Con esas palabras de Benedicto, se ahorraron problemas. Fane afirmó y continuó absorbiendo la perla del alma, mientras Benedicto disfrutaba tranquilamente de su té, reflexionando sobre las experiencias de esos días. Aunque había presenciado muchas cosas, su verdadera fuerza apenas había aumentado.

Él se especializaba en la alquimia, pero sus habilidades alquímicas eran solo promedio. Aunque había aprendido muchas cosas siguiendo a Fane, su talento era mediocre y había una gran brecha entre él y Fane. Su progreso era muy lento, lo que incluso lo llevó a comenzar a cuestionarse a sí mismo.

Cinco días más tarde, Fane abrió los ojos de nuevo. Para entonces, ya había absorbido todos los tesoros, incluso algunas medicinas preciosas, ¡pero solo había condensado una quinta parte del alma divina!

Fane sacudió la cabeza con cierta lamentación, pero no podía hacer nada al respecto. De hecho, incluso se sintió un poco desanimado al darse cuenta de que cuanto más absorbía, más lento era su progreso