En una pequeña posada en el suroeste del barrio Prajna en la ciudad interior, Fane y Benedicto estaban disfrutando de su té tranquilamente. Los ojos de Benedicto se movían rápidamente, observando todo en la posada. Su mirada estaba llena de asombro y curiosidad, como la de un joven inexperto que acababa de llegar a la ciudad.

Después de observarlo durante un rato, Fane no pudo evitar sonreír suavemente y decirle: —¿Qué estás mirando todo el rato? ¿Qué es lo que te parece tan curioso?

Al escuchar eso, Benedicto se quedó sin palabras por un momento y frunció los labios. Se acercó a Fane y le habló en voz baja: —¿Por qué no puedo estar curioso? ¿Cómo puedes mantenerte tan tranquilo? ¿No te parece sorprendente que haya una posada en la ciudad interior, y que el camarero de la posada es un administrador con máscara?

Al llegar a ese punto, Benedicto estaba tan sorprendido que apenas podía articular sus palabras. Fane sacudió ligeramente la cabeza con una expresión de resignación y dijo: —¿Qu