Una semana después...

—¡Michelle! ¿Puedes bajar que el desayuno está servido?

La voz de su madre Victoria la había despertado. Michelle se había levantado a primera hora de la mañana y se estaba poniendo unas pantuflas para bajar y tomar su desayuno.

—¿Alguna noticia sobre mi padre?— Preguntó ella, sentándose a la mesa.

—Él sigue en el hospital. Pero por una razón ahora está decepcionado de tí.

—¿Por qué? ¿Por qué estoy embarazada de Álvaro y no de Adam?— Michelle elevo una de sus cejas.

—No tengo ni la menor idea. Pero creo que es bueno que vayas y hables con él.— Le recomendó su madre, —¿Crees que puedas ir a verlo al hospital?

—No estoy segura.— Dijo Michelle, —Me acabo de casar y soy una mujer demasiado ocupada. Tengo cosas importantes qué hacer.

—¿Esas cosas importantes tienen que ver con el cuento de la venganza en contra de la familia Lombardi?

—¡Si, mamá! ¿Por qué no entiendes que está venganza es necesario? ¿O es que ya se te olvidó que por culpa de ellos nosotros no hemos te