—El sonido del móvil del hombre que llamó a Alexander timbró, frunció el ceño con extrañeza y se movió de la puerta, el lugar que se había asignado para vigilar.— ¿Quién habla? —preguntó con voz áspera.—Soy Alexander Walton —manifestó.Abrió los ojos de par en par, entonces volteó hacia los lados para asegurarse no tener a nadie cerca.— ¿Cómo averigüo mi número? —indagó agitado.— ¿No adivinas? —preguntó.—Le dio aviso a la policía —susurró aterrado.—Bingo —contestó él—, quiero hacerte una pregunta, de eso depende tu futuro —indicó enérgico.— ¿Qué quiere saber? —pasó saliva con dificultad.—Dime… ¿De qué lado estás? — ¿Por qué me está haciendo esa pregunta? —indagó sin dejar de vigilar que nadie se acercara.—Por casualidad, vine de visita a Long Island. —Alexander inhaló profundo, deseando tener alguna respuesta certera. Sus manos sudaban frío.— ¿Están aquí? —preguntó agitado.Alexander ladeó los labios y sonrió, dirigió su verdosa mirada hacia el oficial de la policía, quien
Al ver que James se giró en su eje al escucharse aquel estrepitoso ruido, Madison aprovechó para abrir la puerta con rapidez, y salir de la habitación corriendo en dirección a el cuarto donde su pequeño Liam lloraba incesablemente y la llamaba.—¡¡¡Mamá!!! —gritaba con gran desespero, pateando la puerta con sus pies y sus manos.En cuanto abrió la puerta, y al no tener claridad de lo que ocurría la cerró colocando el pestillo.—Ya estoy aquí. —Lo abrazó con fuerza y corrió del otro lado de la cama, acostándose una vez más ahí. —Tengo mucho miedo —Liam dijo completamente aterrado.—Tranquilo, tranquilo —Madison frotó su pequeña espalda—, nada te va a pasar —mencionó, protegiendo con su cuerpo el de Liam.—Estoy a tu lado, estoy contigo, yo te cuidaré confía en mí —solicitó.—No me dejes, mami —suplicó temblando de miedo.—No lo haré, lo juro. —Madison besó su cabeza y sujetó una de sus manos con la de ella.***James abrió los ojos de par en par al ver cuando salía Madison huyendo con
—Tenemos que trasladarlos a un hospital —indicó uno de los paramédicos, interrumpiendo aquel encuentro.—Iré con ellos —Alexander se aclaró la garganta. Dirigió una cálida mirada hacia su esposa y caminaron hacia el interior de la ambulancia.—Necesitamos revisar al pequeño, que no se encuentre herido —refirió aquella mujer.Alexander afirmó con la cabeza, ayudando a recostar a Madison, entonces se dio cuenta que iba descalza, además que la cobija apenas cubría la mitad de sus muslos. Inhaló profundo al ver lo demacrada que se encontraba, además de que su cabello estaba húmedo y lucía algunos cardenales sobre su cuello, sintiendo un desgarrador dolor que tuvo que tragarse.Cuando la paramédico intentó retirar la cobija que le habían proporcionado, ella opuso resistencia.—Tengo mucho frío —justificó su resistencia a que la descobijaran—, estoy bien, no tengo ningún hueso roto. —Liberó algunas lágrimas.—Permítame uno de sus brazos, por favor, tengo que tomarles la temperatura, signos
Luke entró a la habitación, observando que Hanna despertó con el ruido, se acercó a ella y besó su frente.— ¿Cómo te sientes? —cuestionó bajito.—Bien, espero que antes del mediodía me den de alta —susurró.—Espero que sea así —Luke la tomó de la mano.— ¿Necesita algo, señor? —Ralph se reincorporó, sin poder descansar.—Sí, es hora que vayas a descansar —dijo—, te estamos muy agradecidos por haber apoyado a la familia, pero ya te ves muy agotado. Ralph dio un largo bostezo.—Aun tengo fuerzas para seguir haciéndolo —aclaró.—No lo dudo, pero será mejor que duermas lo suficiente, para que descanses, acabo de solicitar un taxi, para que te lleve a la casa.El hombre se puso de pie y tomó su chaqueta.— ¿Está seguro?, Usted tampoco ha dormido nada.—Sí, anda a descansar, si deseas tomarte un par de días, hazlo.— ¿Usted le explicará al señor Alexander mi ausencia?Luke y Hanna sonrieron.—Estoy seguro que lo entenderá —respondió—, no te preocupes yo le explico que te di los días.—Nos
