ALASKA Me dejo llevar por el sonido de la música, muevo mi cuerpo en el centro de la pista llamando la atención de los hombres y mujeres que disfrutan de un ambiente más tranquilo que aquellos que se viven en una discoteca. Quise ir al famoso evento, pero no necesito eso, este ambiente es mejor y sin tanta gente a mi alrededor. Puedo beber, bailar, sentirme libre pese a tener ataduras que atormentan mi alma. Las cosas que me dijo andan en mi cabeza todavía y aun no puedo creer que me confesara que me desea, que quiere hacerme suya teniendo ambos la misma fantasía. Más allá de mis miedos, de la vergüenza, de lo complicado qué esto puede llegar a ser, con todos los problemas qué implica, las tristezas qué puede acarrear dejarme llevar. Lo deseo con intensidad y por muy mal visto que esto se vea, quiero caer en tentación aunque una parte de mí, me diga que no. Me mira a los lejos, su mirada me calcina mientras bailo aumentando las inseguridades y el temor a que esto se me salga de
ALASKA Su fuerza me lleva contra la pared de vidrio en lo que besa mi cuello subiéndome el vestido. Me da miedo el control que tiene sobre mi cuando busco su boca para besarlo mientras amasa mis nalgas. Muerde el lóbulo de mi oreja ocasionando que abra los dedos sobre el vidrio a la vez que siento su dureza en mi culo. —¿Estas segura Alaska? —susurra desplazando sus manos de mi cintura a mis tetas —y continuó no voy a detenerme. —No estoy segura, pero tampoco quiero que te detengas. —Nos vamos arrepentir después —lo sé. —Eso lo tenemos claro, pero tu quieres parar. —No, yo quiero devorarte. Me rompe el vestido, es una bestia que me pone a gemir debido a su intensidad cuando va por mi braga la cual rompe volviéndola añicos. Desliza la mano por mi espalda, mientras observó la panorámica que me ofrece estar en el piso 35 de uno de los edificios más emblemáticos de Venecia. La luz de la ciudad se filtra mientras que la que yace en la habitación es tenue, dándole ese toque mí
ALASKA Los besos en el cuello aumentan mientras el glande busca la cavidad de mi sexo. La piel la tengo estremecida como nunca, no sé porque este efecto, pero lo siento a máxima intensidad como si estuviera sosteniendo un cable eléctrico. Con solo la punta siento que me quiero venir a la vez que busco su boca moviendo mi cadera ya que no termina de penetrarme de un todo. Tengo miedo, es demasiado grande y siento que me dolerá, pero al mismo tiempo sé que lo voy a disfrutar por lo que empujó mi cadera tratando de meterme por entero su polla. —Bruno—me quejo, solo juega con mis ganas. —Estas muy húmeda, me gusta que me lo empapes. Recuerdo que no tiene condón, debemos utilizar protección, no podemos ser tan irresponsables en ese tema ya que es algo muy delicado, lo había olvidado por esa esa sensación de calor tan extrema. Sé que parece que no tengo conciencia, pero pese a todo, tengo un poco de cordura andando por mi cabeza. —Usa protección —le ruego cerca de su boca —No, t
ALASKAEl sol matutino se filtra por la ventana. Apenas muevo mi cuerpo siento que un tren ha pasado por encima mío. Me giro con pesadez, registrado dolor en mis piernas, brazos, cintura y entrepierna.Lugares donde Bruno tocó, apretó, mordió, estrujo e hizo de todo. Me giro en la cama quedando boca arriba, después del placer vienen las lamentaciones y arrepentimientos. Estoy en este momento como el ebrio aquel que siente los síntomas agudos de la resaca después de haber bebido toda la noche. La conciencia me pesa más que el dolor en mi anatomía y tengo ganas de llorar al pensar en la persona que acabo de traicionar. Bruno no está en la cama, el sonido de la ducha avisa donde se encuentra y me encojo volviéndome un ovillo con los recuerdos vivos de la noche que pasamos. Gemi, grite, lo disfrute como nunca. Me encantó la forma en la que me hizo suya y lo peor es que por esa parte no me arrepiento, pero es de nada. Quisiera levantarme, salir corriendo de aquí, pero quisiera hablar co
