—Hola, Aura —la saludó con efusividad, como si la conociera desde hacía mucho tiempo.
La aludida frunció el ceño, preparada para tocar el botón de seguridad. Aquel extraño llevaba puestos unos lentes oscuros y parecía misterioso. No podía reconocerlo.
—¿Qué se le ofrece …? —Sabía que los guardias le habrían hecho una requisa de armas, sin embargo… -. No lo recuerdo.
—Oh, es que hace mucho que no vengo, soy amigo de Emma. —Le mostró un paquete de bombones—. Vine a dejarle este presente, ¿me puedes anunciar, por favor?
—Lo siento, la señorita no se encuentra por ahora. —No dejó de hablar con duda, pero al menos tenía opción de echarlo disimuladamente. Sabía que ese tipo jamás había estado ah
Aura no había querido decirle nada y eso lo ponía histérico como el infierno. Se fue del maldito edificio con más dudas que respuestas. Al parecer, ella no recordaba haber recibido a nadie aquel día. Pero sabía que estaba mintiendo, ¿estaría amenazada? Cómo iba a hacer para sacarle la verdad. Era una situación que empezaba a colmarle ya la paciencia. La próxima persona a la que iría sería a Alba. Solo esperaría a que por fin arregle su situación con Arthur y ya.Y hablando del rey de Roma y Arthur que… en fin.-Hola.No sirvió de nada, Alba no me quiere ver más… —lo oyó cabizbajo, del otro lado de la línea.Él sonrió, sabiendo que podía darle una mejor noticia.—Emma ir&aacut
Todo el cuerpo le temblaba y aún más cuando hacía aquellos ruidos extraños mezclados con llanto: sollozos, les decían. La anatomía actualmente inerte de Alex yacía ahí, junto a ella y tenía tanto miedo, que incluso ya sentía frío. No podía salir aún de la impresión de haberlo visto morir de esa forma, todavía no podía creerlo, pero sí que tenía ganas de salir corriendo de ese lugar.Se había quitado la atadura de su pie izquierdo y arrastrado como pudo buscando un celular. Sabía que lo tenía en su falda, así que fue directo hasta su ropa esparcida por el suelo. Claro, ahí estaba.Y sintió que el mundo estaba a su favor, ya que aún tenía señal. Prendió su localizador como pudo, limpiando sus dedos ensangrentados con la ropa. Tenía muchas llama
No sabía cuánto tiempo había pasado llorando, pero seguramente había sido mucho. Los ojos le ardían y podía sentir como si estuviesen hechos de cemento, pesaban como el infierno y ya no querían estar más tiempo.Desde la habitación de Alba se podía observar el sol del amanecer, ya que tenía una pequeña ventana alargada que dejaba a los rayos entrar a iluminar parte de la habitación. Había tenido que pagarle a un enfermero para que lo deje quedarse allí toda la noche. Estaba amaneciendo y podía sentir cómo el caliente astro rey le quemaba la espalda, aún por sobre el vidrio del ventanal.Enzo había entrado a la medianoche, justo después de que dejara Emma en la habitación contigua. Bueno, en realidad no sabía en qué habitación estaba, no le interesaba saberlo. En ese momento no
—Esa herida, ¿cómo te la hiciste?—Pues, yo …Nunca en la vida pensó que una pequeña mentira a los médicos iba a perseguirla ahí, hasta el maldito interrogatorio. Se mordió el labio, sin poder responder. Estaba viendo fijamente a Takemaru y pensaba en cómo salir de ahí lo más rápido que pudiera. ¿Por qué nadie le hablaba de la maldita cámara? Ahí debería ver claramente que fue un accidente y que, además, él quería matarla, en un principio.—¿Te la hizo alguien? —Encaró una ceja y parecía estar disfrutando de la situación. Después de tanto tiempo, aquella imbécil por fin había vuelto.Alex había sido el mejor amigo del juez que estaba a cargo de la resolución del caso, así
Había conocido por fin a su abogado y eso la ponía contenta. Estaba más tranquila, de hecho. Sabía que era un abogado excelente y mentor de Alba, así que esperaba que todo saliera bien.En la mañana, unas horas después de que se despidió de su familia, había acudido con él a hacerse los exámenes toxicológicos para comprobar que había sido drogada. Tuvo que contarle todo desde el principio, incluyendo el momento en que lo mata con aquella droga para dormirlo, pero él le supo decir que, al no existir pruebas de eso, y Alex declarando que había sido culpa de él, era muy posible que se tomara en cuenta el secuestro y alegrarían defensa propia. De esa forma, si la juzgaban, los cargos menores, quizás de meses o un par de años como máximo. Emma pensó que un par de años eran mejores que toda su vida.También tuv
—Cero por ciento de probabilidad paternal. —Movía el documento de arriba abajo, con gestos que denotaban impaciencia.No sabía si sentir odio o tristeza, pero sí que se veía traicionado y engañado por la única mujer que había amado en la vida.Ella se mantenía en silencio, sentada al otro lado de la mesilla de la sala. No decía palabra, únicamente observaba a un punto fijo en la nada. Era desesperante verla tan seria y sin expresión alguna. Alvaro bufó y dejó ir un poco de sus sentimientos sofocados en ese gesto. Sentía ganas de llorar, inclusive. Con los años, su carácter ya no podía aguantar cosas como esa.Como que su hija no era su hija. Aun después de tantos años, seguía maldiciendo a Sebastian, a Johana ya todo el que se interpuso entre ellos. Dejó los papele
El viento movía sus cabellos largos y castaños, secando el rastro de lágrimas que habían viajado silenciosas durante las últimas horas. Lloraba desde el alma, lloraba desde dentro, a veces hasta sin querer. Sentía un profundo vacío y depresión que se habían intensificado después de la dura actitud de Emma.Pero en ese momento tan fuerte de su vida, en donde no tenía ni ganas de pararse de ese pasto, ya no quería seguir peleando por quienes se iban o se quedaban con ella. Ni siquiera si se trataba de la Ortega.Se había quedado en silencio mientras observaba la tierra y recordaba todos los momentos vividos. Ese día había sido muy fuerte, todavía no lo podía creer. Después de todo, su pequeño feto se había ido. La única felicidad que tenía en su vida se había ido, por lo único q
«Julia se ha vuelto un cristal roto y sus pedazos se incrustaron en la piel de sus hijos»..Despedirse de su familia había sido un dolor terrible que le había costado más lágrimas.Es que ya no podía más, no podía un segundo más. Todo el maldito juicio se la había pasado llena de vergüenza, de miedo y de tristeza. Sus nervios estaban a punto de estallar. Inhalaba y exhalaba hondo, intentado calmarse. Sentía miedo, después de todo, sentía miedo. Al principio estaba resignada por la culpa de haberlo matado con alevosía y ventaja, pero en esos momentos tenía la película más clara y no lo recordaba así. Y también sintió la cárcel cerca. Si ese lugar era un calvario, no quería saber si la condenaban.—Perdóna