Isabella Sentí su calor a mi espalda. ―Sí, señor―dije esperando a que retrocediera y pusiera espacio, cuando ya no lo sentí, me volví lentamente hacia él, sentí como mi corazón se aceleró al verlo a menos de dos metros de distancia de mí. ―Toma asiento, por favor. ―señaló un sillón, acepté y fui a sentarme, al hacerlo, él se acercó a tomar dos botellas de agua, me ofreció una y le agradecí, di un sorbito a toda prisa antes de que prestara atención hacia mí, él tomó el teléfono del escritorio y marcó: ―Por favor, que nadie nos interrumpa. ―y luego colgó, ya me veía a la señora Bruce pasando el chisme a la madre de Zaid. O a Azahara, su prometida, que aún seguía en la ciudad. Zaid se sentó en el otro sillón para quedar frente a mí, cruzo su rodilla y noté como sus dedos se aferraron a la botella de agua. —El dinero que se le depositó fue un bono extra por su empeño y por parte de su trabajo en Dubái. —de solo recordar lo de hace meses me hizo tensarme.—Gracias, pero no era necesario,
Isabella Condominios Ashgar Había pensado durante el camino, que realmente era una mala idea, yo, la asistente y luego, Azahara, la prometida. Entonces apareció, estaba cubierta de pies a cabeza, solo mostrando parte de su rostro, caminó y se detuvo delante de mí. —Buenos días, señorita Sánchez. —me tensé en la forma que me había saludado, era claramente incómodo para ella como para mí, hice una inclinación en breve saludo. —Buenos días, señorita Ayad. —Puedes decirme, Azahara, —dudé de si debía de hacerlo. —Creo que sería más educado llamarla por su apellido—ella soltó un suspiro, pero lo sentí más como de frustración que intentó ocultar. —Aprovecharemos antes de que me empieces a llamar «Señora Ashgar»—ese comentario fue innecesario por el tono con el que lo acompañó, esa ceja arqueada y la mejilla alzada, como si estuviese ocultando su sonrisa malévola. «Dios perdóname por pensar mal» —Sí, está bien. —esperó a que la llamara—Azahara. —era bonito nombre, y más como se pronun
Zaid Ashgar Export Había caminado de un lado a otro por toda mi oficina queriendo imaginar que es lo que podría estar pasando en estos momentos con Isabella y Azahara, ¿Estarían hablando de mí? ¿Azahara estaría siendo amable con ella? Me detuve frente al gran ventanal que estaba en una esquina de mi oficina, no sé por qué cedí a este capricho de Azahara. Recapitulé esa noche que besé a Isabella, había algo en mí que me abrumó, algo que nunca había sentido y había entrado en acción, había llamado de la nada a Azahara y le dije que adelantáramos la boda, ella estaba sorprendida por mi decisión, ahora no me casaría en diez meses, ahora sería un mes. Me centraría en mudar mi empresa y estar en terreno de Dubái para hacer mi vida, lo que está trazado desde años, tenía una promesa que cumplir y sin darme cuenta, estaba a nada de romperla, ¿Qué era esto que me estaba pasando? Había pedido perdón a Alá por mi falta de honor al besar unos labios que no eran de mi futura esposa, unos labios
Isabella Habíamos llegado a un restaurante de comida árabe más famoso de la ciudad, nos habían guiado a la segunda planta, Ibrahim había hecho que las mesas llena de comensales que estaban disfrutando de una comida, las desalojaron para que solo el grupo de nosotros estuviese ahí. Algo drástico e innecesario, pero entendí que por ser quienes eran, preferían tener total privacidad. —¿Estás bien?—preguntó Azahara mirándome detenidamente, solo asentí, desde la llamada, mi ánimo se había oscurecido, sé qué lo que había dicho Zaid de llevarme a Dubái, solo ha sido por decir, nunca cedería a irme sabiendo que ahora lo veo como más que solo mi jefe, el caos que sería si se enterara la familia de él, asumirían que sus sospechas eran ciertas, aunque en su momento no lo era así, pero hoy, era distinto. —Me hubiese gustado que compraras el vestido negro, aunque no puedo mostrarme más allá de lo que se me tiene permitido mi religión, podría imaginármelo yo en él. —luego soltó una risita. —Lo
