Dicen los que más historias han escuchado, que cada una de ellas tiene vida propia y que inevitablemente van cambiando conforme se las van contando; aseguran que están estrechamente ligadas a la vivencia de quienes las cuentan, pero los que realmente más saben de historia dicen mucho más todavía. Afirman que, si uno está feliz y contento terminan de esa manera; y que, si uno está triste las historias nunca pueden terminar bien.
Se comenta que es más fácil imaginarnos en lugares comunes y saltando el límite entre el bien y el mal, solo para regresar victoriosos de nuestras proezas; en realidad se comentan demasiadas cosas.
Hay un pequeño detalle: la mayoría de las veces nuestras acciones tienen profundas consecuencias y no siempre se puede volver.
Tal vez si alguien se lo hubiera dicho, hoy todo sería muy diferente, tal vez.
Pocas veces se había generado tanta expectativa como en ese momento. Si bien no había ninguna norma que impidiera el encendido de televisores, en general no se utilizaban, por eso cuando «el jefe» salió despedido como un rayo pidiéndoles a todos que se acercaran para ver las noticias, generó un desconcierto sin precedentes. «Altas fuentes mencionan que las pruebas son contundentes y si bien aún no se conoce el paradero del peligroso magnate, se da por descontado que pasará el resto de sus días en prisión junto a su familia y a sus cómplices. Recordamos que su hija Lila Prescott ya ha sido condenada por homicidio. Reportó para la cadena internacional Newsint, Eleonora» «El jefe» comenzó a cambiar frenéticamente de canal. Una noticia como esa debería permanecer al aire, solo tenía que encontrar la emisora que lo trasmitiera. No tardó en
Ámbar apresuró su paso ignorando todo lo que sucedía en el cuarto que obraba las veces de desayunador. Al no poder hablar de sus vidas personales los temas de conversación no eran demasiados, no necesitaba prestar atención ya que esa rutina la conocía de memoria: cafés recién servidos; Peter, Michael y John hablando de deportes y comentando los resultados de los partidos del día anterior; Agnes y Mary hablando del último episodio de la serie que estuviera de moda; y las críticas al hombre encargado del destino de todos ellos: «el jefe». —Ten cuidado parece que ya sabes quién hoy no está de buen humor —escuchó a Mary cuando le advertía a Peter en voz alta. Solo para que ella escuchara y se hiciera cargo del clima hostil que había generado la semana anterior— para variar, hoy también será un día difícil. La joven nunca se mos
La jornada continuó normalmente. Un par de bromas ligeras para distenderse de la mañana y del entrenamiento físico. Ya había terminado la exigente jornada de actualización en seguridad informática y quedaba derecho internacional e idiomas continentales por la tarde. La unidad especial conocida como «URA» se encontraba en el ala norte de un simple y aburrido edificio de oficinas, moderno pero austero. Completamente aislado del edificio principal, la fachada justa para que nadie pudiera sospechar. Como decían en las clases de metodología en la investigación para novatos: «si quieres esconder algo, déjalo bien a la vista de todo el mundo».&nbs
La brisa otoñal irrumpió suavemente sin pedir permiso en la habitación. Una mezcla de hierbas frescas típica de los Alpes, acompañando el canturreo de los pájaros, habían hecho más ligero el sueño de Lila Prescott. Nada como un buen descanso en sábanas de satén con perfume a nuevo. Nada como un cuarto enorme abarrotado de lujos y objetos sin sentido. Nada como un inmenso guardarropa del tamaño de una casa pequeña, lleno de vestidos y zapatos para usar uno distinto cada día del año. Nada como la falta de amor como para ser desdichado aun teniéndolo todo. La mansión de los Prescott en Balzers tenía cientos de años, pero siempre lucia de estreno. Se podría decir que el castillo de Vaduz quedaba pequeño y opaco si lo comparabas con ella. Sus pisos y escaleras de mármol brillaban más que la nieve y sus paredes, con apliques de oro, hac
No hay un solo paisaje en todo el mundo que se parezca a el salón que recreaba «primavera». Digno de una postal de Alicia en el país de las maravillas. Para ponerlo en pocas palabras y muy claras, un lugar que si hubiera visto la reina de corazones seguramente hubiera mandado a cortar la cabeza de sus jardineros por incompetentes. Así de simple, así era el jardín que había diseñado Robertino para Lila y Andrew. Salvo el centro amplio y generoso, todo era un enorme laberinto, pero muy bien señalizado. No era muy alto, estaba cortado a la altura de la cintura y podían seguirse las líneas de colores hechas por flores de época que marcaban los diferentes puntos de referencia. Los invitados se desplazaban hacia sus mesas mientras los simpá
Era toda una suerte que la boda tuviera tanto interés para los medios. Fuera del predio había una gran cantidad de camionetas de trasmisión y periodistas de espectáculos. El camuflaje perfecto para la unidad de investigaciones de delitos financieros internacionales. Una buena excusa para vestirse como un ciudadano común y corriente, aunque fuese por un día. Claro que más que un alivio era una pesadilla, hasta se necesitó ayuda externa para asesorar a los cuatros asignados al día de la operación «enlace», incluyendo al Capitán Ron Meller. —Esperemos que el muchacho no quiera pasarse de listo —señaló Ron mientras terminaba de tragar un bocado de pizza y señalando con dedo inquisidor a Jeff—. Por su bien que esos bloqueos involuntarios de sonido no sean adrede para tapar conversaciones personales. —Sam nunca haría eso Capitán, ha tra
—Intenta conteniendo la respiración y levantando la mano derecha —Emma se estiraba haciéndose más alta. —Puf, no puedo —dijo Lila. —Lila es un segundo y ya queda, mira así —Emma hizo todo el gesto rápidamente, hasta con la mirada hacia el techo como buscando ganar altura. —Última vez y si no funciona lo dejamos por hoy. La modista miraba a las muchachas y no decía palabra, ya había visto esta escena la semana anterior y la otra y la otra. Hasta el mínimo acto de probarse un vestido de novia era algo mágico para ellas. Le pareció increíble teniendo en cuenta todo lo que le habían dicho sobre Lila. — ¡Sí! ¡Lo lo
Lila se había tomado un respiro y estaba en una fastuosa habitación que se había hecho preparar solo para ella. No quería que nadie la interrumpiera por eso la cerró con llave ni bien paso la puerta. Estaba segura de que no la habían visto escabullirse, por eso le sorprendió escuchar que tocaban la puerta. — ¿Quién es? —preguntó luego del quinto golpe. No había funcionado la táctica de hacerse la que no escuchaba nada. —Soy Robertino —explicó en voz baja el diseñador —Preciso hablarte un momento Lila. La novia abrió la puerta con cara de disgusto, se aseguró que estaban solos y lo hizo pasar cerrando rápidamente la puerta. Permanecieron unos diez minutos juntos allí dentro. Robertino sal