Hanna ingresó a su apartamento abrazada de Luke, caminó con ella hacia su habitación y la ayudó a recostarse. —Voy a traerte un poco de agua —mencionó tomando la jarra que tenía sobre su mesa de noche.—Necesito prepararme un té —expresó tomando asiento.—Tranquila yo te lo voy a preparar.—Espero no se te queme el agua —Hanna intentó sonreír.Luke ladeó los labios.—Eso solo le pasa a ustedes, los Walton —se defendió y comenzó a reír.Hanna ladeó los labios.—En eso tienes razón, no nacimos para cocinar.—Déjalo todo en mis manos —solicitó y se acercó a ella, acarició con su mano una de sus mejillas con ternura.Minutos más tarde, Luke ingresó con una charola.—Preparé unas sincronizadas con jamón y queso, te traje una infusión de manzana con lavanda para que te relajes. —Se sentó a su lado.—Gracias, ya me siento más tranquila —confesó—, saber que los niños están bien —es todo lo que necesitaba. —Suspiró profundo.Instantes después su móvil timbró.—Es Alexander —respondió a la vid
Alexander retiró una de las piernas de Liam, que tenía sobre su cara, giró su rostro para observar el reloj que tenía sobre la mesa de noche.—Las 5:30 am —murmuró, se puso de pie al caminar hacia la ducha, hizo un par de movimientos para relajar su dolorido cuello—, que mal dormí —refirió.Al regresar hacia la cama, se dio cuenta que Madison también estaba mal acomodada sobre la cama, se dirigió hacia ella y le dio un beso sobre su cuello—, despierta dormilona —murmuró cerca de su oído.Madison abrió los ojos y se encontró con su verdosa mirada.—Shh —Alexander colocó su dedo índice sobre sus labios, para evitar que hiciera ruido. Con cuidado la ayudó a ponerse de pie, colocó un par de almohadas a los costados de los pequeños y los cubrió.Madison entrelazó los dedos a los de él y caminaron juntos hacia la alcoba de visitas. Al llegar cerró la puerta con pestillo.—Vamos a terminar lo que iniciamos anoche. —Ladeó los labios y sonrió.Sus dedos se acercaron hacia sus acremados hombros
Alexander observó con recelo a la hija del señor Smith, deslizó su dedo pulgar sobre el dorso de la mano de su esposa.—Estoy contigo —susurró cerca de su oído y acarició su mejilla con ternura.Madison exhaló con tranquilidad, sabiendo que ya no era aquella humilde muchacha a la que humilló en aquel entonces.— ¿Conocen a mi hija Alison? —cuestionó el señor Smith, sacando a ambos de aquella tensión.Alexander se aclaró la garganta y elevó su mentón.—No tengo el gusto de conocerla —expresó con la voz más gruesa de lo que era.—Un placer, señor Walton —Alison estiró su mano para saludarlo y sonrió con calidez.—El gusto es mío —dijo con recelo.Madison y Alison se quedaron viendo a los ojos, el pecho de ambas se agitó.— ¿Podemos hablar en privado? —cuestionó la chica.Madison intentó mantener la calma, presionó la mejilla interna de su boca. «¿Qué será lo que se trae entre manos esta mujer», se cuestionó dubitativa.—Vamos a mi oficina —estiró su mano para que ella la siguiera, miró
Desde el exterior de la calle, el acompañante del hombre que conducía la motocicleta, retiró el seguro de su arma y la detonó sobre el auto, ladeó los labios al observar la forma en la que Alexander abrió los ojos de par en par al descubrirlo.Distinguió con claridad las palabras que gritó a su esposa.«Al suelo»Disfrutó de aquel momento, entonces un par de impactos fueron detonados, y en cuestión de segundos los tiros llegaron sobre los cristales del vehículo. Madison dio un grito aterrador al escuchar las detonaciones, que se escucharon.—Tranquila, esto pasará pronto, lo prometo —mencionó sin dejar de protegerla con su cuerpo.Un par de segundos después, el personal de seguridad repelió aquellas agresiones, dando en uno de los hombros del tirador; sin embargo, escaparon aprovechándose de que los guardias se dirigieron al auto para cubrirlos.—Aún no vayan a salir —indicó el agente—, no alcen la cabeza —ordenó.Minutos posteriores, otro miembro del equipo de seguridad se acercó a
