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Capítulo 1

¡Maldita sea!

¡No puedo creer lo tarde que voy!

Nota mental: No dejarme manipular por Alanna; la próxima vez, que se vaya caminando al puto instituto.

La Troll va a asesinarme.

¡Qué mal empezamos! ¿No? me presento, mucho gusto, soy Caleb "El espectro" Martínez, el nene favorito de toda mujer, y el ejemplo a seguir de todo hombre.

Listo.

¿Qué? ¿Esperaban más? Voy tarde, no sean exigentes, si quieren conocerme de verdad, sigan leyendo y no me jodan más, que tampoco tengo tiempo de contarles mi puta vida, por muy interesante que sea.

Pasé por las puertas del instituto para moverme rápidamente por los vacíos pasillos de éste, todos estaban en clases y yo llegué 20 minutos tarde por culpa de mi hermana y su puto maquillaje Kim Kardashian. Toqué la puerta del aula 23

Una.

Dos.

Tres veces.

La puerta se abrió, dejando frente a mis ojos la cosa más horrible nunca antes vista... La profesora Burnier. Esa mujer verrugosa y enana, sudorosa y molestosa, solo miraba en mi dirección pidiendo una explicación con la mirada.

-Eh... ¿Tráfico? - Hablé sin saber qué decir. No puedo explicarle que llegué tarde por culpa de mi hermana, esa excusa la he usado tanto que ya ni siquiera me la creen.

-Entre, pero no sabotee mi clase o se irá afuera con tantos puntos menos que deberás reconsiderar tu vida escolar desde el principio. - Amenazó la bruja malvada frente a mí.

Por esto es llamada la Troll.

Esta mujer es espantosa.

Ingresé al aula percibiendo la vista de cada chica dentro de ella sobre mí, mientras mi mejor amigo tan solo hacía señales para que supiera que mi lugar estaba junto a él.

- ¡Cuánto tiempo has tardado! la Troll quiere que hagamos un informe sobre "Orgullo y prejuicio" ¿Lo conoces? - Dijo el moreno, con mirada fastidiosa; todos en el lugar la tenían.

-Oh...- Me detuve a pensar ¿La conozco? - Si, Alanna lo tiene en algún lugar de su habitación, Sara-Lee se lo prestó y olvidó devolvérselo, creo. - Dije viendo la pantalla de mi celular.

Honestamente mi hermana me contó un resumen de ese libro hace algunos meses de lo cual aún recuerdo un poco.

- ¿A Sara-Lee le gusta leer? - Miró con los ojos hechos huevos. - Esa mujer tiene y hace de todo.

-Si, supongo, que lástima que no lo hace en mi cama. - Dije con malicia.

Me gusta jugar con mi mejor amigo de ese modo.

Sabemos cada una de las chicas con las que ha estado el otro.

Y Sara-Lee definitivamente no entra en la lista de ninguno.

-Cállate, hermano. - Dijo golpeándome en el hombro luego de reírse entre dientes por mi comentario. - Conoces a Sara-lee, es un amor y está que arde, pero tiene cara de ser de esas vírgenes aburridas.

- ¡Oye! ¿Dónde quedó eso de no juzgar un libro por su portada? Adem...- Una voz me interrumpió.

- ¡Martinez y Zamar, fuera del aula de clases! - Exclamó con ira inconfundible el troll.

Tomamos nuestras cosas y salimos sin quejarnos, de cualquier forma, no nos importaba la asignatura de Burnier.

Sinceramente la literatura de época no es lo mío.

Saliendo del salón la puerta principal se abrió y me vi obligado a voltear.

Y fue allí cuando la vi entrar.

Estaba agitada, el cabello despeinado como siempre y sus ojos avellana buscando con desespero el aula donde debería estar mientras sus pies corrían en esas vans rojas que una vez su "Papá Thomas" le compró.

Nunca recuerdo exactamente cuánto me encanta observarla hasta que está frente a mí.

Me pasa desde los 8 años, ya ni siquiera intento disimular.

Es la mejor amiga de mi hermana, está todo el día metida en mi casa, es inevitable.

-He allí, ingresando triunfal, el motivo de que nos sacaran de clases. - Dijo mi moreno mejor amigo, Josh, mientras reíamos por lo bajo.

No nos vio, solo corrió hasta el salón del fondo del pasillo y luego de un corto regaño, entró.

El resto del día pasó ligero, reír, coquetear, lo de siempre, es así. Al ser los chicos más "codiciados" de la escuela, tenemos chicas donde queramos y nosotros no desaprovechamos esa oportunidad.

Nuestro lema es: "La comida no se desperdicia."

A menos que esté mal cocinada, obviamente.

Cuando me acercaba a la salida escuché la voz que me despierta cada mañana del otro lado del lugar.

