ENCUENTRO 4

ALASKA 

Lo invito a sentarse, además de ofrecerle un poco de café, pero ha rechazado la segunda opción por eso me siento frente a él actuando lo más normal posible. 

Si puedo decirlo, ya que luce realmente muy apuesto, su mirada brilla mucho mas y el cabello tirado hacia atrás resalta mas sus rasgos masculinos.

Mi novio físicamente es muy hermoso, pero, su amigo, Bruno es demasiado atractivo. Su belleza no es de este mundo porque sinceramente fue hecho por la mano divina de Dios.

—Me imagino que, si estás aquí, es porque tienes ya una respuesta sobre la propuesta que te hicimos ayer. 

–La verdad si, quise venir Personalmente a decirles ya que considero que es algo muy importante. 

Alzó una ceja, hablando con sinceridad no pensé que se tomará esto con responsabilidad. La mirada gris logra distraerme por unos segundos, pero me recuero quien es, quien soy y por qué no puedo verlo más que como amigo. 

—Entonces, cuéntame que decisión tomaste. 

Estoy demasiado precoz, pero necesito saber que qué decisión ha tomado para yo tomar las propias. De su respuesta depende muchas cosas y por mi estabilidad emocional, espero acepte.

—Abel, también quiero hablar con él—dice—quiero que escuche lo que tengo por decir.

Es tan serio, mantiene una postura sombría, poco sociable que forma un muro el cual me deja en un solo punto. Es como una muralla, no puedo descifrar su expresión, su mirada es tan fría como su expresión facial.

—No, aún no ha llegado y no creo que lo haga prontamente, tiene reuniones con unos posibles clientes. 

—Entiendo—de acaricia la barba—leí algunas partes de las cláusulas que estipulaste o estipularon—aclara— y no estoy de acuerdo con el porcentaje que piensan darme, de hecho, la única forma en la que yo les daré mi dinero es porque me hago socio de ustedes. 

Me da un zurdazo directo en la boca del estómago, no me esperaba esa propuesta, de hecho, pensaba que podría rechazar nos, pero se me pasó todo por la mente menos, aunque deseaba ser nuestro socio. 

Sin embargo, yo no quiero, no deseo perder mi participación en la empresa. Tampoco me gusta tener un socio y menos a él porque no confió.

—Bueno, realmente no me lo esperaba—lo miro, es atrapante su mirada—yo, quisiera saber porque quieres tener participación en la empresa.

—No tengo porque decirte mis razones personales—me suelta de mala manera y se me incendian las mejillas de la pena—es una decisión que he tomado, y simplemente te estoy diciendo lo que quiero, si les sirve bien y si no, también.

Me avergüenza su manera de hablarme, al mismo tiempo que saca lo peor de mi.

—Sabes que no soy santa Claus para darte lo que quiero, a mi me das razones o si no puedes meterte el dinero por donde te quepa Bruno—bramo—a mi no me hablas como estas acostumbrado a todo el mundo.

Me levanto furiosa bajando el vestido que se me ha subido, el par de acero me repara y aunque siento extraño, rodeo la mesa encaminándome a la puerta que abro para que se largue.

—Por favor salga de mi oficina.

No pienso ceder y mucho menos que me trate como se le da la gana, esta acostumbrado a tratar a las personas a las patadas, a mi no. Me sorprendió, pero no soy una mujer sin carácter que permite que pasen por encima de ella.

Se levanta organizando su traje y observo sus nalgas por un momento reprochándome. No debería de hacer eso, pero son redondas y se marcan bajo la tela de su pantalón.

Me mira cuando se gira y mantengo mi expresión fría.

—Que te ha disgustado—pregunta descolocándome, acercándose a mi lentamente—simplemente acabo de decirte cual es mi postura.

—No me gusta su forma de hablarme y por favor no me tutees, eres amigo de mi novio—no entiendo porque recalco esa palabra—no mío y a mi no me hablas como si amanecieras conmigo.

Me observa cuando digo esa ultima palabra y su mirada me recorre como si se estuviera imaginando algo. Me muerdo el labio, su mirada repara mi gesto y se me desboca el corazón así, de la nada.

Se cruza de brazos estando frente a mí y su aroma llega hasta a mi formando un nudo en la boca de mi estómago. Y esto nunca lo había sentido, juro que no.

—Alaska, no creo haberte hablado de mala gana, lo que veo es que eres una mujer muy consentida y malcriada—me dice y no puedo creer su descaro—y yo no soy tu novio para aguantarte y créeme, que, si amanecieras conmigo, no tendrías ese mal genio.

Se me seca la garganta con sus palabras.

—No me conoces para que asegures eso.

—Tu a mi tampoco y andas abriendo la boca—es un grosero.

—No tienes derecho hablarme así.

—¿Por qué? Si solo te digo lo que pienso.

Me reta y su mirada no se aparta de la mía.

—Ya te lo dije, no me conoces y además soy…

—¿Mujer? —me interrumpe y quiero estrellarle la puerta en la cara—eso de la igualdad de genero no aplica conmigo, el hecho de que seas mujer eso no quiere decir que no pueda decirte las cosas en tu cara, yo no disfrazo mis palabras, a quien tengo que decírselas se las digo, sin fijarme en de quien se trata.

—Vayese.

Me saca la rabia.

—Estas segura, si salgo de aquí no vuelvo y piénsalo bien, que tu empresa no esta para perder el dinero que tengo para darles porque los investigue y no creo que un banco les preste el dinero que necesitan cuando tienen un proceso judicial en marcha.

Me tiene en sus manos, pero yo no quiero tener contacto directo con este hombre.

—Además—agrega—si quieres mi dinero, no solo seré socio, trabajare con ustedes.

—Quieres un puesto aquí con nosotros.

—Pues no se si hablo en un idioma muerto—gruñe—sí, quiero trabajar aquí con ustedes.

—Tengo el puesto de secretaria, no se si estas calificado para ese puesto.

Arruga su entrecejo y mi pequeña broma no le gusta para nada porque da un paso desvaneciendo la distancia que nos separaba y su aroma se potencializa en mi nariz llevándome al final.

—No bromees conmigo Alaska—exhorta—tráteme seriamente que no juego y mas te vale que tomes enserio mis palabras porque no pienso rogar, pedir o insistir cuando son ustedes lo que están necesitados.

Si, lo estamos, no tiene idea lo mucho que necesitamos ese dinero, pero no pienso permitir que quiera hacer lo que se le dé la puta gana. Lo miro a los ojos levantando mi mentón acercando mi rostro al suyo. Mis labios quedan a centímetros de los suyos y quiero besarlo.

—Prefiero mil veces que esta empresa se vaya a la quiebra a permitir que un hombre como tú, sea parte de mi compañía.

Declaro con mi mirada impactar la suya. Ambos al parecer somos de carácter fuerte y yo no pienso ceder.

—Ultima palabra.

—Hasta luego señor Vitale—suelta una sonrisa y no se como interpretar ese gesto.

—Una vez que salga de aquí, no pienso volver—sentencia.

—No se preocupe, si quiere lo guio a la salida de mi empresa.

Recorre mi rostro con media sonrisa y simplemente se da media vuelta alejándose de mi, dejando su aroma masculina en el aire y cierro de un portazo mordiéndome los labios y asumiendo lo que acabo de hacer.

Dios, espero que mis palabras no me pesen despues, porque en algo si tiene razon y es que necesitamos urgentemente ese dinero. Suelto el aire y apoyo mi espalda en la puerta y no se como le voy a explicar a mi novio que me acabo de pelear con su mejor amigo y que ya no tenemos quien nos de el dinero para salvar la empresa

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