La tomó con delicadeza y la ayudó a recostarse a su lado, encendió su reproductor y buscó música para relajarse.—Descansa, prometo que estaré pendiente de los niños y de ti —explicó. —Tomó el medicamento que tomaba y un vaso con agua.En cuanto las suaves notas del piano se comenzaron a escuchar, acompañado de otros sonidos, Alexander encendió un viejo proyector que tenía guardado en la casa de sus padres, entonces un cielo estrellado en tonos azul celeste, negr0, acompañada de estrellas brillantes se reflejó.Madison sonrió, sintiendo una gran tranquilidad, cerró sus ojos para intentar dormir, esperando poder conseguirlo.—Gracias, siempre logras hacerme sentir mejor —mencionó bajito, hasta que logró quedarse dormida en profunda paz.Sin embargo, para Alexander, no fue así, su mirada estaba perdida entre aquellas proyecciones, cada que parpadeaba escurrían gruesas lágrimas sobre sus mejillas, sin parece tener fin.«Yo también hubiera hecho lo mismo», pensó para sí mismo. Se acercó a
Horas más tarde.Alexander ingresó a la habitación en donde hace un par de horas habían trasladado al señor Adam.—Me da mucho gusto que te estés recuperando, papá.—Es lo mismo que le dije —Hanna se limpió las lágrimas.—Gracias, hijos —mencionó aún débil, los observó abrazarse y dibujó una escueta sonrisa.—Vengo de hablar con el especialista que está a cargo de tu caso, si todo sale bien, en una o dos semanas podrás estar en… —Miró a su hermana sin haber pensado, en dónde lo llevarían.— ¿Qué ocurre? —preguntó él.—Deseamos estar pendiente de ti —Hanna mencionó de inmediato—, no nos hemos puesto de acuerdo Alexander y yo.El señor Adam frunció el ceño.—Puedo rentar un apartamento en el que estemos cómodos su madre y yo, después de aquel asalto, no creo que tu madre desee volver a nuestra casa, ni yo tampoco.Tanto Alexander como Hanna pasaron saliva con dificultad al escucharlo, por recomendación médica no podían decirle lo ocurrido.—Tienes razón, voy a buscarte un apartamento en
Al llegar al tercer piso, Mike exhaló un par de veces emitiendo una fina capa de vaho por sus labios, ingresó con rapidez, tiritando de frío.—Hace mucho no sentía tanto frío. —Tocó sus manos sintiéndose heladas.—Tienes razón —Isabella se asomó desde la cocina, luciendo un bonito vestido.Mike no pudo evitar recorrerla con su mirada.—Debes estarte congelando —refirió caminando hacia allá.Isabella dibujó una linda sonrisa en su rostro.—María tenía la ilusión de que fuera una cena como en las películas —dijo estremeciéndose.Mike movió su cabeza.—Voy a buscar el calentador —explicó—, lo tengo guardado en mi habitación.—Gracias. —Isabella volvió a la cocina.— ¡Mike! —María corrió hacia él al verlo. — ¿Te gusta como dejamos la mesa? —cuestionó.—Está muy linda —contestó.— ¿Me ayudas a encender las velas? —solicitó la pequeña.—Sí —Mike asintió.—Nunca había tenido una cena tan linda —expresó con emoción María.Mike sonrió.—Me alegra que te guste.Isabella sintió una mayor calidez
Alexander observó aquel cambio tan abrupto en el rostro de su esposa, con rapidez la estrechó con fuerza y buscó con su ensombrecida mirada hacia el hombre que había señalado.Agitó con rapidez una de sus manos, y en instantes el personal se acercó a ellos para investigar lo que ocurría, entonces Alexander sintió como el cuerpo de su esposa perdió fuerzas, desmayándose.— ¡Madison! —exclamó con preocupación.Uno de los hombres de su seguridad solicitó atención médica a la plaza.—¡Mami! —ambos pequeños se abrazaron con fuerza al verla sin moverse.Antes de que el personal médico llegara, la chica recuperó la consciencia, parpadeando con pesadez.—No te mueves —Alexander solicitó.— ¿Qué me pasó? —cuestionó.—Te desvaneciste.Sacudió su rostro y poco a poco se enderezó, miró a su alrededor.—Ese hombre estaba aquí —comentó con voz temblorosa.—Tranquila —Alexander acarició su mejilla—, ese sujeto está muerto —enfatizó—, confundiste a un cliente con él, tu mente te está jugando malas pa