Aurora, condado de Cayuga, Nueva York.Luego de conducir por más de cuatro horas, James estacionó su auto y se dirigió hacia la casa de su único hermano. Se retiró sus gafas de sol sin poder dejar de admirar el lugar en el que vivía Oliver, rodeado de frondosos árboles, todo era verde por donde veía.— ¿En qué lío te metiste? —preguntó Oliver al salir a recibirlo.James se aclaró la garganta.—Lo voy a solucionar —mencionó—, necesito quedarme un par de días.Oliver tensó su mandíbula.—No quiero problemas, no voy a arriesgar a mi mujer y a mis hijos, por tus estupideces.—No me puedes dar la espalda, soy tu única familia —James refunfuñó.—Claro que puedo —señaló—, me ha costado mucho trabajo formar mi patrimonio, como para que llegues tú y me pongas en riesgo, de que me acusen de ser tu cómplice.—Eres un mal hermano, parece que ya se te olvido quien te ayudó a pagar tus estudios.Oliver movió la cabeza.—Te voy a dar alojamiento solo por hoy, lo más que puedo hacer es darte las llav
Hanna colocó un jarrón con las rosas que le llevó Luke y las acomodó sobre la mesa que tenía en la terraza, además de llevar un par de copas y una botella de su vino favorito.Al salir Luke sosteniendo un par de platos con los emparedados que recién había preparado, se sorprendió al ver la terraza alumbrada con las guirnaldas con bombillas alrededor del espacio, además de las flores que le había entregado.—Estoy seguro que te va a encantar —mencionó tomando asiento frente a ella.—No lo dudo ni un segundo —respondió ella y de inmediato le dio un pequeño mordisco—. mmm, está delicioso —manifestó con sinceridad.Luke sonrió con satisfacción.—Sabía que te encantaría —comentó con orgullo—, a tu hermano le gustan mucho.—De haber sabido que se reunían para comer estos emparedados, te habría visitado muy seguido —bromeó y bebió un sorbo del vino que recién le sirvió él.Luke ladeó los labios y mordió el sándwich.—Me alegra que te guste, espero que eso calme a la fiera que llevas dentro.
James llevó a la mesa una tabla con quesos y colocó su vino favorito. Miró su reloj y frunció el ceño con extrañeza al ver que ya casi eran las 3:00 pm y no llegaba, por lo que de inmediato tomó su móvil y le llamó.Resopló con extrañeza, después de que le marcó tres veces y no le respondió, a continuación, le envió un mensaje:— ¿Todo bien?, ya tengo todo listo para que charlemos, envió una imagen de la mesa con el ramo de flores, las copas y todo lo que comerían juntos. Comenzó a caminar con desesperación de un lugar a otro al ver que no leía sus mensajes.—Debe venir en camino —refirió y tomó asiento.***Mike tomó el lugar de Alison al ver que la chica no llegó. Intentando ocultar su molestia comenzó a hacer el trabajo de la chica.—¿Hoy no vino la muchacha de los ojos bonitos? —cuestionó la pequeña a la que le dio un panecillo de más.Mike se acercó a ella y le entregó un panecillo en su manita. La mirada de la niña se iluminó y le sonrió.—Gracias —susurró y prosiguió para que
—Anda cariño da las gracias y vamos hacia el comedor —dijo la mamá de la pequeña quien sostenía las charolas de ambas.—Gracias por la comida Mike —la pequeña le mandó un beso y se giró para seguir hacia la mesa que le había tocado, entonces observó entrar a aquella chica de ojos azulados. — ¡Llegaste! —gritó con emoción y corrió hacia ella para abrazarla.Mike dirigió su mirada hacia la pequeña y se sorprendió al ver a Alison ingresar.Ella se inclinó y la abrazó con cariño.—Tuve un poco de complicaciones para llegar, lo siento. —Retiró un mechón de su cabellera—, te traje un obsequio —mencionó y le entregó la bolsa de regalo que llevaba—. antes de que lo abras me gustaría saber ¿cómo te llamas?La mirada de la niña se iluminó.—Me llamo María —respondió y se dirigió hacia su obsequio. — ¡Una muñeca! —exclamó con emoción al ver lo linda que era, luciendo un lindo vestido en color rosa, además de tener largos rizos y ojos azules como los de Alison.La madre de la pequeña separó los l
