Luke entró a la habitación, observando que Hanna despertó con el ruido, se acercó a ella y besó su frente.— ¿Cómo te sientes? —cuestionó bajito.—Bien, espero que antes del mediodía me den de alta —susurró.—Espero que sea así —Luke la tomó de la mano.— ¿Necesita algo, señor? —Ralph se reincorporó, sin poder descansar.—Sí, es hora que vayas a descansar —dijo—, te estamos muy agradecidos por haber apoyado a la familia, pero ya te ves muy agotado. Ralph dio un largo bostezo.—Aun tengo fuerzas para seguir haciéndolo —aclaró.—No lo dudo, pero será mejor que duermas lo suficiente, para que descanses, acabo de solicitar un taxi, para que te lleve a la casa.El hombre se puso de pie y tomó su chaqueta.— ¿Está seguro?, Usted tampoco ha dormido nada.—Sí, anda a descansar, si deseas tomarte un par de días, hazlo.— ¿Usted le explicará al señor Alexander mi ausencia?Luke y Hanna sonrieron.—Estoy seguro que lo entenderá —respondió—, no te preocupes yo le explico que te di los días.—Nos
La tomó con delicadeza y la ayudó a recostarse a su lado, encendió su reproductor y buscó música para relajarse.—Descansa, prometo que estaré pendiente de los niños y de ti —explicó. —Tomó el medicamento que tomaba y un vaso con agua.En cuanto las suaves notas del piano se comenzaron a escuchar, acompañado de otros sonidos, Alexander encendió un viejo proyector que tenía guardado en la casa de sus padres, entonces un cielo estrellado en tonos azul celeste, negr0, acompañada de estrellas brillantes se reflejó.Madison sonrió, sintiendo una gran tranquilidad, cerró sus ojos para intentar dormir, esperando poder conseguirlo.—Gracias, siempre logras hacerme sentir mejor —mencionó bajito, hasta que logró quedarse dormida en profunda paz.Sin embargo, para Alexander, no fue así, su mirada estaba perdida entre aquellas proyecciones, cada que parpadeaba escurrían gruesas lágrimas sobre sus mejillas, sin parece tener fin.«Yo también hubiera hecho lo mismo», pensó para sí mismo. Se acercó a
Horas más tarde.Alexander ingresó a la habitación en donde hace un par de horas habían trasladado al señor Adam.—Me da mucho gusto que te estés recuperando, papá.—Es lo mismo que le dije —Hanna se limpió las lágrimas.—Gracias, hijos —mencionó aún débil, los observó abrazarse y dibujó una escueta sonrisa.—Vengo de hablar con el especialista que está a cargo de tu caso, si todo sale bien, en una o dos semanas podrás estar en… —Miró a su hermana sin haber pensado, en dónde lo llevarían.— ¿Qué ocurre? —preguntó él.—Deseamos estar pendiente de ti —Hanna mencionó de inmediato—, no nos hemos puesto de acuerdo Alexander y yo.El señor Adam frunció el ceño.—Puedo rentar un apartamento en el que estemos cómodos su madre y yo, después de aquel asalto, no creo que tu madre desee volver a nuestra casa, ni yo tampoco.Tanto Alexander como Hanna pasaron saliva con dificultad al escucharlo, por recomendación médica no podían decirle lo ocurrido.—Tienes razón, voy a buscarte un apartamento en
Al llegar al tercer piso, Mike exhaló un par de veces emitiendo una fina capa de vaho por sus labios, ingresó con rapidez, tiritando de frío.—Hace mucho no sentía tanto frío. —Tocó sus manos sintiéndose heladas.—Tienes razón —Isabella se asomó desde la cocina, luciendo un bonito vestido.Mike no pudo evitar recorrerla con su mirada.—Debes estarte congelando —refirió caminando hacia allá.Isabella dibujó una linda sonrisa en su rostro.—María tenía la ilusión de que fuera una cena como en las películas —dijo estremeciéndose.Mike movió su cabeza.—Voy a buscar el calentador —explicó—, lo tengo guardado en mi habitación.—Gracias. —Isabella volvió a la cocina.— ¡Mike! —María corrió hacia él al verlo. — ¿Te gusta como dejamos la mesa? —cuestionó.—Está muy linda —contestó.— ¿Me ayudas a encender las velas? —solicitó la pequeña.—Sí —Mike asintió.—Nunca había tenido una cena tan linda —expresó con emoción María.Mike sonrió.—Me alegra que te guste.Isabella sintió una mayor calidez
