Negros como la noche

—¿Estás bien?— Salvatore se acerca

—Sí. descuide no sé acerqué— pidió Mía, al reaccionar y se agacha para recoger el desastre

—te ayudaré— Salvatore también se agacha

—¡No es necesario!— Mía se niega, pero ambos terminan metiendo la mano en el plato roto, dónde Mía se lastima el dedo índice, se lo cortó con un trozo del plató —¡Auch!— se queja Mía y mira su dedo, el cual empieza a sangrar

—¡Te has lastimado, colócate de pie!— ordena Salvatore y Mía lo hace

Salvatore al ver la sangre de Mía, le dieron ganas de meterse el dedo en su boca y succionar la sangre. Pero debe ser discreto para no atemorizar a Mía.

Ella toma asiento en la silla, y Kians rápidamente trae el botiquín de primeros auxilios. —deje caer tu comida, lo peor es que no hay más, como lo siento— se disculpa Mía

—descuida preciosa Mía, no coloques esa carita, ya pasó, pido a domicilio, además, no será la última vez que cocines, habrá otra ocasión para probar tus deliciosos platos, pido disculpas por ocasionar ese incid
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