— ¡No te merezco mi pequeña, mi niña linda! – mi padre aun llora arrepentido y yo lo abrazo mucho más fuerte para que sienta mi apoyo ¿y por qué no? Mi amor.
Ese amor que nace de la necesidad de tener a alguien que me ame, de pertenecerle a alguien y de ser su centro. Pienso en él, en Jonás. Él es mi centro, aún lo es. Me deshago de ese pensamiento porque no quiero llorar más por alguien que me ha decepcionado y roto el corazón, solo por que no ha sido capaz de decir la verdad. Prefiero consolar a mi padre.
— ¡Tranquilízate papá, hay cosas que se nos salen de las manos! – beso su frente —. Cosas que nos es imposible retener aunque seamos las personas más astutas del mundo – sonríe triste. Lo abrazo de nuevo.
La puerta de la calle se abre, gracias
Jonás.Estoy seguro de que el padre de Leila es inocente del cargo de violación e intento de homicidio. No tengo idea de por qué James desea que declare en el juicio. Seguramente Leila estará allí y entonces se va a incomodar con mi presencia, debo ser precavido con ello porque al parecer ha sufrido crisis de ansiedad por mi culpa o al menos eso fue lo que informó cuando me telefoneó para solicitar mi presencia. Mi Muñeca – porque es mía y de nadie más – necesita ser tratada psicológicamente porque no asimila que maté a esas chicas, siento haberle causado ese daño, pero… era necesario.—Deberías hacerlo tío – expresa Robert respecto a la declaración — de ese modo ganarías puntos con ella – puedo los ojos.—No quiero ganar puntos Rob, con los que
Jamás dejaré que te lastimen de nuevo, aun si eso implica matar a todos, acabar con todos...Observo a Jonathan sentado delante de mí, pensando en cómo vengarme por haberme puesto fuera de combate y no dejar que me cargara al tipejo que flirtea con mi muñeca.¿Y ella? Le sonreía como si le agradara.¡Voy a nalguearla! Voy a azotarla muy fuerte por hacerle caritas a ese… ese… tipo idiota.—¡Idiota! – le espeto con rabia.—¡Lo siento! – se encoge de hombros —. Malcolm me pidió que te cuidara y fue lo que hice – me carcajeo —, al parecer tienen un plan en conjunto con tu suegro y este chico James – lo miró con desconfianza.—Vas a tener que explicarte mejor amigo mío
Me quedo mirando el teléfono como si me fuese a morder, de pronto sonó un estruendo y se ha cortado la comunicación. Es extraño. Evan habla muchísimo y que se haya quedado sin palabras o que me haya dejado colgada es sumamente raro. Me encojo de hombros sin dejar de mirar el teléfono. Suspiro. Él es agradable, pero no me inspira ni un mal pensamiento, es dulce, elegante, fino, distinguido. Demasiado perfecto. No creo en las personas perfectas, pero este chico no dice o hace nada fuera de lugar, es pijo, lindo y con unos modales extraordinarios. Nada que ver con el salvaje, seductor y sexualmente irracional de mi... de él, de Jonás. Lo extraño más que nunca, más que antes, más que siempre.—¿Te quedarás ahí plantada mirando el teléfono todo el día Leila? – levanto la vista para ver a Alice, Jackie, Deyna y m
Te reclamo como mía, aunque ni siquiera tú misma lo desees...¡No pueden pedirme que me tranquilice cuando él la quiere también!Resoplo enojado y con mucho mal humor. Sé que no debería beber, pero necesito canalizar esta rabia de mierda que siento, parece que todos lo protegen, al chico perfecto, con modales finos y perfectos ¡que se vaya a la mierda! Porque no le voy a permitir acercarse a ella y se lo dije a Owen, espero que le haya hecho entender a Leila que solo voy a estar lejos de ella hasta que termine el juicio de su padre porque al momento de recibir el veredicto la voy a abordar aun cuando sé que necesitamos terapia de parejas, de novios y cualquier mierda que sea y se necesite para estar juntos.—Es mejor que pares tío, no quiero que enloquezcas – bufo enojado caminando de un lado a otro.<
Tu vida es la mía, por esa razón siempre me tendras a tu lado aunque no lo desees, siempre vigilaré tu sueño, tus movimientos y los de los que te rodean... JS.—Sigo pensando en que es una mala idea que Leila se encuentre presente en el juicio y más aún que testifique – mi hermano pone los ojos en blanco.—Tranquilo Evan, si te mantienes a raya con la Princesa, Jonás no te estrangulará – lo mira muy mal y se encoge de hombros.—¿Ese matón de calle? – le monto cara enseguida, ese comentario me molesta mucho —. No le temo ni un poco – James se carcajea.—¡Díselo a tu cara! – trago saliva, pero el chico no cae en la provocación, solo hace una mueca.—&ique
Siempre seré tuyo, aunque no lo quieras aceptar...La veo salir agarrada del brazo del maldito metiche, mi sangre hierve bullendo por mis venas como si estuviese en el maldito infierno, mis dientes rechinan y Robert escucha por el intercomunicador.—¡Tranquilo tigre, debemos esperar que nos de la señal! – asiento, sé que no puede verme, pero me es imposible hablar porque mis mandíbula se encuentra al punto del dolor —. Por cierto maricón, tus dientes sufren, al parecer lo que sospechábamos es real, su novio es uno de los meseros del restaurante – gruño como perro.—¡Me importa una mierda si es gay! de todas maneras le voy a arrancar las manos por tocarla – el desgraciado ríe a carcajadas —, dudo que lo sea, tal vez bisexual porque le mira el culo ¡
Poco a poco el dolor expira a causa del conocimiento, ya estamos más cercas mi amor, ya casi llegamos... mi Leila, mi Muñeca... JS.¡Dios mío él me salvó!Ha vuelto a arriesgar su vida para salvar la mía. Me encuentro en la sala de la casa con un montón de personas desconocidas más mi padre y hermano, la policía y gente diferente a la que vi en el momento que arrestaron a Evan Darlem porque pensaba secuestrarme. Sonrío, no tengo coordinación de mí, ni de mi cuerpo ya que me siento en las nubes sin poder creerlo, estoy en un hoyo negro tratando de descubrir aun que sucedió a la salida del restaurante, luego de un “almuerzo perfecto” con la persona “perfecta”. Sonrío de nuevo, aun cuando mis lágrimas no dejan de brotar de mis pobres y cansados ojos. Sí, cansados ya de ve
La vida me ha dado otra oportunidad de tenerte, nunca la dejaré pasar. Tu eres lo que yo quiero y deseo... JS.Siento un ardor ridículo en el pecho de nuevo al recordar cuando Leila pronunció aquellas palabras casi sin voz, en ese momento sentí que me temblaban las piernas sin poderlo evitar, eso fue como tenerla entre mis brazos, como si pudiese tocarla de nuevo, acariciar su suave y sedosa piel, hacerla mía, mía completamente.¡Aunque nunca ha dejado de serlo!Por alguna razón errada siempre pensé en las mujeres como preciosos objetos sexuales –aunque nunca estuve sobrio más que para ponerme un condón – que solo necesitaba para mi placer, para complacerme, hasta que ella apareció. Pongo los ojos en blanco. Se veía tosca, corriente hasta imprudente, sin necesidad de expresarse con perforaciones o tatuajes irreverente