ALASKA Niego con sus palabras, me confunde más de lo que estoy porque si es cierto que me gustó, también ahora me siento la peor cucaracha del mundo. —Bruno, razona. Rodea la mesa llevándome acorralándome. —Basta no te acerques mas—le pido. —¿Cual es el miedo? Doy un paso atrás queriendo que no se acerque mientas su mirada es peligrosa. Me pega a la encimera, acorralándome con su cuerpo. La loción de baño entra aflojandome las piernas y trago grueso con la mirada que me dedica. —Mírame a la cara y dime que no lo gozaste, mírame y dime que no te gustó tanto como a mi. Decirle que no es mentirle, pero tampoco quiero reconocerlo, darle la razón porque lo único que quiere es esa satisfacción. —Bruno eso no tiene nada que ver en... —Tiene mucho que ver—pega su cuerpo al mío, intento apartarlo con mis manos, pero captura mis muñecas quemando mi piel con el mero agarré—me enoja que te niegues a la realidad cuando no podemos hacer nada más, el pecado está cometido así que as
ALASKASoy yo la que llama Abel para disculparme. Debí marcarle antes pero ayer, definitivamente no era yo. O si, ya no se, lo que si es cierto es que ahora me maldigo por dejarme llevar.—Perdóname amor por no llamarte antes —me limpio las lágrimas—lamento preocuparte de esta manera. Intento no sollozar para no llamar su atención y agravar mi situación con el.—Cielo sabes que te amo mucho, no vuelvas hacerme eso, pase una noche de mierda pensando lo peor. —Te amo, te amo mucho de acuerdo.Sonríe, le encanta cuando le digo así y es que necesito decirlo para convencerme. Es a el a quien amo, a quien deseo, es Abel el hombre de mi vida y quien desata mis pasiones.—Yo también, sabes que eres mi vida por ello no hagas cosas que ponen en riesgo tu vida, no sé qué hubiese pasado si Bruno no está a tu lado. Su inocencia me parte el alma. —Sí, fue bueno conmigo—no quiero hablar más de eso—tengo que darme una ducha y volver al trabajo, quiero terminar lo más pronto posible para volver co
ALASKATome el primer vuelo de Venecia a Roma. Mi novio me recibe y camino arrastrando la maleta. Esquivo a las personas tomando la salida donde espera Abel.A veces el mismo universo nos envía señales para enseñarnos que no estamos solos y veamos que pasamos la vida observando otras cosas y no a las personas correctas. Abel es la persona correcta. Es un viaje comercial, no pude dejar de pensar, condenarme por lo sucedido y me siento fatal. Mi novio me espera recostado en el auto y apenas me ve, Sonríe abriéndome los brazos. —Mi amor —Dios mío, me besa apasionadamente. La expresión de alegría por verme me hace sentir más horrible, Consigo seguirle el beso con el pecho cargado, lleno de sentimientos contradictorios porque si bien lo quiero, ya no siento que lo amo como antes. —Te extrañe mi vida —une su cabeza a la mía —¿como te fue? ven para que me cuentes los detalles. Preferiría no hacer eso, pero al subirme al auto le cuento como fue el tema de las grabaciones, y que eso sí me
ALASKA Mi hermana es la primera en recibirme cuando ingresamos a casa. Abel por supuesto me acompaña y abrazo a mi pequeña revoltosa mientras le doy varios besos en el rostro. La amo demasiado, ella es mi vida. —¿Como te fue en Venecia? dime—como desearía que las personas dejaran de preguntarme. Eso lo único que causa es que me atormente más de lo que ya estoy. —Perfectamente mi amor, después hablamos de eso. —No la atosigue con lo mismo Camila—es mama—déjala respirar. Mi hermana saluda Abel que trae una tarta de manzana. Mamá es otra que elegantemente me recibe y me sorprende, no sé qué ha pasado con el tema de la infidelidad de mi padre. Pero se ven que las cosas van mejores después de todo. Tras de infiel y pésima novia, mala hija también. —Tu como siempre de caballero—Mamá abraza a mi novio después de recibir el regalo. —Siempre es un placer cenar con ustedes, sobre todo cuando es usted la que cocina. —Todo lo hice yo—alardea mamá, Abel siempre ha rescatado esa saz