o harás que te cierre la puta boca para siempre —la interrumpió bruscamente.—Pero mi amor, mi diablo —le dijo, al momento que se escucharon unos pasos.—Que ni se te ocurrá tocarme otra vez, porque a la próxima responderé y no será de una forma agradable para ti.—No te atreverías a hacerme daño.—Ponme aprueba y l
NATASHAEsto que estaba teniendo con Alessio era único, demasiado precioso para ser real; sin embargo, lo era, y no quería que nunca acabara. Habíamos ido juntos a las carreras, pues era algo que él acostumbraba a hacer los sábados por la noche, yo le dije que tenía que trabajar, si no me iban a echar; pero Alessio saco ese lado presuntuoso suyo, y le advirtió a la nueva encargada que no se le ocurriera ni siquiera tocarme porque en verdad iba a conocerle.Esos hombres daban mucho miedo, siempre se la pasaban amenazando a todo mundo, y a veces no necesitaban decir algo con una mirada suya, ya estaba todo dicho y resuelto.Lo mismo pasaba con su papá, ese hombre sí que daba miedo. Más, sin embargo, logre ver su faceta paternal, que para mí fue lo mejor visto en una relación de padre e hijo. Yo pensaba que todos los mafiosos eran crueles, no solo con sus enemigos, sino también con sus familiares. Pero el señor Dante era la prueba de que todo lo que existía en ese mundo no era asqueroso.
NATASHAAlessio me sostenía con tanta firmeza contra su cuerpo, mientras me besaba. Su boca bajó hasta mi cuello y luego hasta mis pechos, un jadeó alto se me escapó de entre los labios.—Ale… —musite, pero no hice nada por apartarlo.Me senté arriba de su regazo con ayuda suya y comencé a menearme sobre su miembro erecto. Introdujo su mano por debajo de mi falda e hizo a un lado mi braga para tocar mi punto sensible.Está vez gemí tan alto que si hubiera alguien aquí, claramente sabría qué estaba pasando en esta habitación.Pero no me preocupé por ello, sabía que Alessio y yo estábamos solos, Antonella y Stefano estaban con el padre de Ale.Mis movimientos fueron muy precisos, así que estaba a punto de chillar en súplica por pedir más.—Dame exactamente lo que me gusta, córrete para mí, mi amo. —Me dijo, sonreí antes de tomar sus labios para besarlo.¡Oh por Dios!Era tan caliente y dulce a la vez, no importaba si estuviéramos teniendo sexo o no.—Quiero hacerlo… pero contigo dentro
ALESSIOFinalmente, mi padre, Antonella y Stefano, volvieron a Italia. Ahora ya podía comenzar con lo que tenía planeado, lo primero era viajar hasta Las Vegas.—Me siento privilegiado —dijo Santi, en modo de broma.— Pues disfrútalo, no todos los días ves a un Mancini pidiendo favores —respondí.—Sin duda lo haré. —Asintió. —Sacaré provecho de esto.—El efecto que causa el enamoramiento por mi hermana te ha dañado las pocas neuronas que tenías.—Si jódete.Antes sé que mi padre se fuera, tuve que pedirle algo de ayuda a Santino, con respecto al viaje que tenía planeado hacer.A mi padre le tuve que decir que reuniríamos información, una vez tuviéramos algo se lo haría saber; eso quería decir, que él no estaba enterado sobre Las Vegas.Estaba arrastrando a Santi en esto, a pesar de su faceta de hijo recto aceptó acompañarme sin ninguna queja sé su parte.No estaba preparado para irme y dejar a Asha, así que decidí algo. Llevaba días quedándose conmigo en el apartamento de mi tío. Era
ALESSIOLa atajé hacia mí y la besé con fuerza. Camino con ella hasta la cómoda y la presionó contra el mueble. La tomó de los muslos y la levantó para sentarla sobre la cómoda.Su diminuta falda se sube, eso me daba más facilidad. Así que nomás hice a un lado su braga y metí dos dedos dentro de ella.—Ale… —jadeo.—¿Sí?No dejé de besarla en ningún momento. Con mi otra mano masajeaba uno de sus pechos. Bajé hasta ahí y por arriba de su escote devoré sus pezones, los cuales ya estaban duros.—¿Necesitas algo? — susurré después de subir devuelta a sus labios. —¿Quieres algo más de mí? —Ella asintió. —Dímelo, suplícame.—Te quiero dentro de mí, hazme tuya…Gimió mientras tomé una de sus tetas y la apreté. Podía sentir cómo perdía el control de su cuerpo, cómo se rompía de placer con cada una de mis caricias.No iba a tener suficiente de ella.Sin tomarme el tiempo de nada, liberó rápido mi polla, luego me enterré con fuerza. Envolvió sus piernas alrededor de mí y jadeó cuando la empujé
ALESSIOSantino y yo entramos a lo que era una bodega, al parecer era el sitio que usaban para reunirse con sus adversarios o más bien donde torturaban a sus víctimas. Lo que me sorprendió fue que, el lugar también lo utilizaban para entrenar, ya que de pasada me percaté que había una lona de luchas en un rincón de la habitación.―Esto no da buena señal, mira el lugar ―murmuro Santino, a mi lado.No podíamos echarnos para atrás, ya estábamos aquí. Simplemente, le eché una mirada de que guardara silencio y siguiera a los tipos que nos estaban guiando a la oficina de Rosso.Santino negó luego de mirarme de ese modo que acostumbraba a verme siempre que me equivocaba en algo.Era lo correcto, estaba seguro con el paso que estaba dando y con lo que estaba por hacer. Nadie me hará cambiar de parecer, quería esa pelea con Krait. Era la única oportunidad que tenía, otra seria en años, pues Krait era una vil serpiente que se arrastraba y se escondía fácil de sus enemigos, y sabía que los Manci