Mike estaba en su oficina revisando algunos expedientes de nuevo ingreso, organizaba el horario en el que se les atendería y quién sería el responsable, desvió su mirada al escuchar que tocaban en su puerta.—¿Podemos pasar? —La pequeña María indagó con un semblante distinto al que tenía cuando se reunían a la hora de la comida.—Sí, claro —Mike respondió, y de inmediato se puso de pie para saludarlas. — ¿Cómo estás? —preguntó a la pequeña al ver que tenía un par de rasguños en su rostro.María inclinó su rostro y abrazó a su mamá.—Estamos bien —contestó la mujer.Mike presionó sus labios y decidió no indagar más, al menos delante de la pequeña.—Tomen asiento —señaló al par de sillas que había frente a su viejo escritorio de madera y enseguida, les entregó una bolsa de papel a cada una—, espero que les guste.La pequeña miró hacia el interior de la bolsa y sonrió al ver el contenido.— ¿Todo esto es para mí? —preguntó.—Sí, todo es para ti —contestó Mike con una gran sonrisa.La mad
Madison sonrió al observar que Alexander por fin despertaba, se acercó a él y colocó una de sus manos sobre su frente.— ¿Qué ocurre? —cuestionó con extrañeza.—Anoche tuviste fiebre —expresó con preocupación—, comenzaste a delirar. —Se aclaró la garganta—, por fortuna localice a… la doctora Olivia y ella me ayudó a controlarla.Él se sentó sobre la cama y sacudió su rostro.—No recuerdo nada de esto —explicó—, de lo único que me acuerdo es que estabas inquieta y me recosté a tu lado.— ¿Te has sentido mal? —cuestionó mirándolo a los ojos atentamente.—Solo un poco de jaqueca —contestó sin titubear. —No me lo habías dicho —Madison pronunció con inquietud.Alexander resopló.—No deseaba preocuparte —manifestó con sinceridad—. Suficiente tenemos con ese loco suelto. —Tensó su mandíbula.—La doctora desea verte cuanto antes.Alexander se llevó las manos a la cabeza y dio un tirón en su cabello.—En cuanto ese tipo salga de nuestras vidas, prometo que viajaremos.— ¿Y si nunca lo hacen?,
—Dios, sabe que aprecio mucho a Luke, como el mejor amigo de tu hermano, pero no me gustaría que te enredaras con él, todos los que lo conocemos, sabemos de sobra que solo busca aventuras, no me gustaría que una Walton, fuera una más en su lista —dijo con la voz entrecortadas.—Tengo la suficiente edad para decidir, no lo olvides —Hanna contestó de inmediato—, decidí vivir sola, para que dejaras de entrometerte en mi vida, sin importar que me retires el apoyo que me dan —resopló.— ¿Por qué razón te quitaríamos lo que te pertenece? —el señor Adam se sentó a su lado y acarició su mejilla.— ¿Por qué no le respondes a mi papá, señora Alice Walton?Alice caminó hacia la ventana de la habitación.—No era mi intención intimidarte, lo lamento mucho, con lo que ocurrió entre Madison y Alexander, solo quería protegerlo.El señor Adam, presionó con fuerza su barbilla.—Ya hablaremos del tema, señora mía —indicó con dureza—, este no es el momento de venir y hacer sentir mal a Hanna, ella necesi
—No, no me he casado, mi hijo vive con su padre — contestó con seriedad—, debido a mi profesión, no tengo el tiempo suficiente para estar con él.Alexander desvió su mirada y no siguió cuestionándola.—Cierra la puerta cuando te vayas —indicó y cerró los ojos.—Deseo hablar contigo. —Deslizó las yemas de sus dedos, sobre el dorso de la mano de él—, necesito que me escuches —solicitó—, quiero decirte que lo lamento —manifestó con sinceridad.— ¿Tan mal me encuentro que deseas estar en paz conmigo? —indagó retirando su mano de inmediato.—Cuando te lo propones, eres terrible —mencionó sintiendo que la barbilla le temblaba.—¿Necesito agradecer por tan buen cumplido? —elevó con altivez la cabeza —responde, ¿me voy a morir? —cuestionó.Olivia separó los labios en un gran O.—No puedo responder a una pregunta como esa —dijo con voz ahogada—, aún no te hacemos todos los estudios pertinentes.— ¿Y entonces a qué debo que te quieras disculpar? —la miró con recelo.No pudo evitar mirarlo con l