Capítulo 113. Exigiendo verdades.

El tiempo pareció detenerse en la habitación. Sergio, paralizado por el descubrimiento, no podía apartar la vista de Alexandre. Las palabras se le atoraban en la garganta, incapaz de procesar lo que veía. Finalmente, el silencio fue roto por su propia voz, un grito de incredulidad que salió casi de manera involuntaria.

—¡Esto no puede ser! —exclamó, su voz ronca resonando en la habitación.

Alexandre, sorprendido por la reacción de Sergio, se levantó lentamente de la cama, sus ojos aún brillantes por las lágrimas. Se acercó con pasos cautelosos hacia donde estaba Sergio, su pequeño cuerpo temblando ligeramente.

La luz de la lámpara que iluminó su rostro no hacía más que aumentar la tensión que se sentía en la habitación. El niño se detuvo a unos pasos de él, mirándolo con una mezcla de confusión y curiosidad.

—¿Por qué te pareces tanto a mí? —preguntó Alexandre, su voz suave, pero directa, como si estuviera tratando de resolver el mismo enigma que ocupaba la mente de Sergio—. ¿Eres mi
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