GRIS
Poco a poco despierto, siento el frío helar hasta mis huesos, los escalofríos comienzan a atacar cada una de mis fibras nerviosas y creo que es el dolor el que me hace incorporarme y abrir los ojos al recordar todo, al hacerlo, me encuentro en una especie de habitación, una que tiene un enorme ventanal por el que se filtran los rayos del sol, el sonido de los pájaros me hace fruncir el ceño, de pronto, desciendo la mirada, tengo puestos unos pantalones pijama blancos, lisos, sin nada, una playera del mismo color, pero lo que más me pone en alerta es el hecho de que estoy con las manos esposadas a los tubos de la cama.Entro en pánico y comienzo a intentar soltarme, pero es imposible, la voz no me regresa y el deseo imperioso de ir con mi hijo hace que siga intentando hasta que la puerta se abre y la madre de Hans entra. Apacible, recta, sin nada que le afecte como siempre. Me mira como si fuera la peor de las plagas, la mujer más horroGRIS Las manos me tiemblan, el frío avasalla mi corazón y siento que el alma se me va del cuerpo a cada tanto. A lo lejos escucho a Nathaniel hablando con Raze, Prim trata de consolarme dándome palmaditas en la espalda, pero nada sirve, hace rato que estoy dentro de lo que parece ser la casa de Raze, y con ello vinieron después Nathaniel y Prim. —Gris… Sé que me llama mi mejor amiga, pero es que no puedo ni responder, mi hijo falleció, mi bebé, ni siquiera pude despedirme de él, y ahora no solo Dylan y su familia me habían quitado el derecho con ello, sino, que lo han enterrado sin siquiera avisar dónde. Hace tres horas que no he parado de llorar y el pecho me duele. Pero no me importa. —Griselda —Nathaniel se acerca a mí poniéndose en cuclillas. —Lo siento —susurro entre lágrimas que salen en medio del silencio que me avasalla. —¿Por qué? —me pregunta. Pero no es por él, sino, por mi bebé, Oliver, lo
GRIS Me da dolor de jaqueca, intento convencerme de que no estoy embarazada, porque la vida no puede ser tan injusta como esto, es decir, me quita a un hijo para darme otro del mismo hombre que me ha hecho daño por tanto tiempo, no lo puedo aceptar. Observo con recelo la hora que marca el reloj y sé que Prim está tan enfadada, nerviosa y confundida como yo. —¿Cómo es que pasó? —inquiere con cautela. —No lo sé, fue antes de todo esto, solo pasó y ya, creí que era lo correcto en ese momento, pero resulta que no. —¿Y no se les ocurrió cuidarse? —bufa. —Sí, es solo que… no lo sé. Me pongo de pie y comienzo a caminar de un lado a otro. Nathaniel y Raze nos esperan afuera. Hace cinco minutos que llamaron para saber si todo estaba en orden y Prim tuvo que mentir. —Es increíble, es que esto no puede ser posible —explota. Justo en el momento exacto en el que la ligera y apenas audible alarma de
GRIS Las cosas han cambiado, han pasado siete días desde que me enteré de la muerte de mi hijo, siete días en los que he estado asimilando el hecho de estar embarazada nuevamente, sigo enferma, el cáncer de pulmón avanza lento, pero sigue ahí. Y ahora el doctor me ha dicho que si todo sale bien y me cuido, en nueve meses me podrán hacer un trasplante de pulmón. Eso alargaría mi vida, cosa que hasta hace pocos días atrás me daba igual. Me encuentro dividida, una parte de mí quiere venganza por todo lo que me hicieron, pero por otra… quiero vivir alejada de todos con este bebé que quiere llegar en el momento menos indicado. —Todo listo, hemos revisado su corazón, todo marcha a la perfección, pero hay que hacerte chequeos, en cuanto al pulmón, podríamos intervenir ahora antes de que el embarazo avance pero resulta peligroso, los primeros meses son importantes —me explica mientras Raze y Nathaniel me miran en silencio. No tuve m