Alexander observó aquel cambio tan abrupto en el rostro de su esposa, con rapidez la estrechó con fuerza y buscó con su ensombrecida mirada hacia el hombre que había señalado.Agitó con rapidez una de sus manos, y en instantes el personal se acercó a ellos para investigar lo que ocurría, entonces Alexander sintió como el cuerpo de su esposa perdió fuerzas, desmayándose.— ¡Madison! —exclamó con preocupación.Uno de los hombres de su seguridad solicitó atención médica a la plaza.—¡Mami! —ambos pequeños se abrazaron con fuerza al verla sin moverse.Antes de que el personal médico llegara, la chica recuperó la consciencia, parpadeando con pesadez.—No te mueves —Alexander solicitó.— ¿Qué me pasó? —cuestionó.—Te desvaneciste.Sacudió su rostro y poco a poco se enderezó, miró a su alrededor.—Ese hombre estaba aquí —comentó con voz temblorosa.—Tranquila —Alexander acarició su mejilla—, ese sujeto está muerto —enfatizó—, confundiste a un cliente con él, tu mente te está jugando malas pa
Al ver que llegaban Alexander y Madison, Alison ladeó los labios y sonrió con satisfacción, buscó con la mirada a Luke y agitó su mano para que se aproximara.— ¿Qué ocurre? —cuestionó.—Llegó la caballería —Alison refirió orgullosa, ambos abrocharon sus abrigos y salieron para recibirlos.En cuanto la lujosa camioneta de Alexander se estacionó, un par de vehículos, lo hicieron detrás de ellos, siendo su personal de seguridad.—Muchas gracias por venir —Alison se acercó a la pareja, su azulada mirada se reflejó con los ojos color chocolate de Madison y le sonrió con cariño—. Bienvenidos.—Gracias —respondieron al mismo tiempo.Alexander observó su móvil y ladeó los labios satisfecho al ver que lo que había solicitado ya iba en camino.— ¿En qué podemos ayudar? —Madison indagó.—En mucho —dijo Mike—, a nombre de todas las personas que trabajamos aquí, les estamos muy agradecidos de su ayuda. Los guió hacia el interior en donde observaron las mesas ý las sillas apiladas sobre un muro.M
Cuando el sol entró por la ventana, Alexander frunció el ceño, en señal de incomodidad, giró hacia el lado de la cama donde Madison dormía y no la encontró.—Madison —dijo con voz ronca. Al no escuchar respuesta se puso de pie y se colocó su bata y sus pantuflas, al ver la puerta abierta de la cabina de la ducha, supo que no se encontraba ahí, por lo que luego de asearse, se asomó a la terraza y tampoco la vio.Se dirigió a la habitación de los pequeños y de igual manera encontró sus camas vacías, por lo que descendió hacia el único lugar que sabía que podían estar: la cocina. Con cada paso que daba al pisar las escaleras, su sonrisa crecía al escuchar sus carcajadas.Sin que los pequeños, ni Madison se dieran cuenta, se quedó recargado sobre un pilar de la casa, para seguir apreciando aquella maravillosa mañana.*—Yo creo que si le ponemos un poco más de chocolate a la mezcla, va a saber más rico —Noah dijo mientras tenía un batidor e intentaba darle vueltas en aquel boul.—No, no
—Basta de postergar lo que sea que tenga que saber —el señor Adam solicitó con la voz temblorosa— . Soy un hombre fuerte y puedo resistir lo que sea. —Tienes razón en lo que dices, no habíamos tocado el tema, por recomendación de médico —aclaró— . No porque deseemos ocultarte nada.—Será mejor que me retire —la señora Rosa se dio cuenta sin necesidad de saber más que lo que venía era doloroso y privado—. Mañana lo veo. —Tomó el carrito que llevaba y salió.—Ella falleció casi al instante —Alexander mencionó con voz trémula.—Lo lamento mucho, señor Adam —Madison manifestó con profunda tristeza—, nunca imaginamos que ese hombre sería capaz de provocar un atentado en su casa.Su corazón le dio un fuerte pinchazo, entonces respirar se volvió complejo, ante el cúmulo de lágrimas que comenzaron a escurrir de manera despiadada sobre sus blanquecinas mejillas.—Mi hermosa Alice, se ha ido —murmuró con dificultad y prosiguió llorando. Madison no pudo evitar sentirse culpable, si ese hombre