Era toda una suerte que la boda tuviera tanto interés para los medios. Fuera del predio había una gran cantidad de camionetas de trasmisión y periodistas de espectáculos. El camuflaje perfecto para la unidad de investigaciones de delitos financieros internacionales. Una buena excusa para vestirse como un ciudadano común y corriente, aunque fuese por un día. Claro que más que un alivio era una pesadilla, hasta se necesitó ayuda externa para asesorar a los cuatros asignados al día de la operación «enlace», incluyendo al Capitán Ron Meller.
—Esperemos que el muchacho no quiera pasarse de listo —señaló Ron mientras terminaba de tragar un bocado de pizza y señalando con dedo inquisidor a Jeff—. Por su bien que esos bloqueos involuntarios de sonido no sean adrede para tapar conversaciones personales.
—Sam nunca haría eso Capitán, ha tra
—Intenta conteniendo la respiración y levantando la mano derecha —Emma se estiraba haciéndose más alta. —Puf, no puedo —dijo Lila. —Lila es un segundo y ya queda, mira así —Emma hizo todo el gesto rápidamente, hasta con la mirada hacia el techo como buscando ganar altura. —Última vez y si no funciona lo dejamos por hoy. La modista miraba a las muchachas y no decía palabra, ya había visto esta escena la semana anterior y la otra y la otra. Hasta el mínimo acto de probarse un vestido de novia era algo mágico para ellas. Le pareció increíble teniendo en cuenta todo lo que le habían dicho sobre Lila. — ¡Sí! ¡Lo lo
Lila se había tomado un respiro y estaba en una fastuosa habitación que se había hecho preparar solo para ella. No quería que nadie la interrumpiera por eso la cerró con llave ni bien paso la puerta. Estaba segura de que no la habían visto escabullirse, por eso le sorprendió escuchar que tocaban la puerta. — ¿Quién es? —preguntó luego del quinto golpe. No había funcionado la táctica de hacerse la que no escuchaba nada. —Soy Robertino —explicó en voz baja el diseñador —Preciso hablarte un momento Lila. La novia abrió la puerta con cara de disgusto, se aseguró que estaban solos y lo hizo pasar cerrando rápidamente la puerta. Permanecieron unos diez minutos juntos allí dentro. Robertino sal
Lenny estaba trabajando a toda velocidad, clasificaba, encriptaba y sobre todas las cosas, maldecía. De cada dos palabras tres eran inapropiadas. Suena ilógico, pero él lo hacía posible. En líneas generales se podía decir que había sido una buena jornada de trabajo para todos. Mucho material, mucho para procesar y bajar un poco la adrenalina para delinear la mejor estrategia. —Jeff qué opinas ¿lo tenemos? —dijo Ron impaciente por verlos a todos en prisión. —No aún no. Tenemos a un marido infiel, a muchos empresarios en una misma fiesta multitudinaria. Muchos accidentes y casualidades, nada concreto. ¿Qué es lo que tenemos Capitán? Lenny levantó la vista y siguió como si nada, por dentro se juró nunca más salir con esos dos, lo estaban volviendo loco.&n
Emma estaba preparando el desayuno cuando recibió un mensaje de Lila. — Qué extraño. — ¿Qué sucede? —preguntó con curiosidad Sam. —Lila me pide que vaya a buscarla por el aeropuerto, no lo entiendo. —Estamos a tiempo, te llevo —Sam si lo hacía, pero no podía decirle nada a Emma, fingió inocencia y curiosidad. —Al parecer Andrew tomó un vuelo de negocios de último momento a Pekín y regresa sola, prefiere que pase a recogerla yo.A Sam le pareció el viaje más largo de su vida. El silencio era denso y difícil, Emma estaba callada como tumba. Prefirió dejar la música un poco más alta y no decir nada fuera de lugar
— ¿Cuánto hace que está Sam? —Jeff preguntó a uno de los oficiales. —Desde las seis de la mañana, creo. Fue el primero en llegar. Por la cara está sin dormir, solo quiere hablar contigo o con el capitán, no me quiso decir mucho más. —OK, veremos de qué se trata—dijo mientras se dirigía a su oficina. El joven se había levantado de buen humor esa mañana. Le encantaba tener las cosas bajo control y así estaba saliendo el caso Prescott. Solo un selecto grupo en la investigación. No tenía ninguna duda, este sería el caso que necesitaba para impulsar su jefatura. En su cabeza imaginaba las posibles causas para que Sam estuviera temprano y sin previo aviso, se suponía que pasaría to
—Mi nombre es Ángela y estoy aquí para superar la pérdida de mi hijo y su esposa —la mujer se sentó y escuchó los aplausos de sus compañeros. Ya se habían presentado nueve de los integrantes del grupo de autoayuda. Solo quedaba un hombre de aspecto duro y que no era la primera vez que iba. Hasta ese momento, nunca se había decidido a hablar en ninguno de los encuentros anteriores, simplemente se sentaba y escuchaba al resto, sin decir ninguna palabra. Ese día y al cruzar miradas con Ángela tomó coraje, se incorporó y dijo fuerte y claro: —Mi nombre es Ron y estoy aquí para superar la muerte de mi hijo. Fue inmediato el gesto de aprobación de
Lila se había abocado completamente a su empresa «Harmonía». Un proyecto que hacía más de tres años estaba en marcha, solo que se lo guardó en secreto, para que nadie interfiriera antes del lanzamiento, mucho menos su padre. Se había rodeado de los mejores profesionales que pudieran existir, muchos de ellos ex miembros de las empresas de su esposo o la de él mismo. Algunos habían sido maltratados por no adherir a prácticas «desleales», así que contaban con una motivación «extra». Margaret por su parte, había preparado una extraordinaria campaña de promoción y Lila había utilizado muy bien su dinero y conexiones para incentivar a varios políticos en puntos estratégicos del mapa, para apoyar leyes que favorezcan la llegada de su empresa. Así que cuando Emma aceptó, se lanzó la empresa a una escala mundial sin precedentes, en lo que los mercados y el público en general llamaron: «El futuro es hoy». En poc
Jeff seguía sintiéndose muy incómodo con la salida de Sam. Hoy por hoy no podía culparlo, de hecho, él mismo estaba pensando pedirse un pase a otra división o inclusive a otro país, porque no otro continente. Ya estaba un poco hastiado de la burocracia y de la falta de acción contra algunos «peces grandes» tenía ganas de mandarlos a todos al demonio. —Ron tengo que hablar contigo —Jeff le hizo gestos para que se fueran a otro sitio más reservado, últimamente se sentía vigilado hasta en su propia oficina, así que la central no era el mejor lugar para hablar de «ciertos temas». Los dos salieron del recinto y fueron a dar un paseo en el auto de Jeff, no era por diversión, simplemente el joven esperaba que en un lugar alejado y a solas, Ron le explicara porque había reaccionado tan mansamente cuando los hicieron a un lado e