IsabellaJohn estuvo a punto de ir por él, pero Zaid se dio la vuelta para caminar hacia nosotros, tenía su mandíbula tensa y sus labios apretados formando una delgada línea.— ¿El señor Ashgar necesita que regrese con la señorita Ayad? —pregunté a John antes de que Zaid llegase a nosotros. —No. Suba, al auto por favor, señorita Sánchez.—asentí y lo hice en cuanto llego Zaid, me recorrí en el asiento hasta el otro extremo del auto. Zaid subió y cerró la puerta, su mirada se posó un momento en mí. —Lamento lo sucedido, no era mi intención hablarle de esa manera y menos delante de Azahara e Ibrahim. —Seré totalmente sincera, señor Ashgar. —Zaid—me corrigió él pero yo negué. —Señor Ashgar, —remarqué, antes de que John subiera al auto. —Ha sido muy irrespetuoso. —Zaid alzó sus cejas con sorpresa. —He dicho que seré totalmente sincera. —Adelante—dijo él. —Ha sido muy irrespetuoso y más como se ha dirigido a la señorita Ayad, ¿Quiere que piense que por la manera de llegar asuma que
Hola, querido lector, ayer y hoy no hubo actualización, pero ya a partir de mañana, -ya que acabo finalmente de finalizar «El deseo del millonario»- retomaré actualización ahora más constante, junto con la otra historia. Quiero dar gracias por su paciencia y espero darles más capítulos seguidos. Los horarios para esas dos novelas: «Habibi; un amor imprevisto» y «Un juego del destino» empezará a actualizarse por la noche, (Hora México) si tienes alguna duda puedes buscarme por mi mismo nombre: Mara Caballero, en mis ----- ya saben. Sin más, me despido, gracias por esperar y seguir esta historia que se ha hecho una de mis favoritas. Pd. Y si, claro que leo sus comentarios solo cuando entro, la plataforma no avisa cuando comentan. Así que ahí ando leyéndolos. Buenas noches.
Zaid No me podía creer que Azahara estuviese llamando al celular de Isabella, ¿Qué era lo que quería? ¿Qué fue lo que le había dicho cuando la detuvo del brazo? ¿Estaba siendo amenazada? Muchas preguntas pasaron por mi cabeza cuando vi el número de ella como llamada entrante. —¿Qué necesitas ahora, Azahara?—pregunté, pero nadie contestó al otro lado de la línea estuve a punto de volver a hacer la pregunta cuando escuché que se aclaró la garganta. —Soy yo, disculpa—era Ibrahim, me tensé de solo escuchar su voz. —Quería preguntarle algo a tu asistente, ¿Se le permite contestar alguna vez las llamadas de su propio celular? ¿O es que está restringido recibir llamadas de otras personas si no es su propio jefe?—¿Qué es lo que quieres, Ibrahim? No tienes por qué hablarle a mi asistente personal. ¿Qué podrías tratar tú con ella? —Calma, calma, Zaid. Solo quería saber si iba a ir al evento de tu empresa, ya ves que es para los empleados. —miré hacia Isabella quien tenía el ceño arrugado
IsabellaSu pregunta siguió desequilibrándome más. No podía ceder a lo que sentía y mucho menos, decirlo en voz alta ahora que estaba más claros mis sentimientos. Pero Zaid pareció necesitar saber si yo realmente estaba sintiendo algo por él. ¿Qué le dirías, Isabella?—¿Y si no hubiese un compromiso de por medio me dejarías cortejarte?—insistió en su pregunta. —Mi respuesta no tiene relevancia, Zaid. —él tensó sus labios. —Para mí tiene toda la relevancia, Isabella. —su respuesta me provocó un escalofrío de pies a cabeza. —Y no debería ser así. —repliqué sin dejar de mirarlo a los ojos. Los platos de comida empezaron a llegar haciendo que no siguiéramos hablando. Le expliqué como se debía de comer la comida que le había pedido, en cada bocado, pude notar impresión en su rostro, se había comido seis gorditas de tinga de pollo, había probado el mole y flan de postre, habíamos quedado satisfechos, yo tenía sentimientos encontrado, el volver a comer comida mexicana me hacía recordar a