HANS DÍAS ATRÁS Observo a mi hijo en ese estado y nunca creí que algo me dañaría tanto como esto, mi primer pensamiento es que yo desearía estar en su lugar, daría todo el dinero del mundo, todo con tal de que él viva, pero eso solo es un sueño, no sirve de nada hacer algo cuando mi hijo está muriendo. Solo puedo estar a su lado. Me maldigo en silencio por no haber estado a su lado en estos tres años, lo que me recuerda que he mandado a investigar sobre el paradero de Griselda, ha desaparecido sin más y pese a los problemas que hemos tenido y de las palabras que he dicho en momentos llenos de rabia, es su madre. Nunca le hubiera quitado a Oliver, supongo que estaba celoso de verla al lado de Nathaniel y luego de su guardaespaldas Raze, mi madre no se ha aparecido pese a que le dije que viniera a despedirse de su nieto, y Ashley se ha ido a Rusia a una nueva pasarela. Dejándome solo con Oliv
GRIS Me quedo estática pensando en cuál va a ser mi siguiente paso, cuando la puerta se abre y es Nathaniel quien entra con el rostro pálido. El primer pensamiento que se me viene a la mente es que quizá Dylan hubiera hecho algo malo, pero cuando noto que su mano izquierda tiembla sobre la manija de la puerta, descarto esa idea. —¿Qué sucede? —pregunto sintiendo como mis latidos aumentan su frecuencia cardiaca. —Dylan… —susurra casi sin aliento—. Acaba de sufrir un accidente, ya viene la ambulancia para llevárselo. No entiendo cómo es que siento dolor en el pecho al saber que está mal, tampoco me ordeno salir corriendo, solo lo hago, escucho que Raze y Prim me gritan, pero en estos momentos se me borra todo, la mente permanece en blanco, mis sentidos nublados y la vista solo en toda la gente que se acumula a
GRIS —Joder, sí que has perdido la cabeza, Gris —me dice Prim a mis espaldas. No le respondo, la verdad es que me quedo mirando mi reflejo por un buen rato, y es que el haberme hecho un cambio de lock en pleno duelo, puede parecer ilógico e irreal, pero no lo es. Así que considero esto mi nuevo inicio, voy a hacerles pagar a todos los que me hicieron daño. —¿Estás segura de esto? Veo la preocupación en los ojos de mi mejor amiga. —Sí. Observo la enorme habitación, tan grande como el hueco en mi pecho, uno que siempre estará ahí. Hace dos días que me he mudado a lo que era la mansión de Alexander, le hice frente al testamento en el cual, según a las palabras de Nathaniel, me ha dejado toda su fortuna, con una cláusula en la que solo se le otorgará la
HANS —¿Estás seguro? —le pregunto. —Sí, ella anunció ante todas las televisoras que es tu esposa legítima —me dice Milo—. Es noticia mundial. Me quedo callado, lo que piense el mundo es lo de menos. Le he hecho tanto daño, el estar a un paso de la muerte, me ha hecho ver las cosas desde otra perspectiva. Perdí a mi hijo, la lastimé, le creí a mi madre y mi padre murió sin que pudiera decirle que pese a todo, lo amaba con todo. —¿Qué piensas hacer? —me pregunta. No respondo, estos días he ordenado mis ideas, Griselda está embarazada de mi, nuevamente, Milo me dijo las intenciones que tiene, estoy seguro que quiere hacerlo para joderme, y está en todo su derecho, por mi culpa murió nuestro hijo, la abandoné sin razón, y
GRIS Entro al auto con el corazón latiendo al mil, los paparazzi están rodeando toda la entrada del hospital y es por ello que el chofer tiene que virar para salir de malas y esquivando todo, del hospital. El ambiente es más tóxico y hostil que se puede respirar, la tensión está en el aire. En el auto vamos, Prim, Nathaniel, Milo, Hans y yo. Ambos sentados a la par con los demás delante de nosotros, nadie quiere hablar y parece que nos evitamos a toda costa, corrección, ellos nos evitan, Milo se mantiene entretenido revisando los documentos que le dieron en el hospital sobre medicamentos, rehabilitación, y cosas por el estilo de Hans, Prim se pasa con las narices metidas en su móvil. La velocidad con la que teclea en él es impresionante. Ladea una sonrisa haciéndome saber que se debe tratar de alguno de sus tantos ligues. Y