Jasper.Soy un hombre de corazonadas, y suelo acertar la mayoría de las veces, es algo que heredé de mi abuelo, era medio brujo. Por eso di la vuelta a la manzana y para cuando me acercaba de nuevo al bar lo vi, a uno de los hombres de Mcland, secuestrando a Victoria.Ni siquiera puedo describiros lo que sentí cuando vi aquello, pero ... una parte de mí sintió como si la que estuviese siendo secuestrada fuese mi hermana pequeña, como si aún estuviese atrapado en el pasado, reviviendo mis demonios una y otra vez.Yo no era un héroe, no quería ser el salvador de nadie, así que... ¿por qué demoni
Victoria.Que un hombre te desnude borracho de placer antes de tener sexo es una cosa normal, pero que te vista con la misma calma, entre besos, queriendo prolongar aquella locura un poco más, era algo que nunca antes había experimentado. Su sonrisa me llenaba el alma, lo bien que me sentía con la delicadeza que ponía en volver a vestirme.- Se supone que nos hemos quitado las ganas... - comencé entre besos, con él sonriendo en mi boca – una sola noche es lo que prometí...- Es imposible que me baste con una sola noche – contestó él – podemos pasarlo bien hasta que estés completamente a sa
Jasper.Volver a la normalidad era lo que necesitaba para dejar de pensar en Victoria Evans. Tener a una prostituta frente a mí succionando mi polla, mientras yo disfrutaba cómo nunca. Mi mente se quedó en blanco y me centré en el placer que aquella acción me proporcionaba, alejando de mi mente eso que no podía tener.Con una buena mamada de mi prostituta favorita y los bolsillos un poco más vacíos salí del burdel, entrando después en el auto. Tenía negocios que hacer con Mcland, y no iban a ser de los agradables.Llegué al taller de aluminio antes de lo previsto, aún estaban comproband
Victoria.Esa noche hacía frío, más del habitual en esa parte del mundo. Era silenciosa, a pesar de que la música estaba a todo volumen, no había muchos borrachos en el local, la juventud bailaba en la pista, mientras las mujeres se desnudaban por dinero en el escenario.Llevaba toda la semana espiando a papá, quizás porque una parte de mí temía lo que él pudiese llegar a hacerle si realmente le traicionaba.No debería estar en aquel antro, llevaba días sin ver a ese hombre que me tentaba sólo con su presencia, y tenía que seguir manteniéndome al margen. Un encuentro con e
Jasper.La maldita mamada de María no funcionó aquella vez, ni siquiera hacer un trío, o darle duro a una rubia muy apretada. No podía dejar de pensar en ella... Victoria Evans me había dejado a medias.Esa mujer era exasperante.¿Cómo se atrevía a provocarme de esa forma, a pedirme exclusividad?Sólo pensar en ello y me hacía gracia. Pero ... joder, porque estaba tentado a darle cualquier cosa con tal de conseguir entrar en su jardín secreto. Podía convertirme en un maldito ángel divino que atravesase las puertas del cielo sólo si con eso conseguía hundirme dentro de ella.No podía perder la cabeza, no cuando había tantas cosas en juego.Sabía que Jacob Mcland estaba obsesionado con esa chica, y él ni siquiera había tenido la oportunidad de probarla... ni siquiera quería ni imaginarme lo que sentiría después de eso.Quería escapar de aquella mierda, ser otra persona. joder. Y nunca en mi puta existencia deseé algo como eso.Tampoco podía seguir haciendo aquello. Su padre iba a cortar
Jasper.No podía quitar los ojos de la acción, no cuando todas esas sensaciones estaban allí, rodeándonos. Dejé escapar un sonoro gemido cuando su lengua inspeccionó el lugar, y casi me corro del gusto cuando fueron sus labios los que se enroscaron en mi contorno.Joder, esa maldita mujer me volvía loco. Mis piernas temblaban, y tuve que sujetarme de nuevo a los apliques de la ducha que tenía sobre mí, mientras ella disfrutaba de esa mamada, gimiendo a cada rato, como jamás una mujer me lo mamó con anterioridad.La habitación pronto se llenó de ese calor, a pesar de hacer frío fu
Victoria.¡Dios Bendito!¿Qué era lo que no podía dejar de hacer con ese hombre peligroso?Tenía que volver a mis sentidos.Él mismo me había reconocido que no iba a dejar de acostarse con otras mujeres y, aun así, allí estaba, abriéndome de piernas para un tipo como él.Tenía que parar de una vez.Pero ... ¿por qué no podía?Ese hombre era como una drog
Jasper.El reguetón sonaba en el despacho a todo volumen, mis sextos sentidos se dispersaban, mientas el alcohol y la heroína que me había metido me hacía efecto.Necesitaba desconectar de aquella mierda, la puta situación de los huevos me sacaba de quicio. La zorra de mi madre con sus malditos chanchullos en Colombia poniéndose en peligro y el juicio por la condicional de papá debía tener toda mi atención. Lo estaba haciendo realmente bien, y mover mis hilos en el exterior iba a servir para algo más que asegurarle una buena estancia en la cárcel.Para colmo Evans estaba a punto de traicionarme, Mcla