—Noah, Liam —Madison se movilizaba lo más rápido que podía buscando a sus pequeños, sintiendo que su corazón dolía al no verlos.—Vamos niños, no jueguen con mis emociones, la tía Hanna se muere si no aparecen ya —refirió con voz fragmentada.—Vamos a dividirnos —Alexander se detuvo—. Los encontraremos, lo prometo —manifestó, tomó con sus grandes manos las mejillas de Madison. Su corazón dolió al ver en sus orbes una gran carga de aflicción. —Mírame —suplicó.Madison enfocó su cristalina mirada en sus verdosos ojos, y se reflejó en ellos.—Los vamos a encontrar. —Besó el dorso de su mano—, estén pendientes de sus teléfonos —dijo y cada uno tomó un camino diferente para ir a buscarlos.Mientras Alexander se movilizaba entre el césped y corría hacia los frondosos árboles, tomó su móvil y se comunicó con el encargado de su seguridad.— ¿En dónde están? —cuestionó.****Hanna se detuvo unos segundos para tomar aire, se recargó en una banca, sintiendo como su cuerpo temblaba.—Es mi culpa,
Hanna ingresó a su apartamento abrazada de Luke, caminó con ella hacia su habitación y la ayudó a recostarse. —Voy a traerte un poco de agua —mencionó tomando la jarra que tenía sobre su mesa de noche.—Necesito prepararme un té —expresó tomando asiento.—Tranquila yo te lo voy a preparar.—Espero no se te queme el agua —Hanna intentó sonreír.Luke ladeó los labios.—Eso solo le pasa a ustedes, los Walton —se defendió y comenzó a reír.Hanna ladeó los labios.—En eso tienes razón, no nacimos para cocinar.—Déjalo todo en mis manos —solicitó y se acercó a ella, acarició con su mano una de sus mejillas con ternura.Minutos más tarde, Luke ingresó con una charola.—Preparé unas sincronizadas con jamón y queso, te traje una infusión de manzana con lavanda para que te relajes. —Se sentó a su lado.—Gracias, ya me siento más tranquila —confesó—, saber que los niños están bien —es todo lo que necesitaba. —Suspiró profundo.Instantes después su móvil timbró.—Es Alexander —respondió a la vid
Alexander retiró una de las piernas de Liam, que tenía sobre su cara, giró su rostro para observar el reloj que tenía sobre la mesa de noche.—Las 5:30 am —murmuró, se puso de pie al caminar hacia la ducha, hizo un par de movimientos para relajar su dolorido cuello—, que mal dormí —refirió.Al regresar hacia la cama, se dio cuenta que Madison también estaba mal acomodada sobre la cama, se dirigió hacia ella y le dio un beso sobre su cuello—, despierta dormilona —murmuró cerca de su oído.Madison abrió los ojos y se encontró con su verdosa mirada.—Shh —Alexander colocó su dedo índice sobre sus labios, para evitar que hiciera ruido. Con cuidado la ayudó a ponerse de pie, colocó un par de almohadas a los costados de los pequeños y los cubrió.Madison entrelazó los dedos a los de él y caminaron juntos hacia la alcoba de visitas. Al llegar cerró la puerta con pestillo.—Vamos a terminar lo que iniciamos anoche. —Ladeó los labios y sonrió.Sus dedos se acercaron hacia sus acremados hombros
Alexander observó con recelo a la hija del señor Smith, deslizó su dedo pulgar sobre el dorso de la mano de su esposa.—Estoy contigo —susurró cerca de su oído y acarició su mejilla con ternura.Madison exhaló con tranquilidad, sabiendo que ya no era aquella humilde muchacha a la que humilló en aquel entonces.— ¿Conocen a mi hija Alison? —cuestionó el señor Smith, sacando a ambos de aquella tensión.Alexander se aclaró la garganta y elevó su mentón.—No tengo el gusto de conocerla —expresó con la voz más gruesa de lo que era.—Un placer, señor Walton —Alison estiró su mano para saludarlo y sonrió con calidez.—El gusto es mío —dijo con recelo.Madison y Alison se quedaron viendo a los ojos, el pecho de ambas se agitó.— ¿Podemos hablar en privado? —cuestionó la chica.Madison intentó mantener la calma, presionó la mejilla interna de su boca. «¿Qué será lo que se trae entre manos esta mujer», se cuestionó dubitativa.—Vamos a mi oficina —estiró su mano para que ella la siguiera, miró