Alanna.

Ugh.

- ¡Oye! ¡Fantasmita! - Exclamó antes de tomarme del hombro y alcanzarme.

Somos mellizos, pero, al ser la única mujer de la casa, se comporta como una madre.

La amo, aunque no la soporto del todo.

-No es "Fantasmita"- Dije imitando una voz estúpida. - Es "Espectro", ten léxico hermanita. - Golpeé suavemente su cabeza como si estuviera tocando una puerta.

- ¡Como sea! ¿Me llevarías a casa de Sara-Lee? - Dijo ella mirándome con su cara de angelito.

Ya no funciona conmigo.

- ¿Por qué lo haría? tú tienes dos piernas. - Comencé a caminar de nuevo.

- ¡Vamos, hermanito! Los padres de Sara-Lee no pueden venir por ella, y no quiero que se vaya sola caminando. - Ahora sonaba preocupada/chistosa.

Entendí eso.

Aunque Sara-Lee sea una excelente jugadora de voleibol y de esas personas que dicen lo que piensan sin importar qué, no le gusta la agresión y nunca ha lanzado un golpe en su vida, así que tiene razón al preocuparse.

Una caja de sorpresas.

-Está bien, las quiero ahora mismo en mi auto; si tardan cinco, se quedan aquí, porque no te esperaré como esta mañana. - Dije y me subí por fin al auto.

Al poco rato se subió mi hermana en el asiento del acompañante y me pidió que esperáramos a Price.

Vi por el retrovisor con disimulo, con la excusa de que estaba acomodando la gorra en mi cabeza para ver donde estaba. Hablaba con un chico de su grupo, él sonreía coqueto y ella, para variar, con su típica sonrisita tierna.

Giré los ojos.

Al poco tiempo ella subió, y tomó su celular.

-Hola, fea. - Dije cuando subió.

Siempre la he tratado así.

-Hola. - Alzó su vista del celular para dedicarme una sonrisa tierna de esas que sólo ella puede dar.

-Algún día aprenderás a insultar, Caramelito. - Encendí el auto. - No pierdo la fe.

-No quiero parecerme a ti, gracias. - Dijo y luego de una sonora risa por parte de mi hermana, avanzamos en silencio.

Al llegar a su casa, lo primero que logras ver es una enorme bandera arcoíris en la ventana del ático.

Los padres de Sara-Lee, son literalmente, padres. Una pareja Gay, que adoptó a una pequeña niña y la criaron como suya; todo muy lindo.

Honestamente me he llevado muy bien con ambos padres, es como conversar con una persona de mi edad, a pesar de que rodean los 40. Su padre #1, llamado "Thomas Price" es alto, moreno claro de ojos café; por otro lado, su padre #2, se llama "Lee Helton-Yang" es nacido en China y traído aquí desde pequeño, es bajito, ojos rajados, cabello negro y blanco como un muerto; y juntos son "Papá Thomas" y "Papá Lee".

Ella es una consentida. Por eso es tan puto tierna

-Adiós, pequeñas bolas de grasa. - Dije al verlas abrir las puertas del Jeep.

No son gordas en lo absoluto, pero, por algo debo molestarlas.

-Imbécil. - Respondió mi hermana mientras Sara-lee abrió la puerta trasera.

-Estúpida.

-Cara de culo.

-Verruga en el ano.

-No se insulten así, chicos, son hermanos, respétense. - Sonó la voz de la inocencia.

-Adiós, abogada del pueblo.

-Adiós, Caleb, conduce con cuidado. - Dijo y las puertas se cerraron.

No importa cómo la trate, ella nunca me tratará peor.

Seguí mi camino hasta mi casa, donde a juzgar por la hora, se encontraba mi papá.

Al entrar, el susodicho estaba sentado en el sofá de la sala, viendo un partido repetido de fútbol americano, así que me le uní.

Ahí estuvimos hasta tarde, tomando, riendo, conversando y cocinando, aunque seamos terribles para eso.

Mi hermana llegó y yo subí a mi recamara para comenzar a realizar el trabajo con su ayuda.

tomé una cerveza y decidí recostarme a responder algunos mensajes de chicas en mi celular.

Tenía bastantes, pero nunca respondo llamadas o mensajería; se ponen muy intensas luego de acostarnos así que solo las ignoro.

Me gusta mi vida como está.

Me gusto yo ¡Dios mío! ¡Soy fabuloso!

A la m****a Chris Evans, ya le llegó reemplazo.

Con esto en mente, me quedé dormido para terminar soñando que tengo el traje de capitán américa y que lanzaba el escudo a cualquier dirección.

Sin duda, el mejor sueño de todos.

Y sin duda, más sexy el protagonista, o sea, yo.

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