Eric se despertó cuando la puerta de la habitación golpeó la pared con tanta fuerza como para estremecer las ventanas. Subió la sábana hasta su nariz, mirando entre la oscuridad a quien acababa de entrar. Frunció el ceño, quedándose tan quieto como le fue posible, escuchando los gruñidos que el hombre dejaba con cada paso de dió cuando cerró la puerta y se fue directamente hacia el baño de la habitación.
Parpadeó, bajando la sábana, sentándose sobre su trasero mirando la espalda desnuda, al igual que todo el hombre, cuando se metió al cuarto de baño y encendió la luz de ésta. Nuevamente, solo parpadeó, mirando de la puerta hacia el cuarto de baño sin estar seguro de qué estaba pasando. Escuchó la regadera abrirse y un murmullo bajo del hombre.
Entrecerró los ojos y miró hacia el cuarto antes de abrir los ojos como platos y elevar las cejas. ¿Era ese el alfa de la manada? Miró la hora en el reloj sobre la mesita de noche a su lado. Dos de la madrugada. Se frotó los ojos, debatiéndose en si debía salir o encarar al hombre. Una parte de él estaba ansiosa por conocerlo finalmente.
Permaneció de esa manera por un rato, pero todo lo que hacía era mirar hacia el cuarto, escuchando los gruñidos molestos que el hombre dejaba salir. Una vez más, bostezó, y sacudió la cabeza. Volviendo a su posición en la cama, cubriéndose hasta el cuello y cerró los ojos, lentamente siendo seducido por el sueño otra vez cuando el espacio a su lado de hundió. Giró la cabeza hacia él, viendo solo la parte trasera de su cabeza mientras el hombre se aferraba a su almohada y su respiración se oía calmada y paciente, completamente dormido. Inhaló, lenta y suavemente, sintiendo que su corazón comenzaba a latir rápidamente. No era ajeno a él, desde que entró a la habitación había percibido el salvaje aroma que se mantenía flotando en el aire, y se había acostumbrado a él.
Ahora, Ryder, supuso, el alfa de la manada estaba dormido a su lado, al parecer sin notar que Eric también estaba en la misma cama. Y el aroma solo hizo que su ciervo se removiera dentro de sí, queriendo acercarse más al cuerpo que desprendía un increíble nivel de calor. Dudó, deteniéndose cuando había comenzado a moverse más cerca. No lo conocía, y él olía increíble. De hecho, era tan increíble y seductor que su cuerpo había comenzado a reaccionar. También le gustaría ver el rostro del hombre.
Apretó los labios juntos y se giró, dándole la espalda.
Habría más tiempo para hablar con él y hacerle algunas preguntas.
***
Jaden sacudió la cabeza mientras revisaba la nueva entrega de rosas blancas. Eric le dió una rápida mirada y continuó arreglando el ramo que tenía que entregar. "¿Qué está mal?" preguntó tomando un lazo rojo, rodándolo en el tallo.
"Se suponía que serían cien de éstas," dijo, revisando la libreta en sus manos, murmurando para sí mismo. "Pero hay diez extras."
"¿Cuál es el problema?"
"Se hará el sobrecargo por ellas, ya ha pasado. Y no es lindo." El chico se alejó de las rosas y regresó al mostrador, sacando un bolígrafo, luego anotó algo antes de suspirar y esconder la cabeza entre sus brazos. "La jefa se va a enojar."
Frunció el ceño mientras terminaba de regar las flores con un rociador antes de acercarse a él. "¿Y si las vendemos?"
El chico levantó la cabeza, con ojos cansados. "El negocio no es tan bueno. Jamás venderíamos las extras antes que ella venga." Se pasó una mano por el desordenado cabello oscuro antes de suspirar y sonreír tensamente. "Está bien. Trataré con ella después. No es culpa de ninguno de nosotros."
"¿Estás seguro?"
"Sí. Solo sigamos trabajando en los ramos de hoy."
Eso hicieron. Jaden hacía el trabajo en una parte y él se mantuvo en el mostrador continuando con sus ramos, pero no conseguía poner su completa concentración en ello porque sus pensamientos seguían desviándose al terco oso alfa de la manada. Apretó los labios, pensando en qué haría para obtener su atención ahora, dado que no había funcionado en todos los días anteriores.
Miró el reloj una vez más, solo para hacer una mueca y suspirar. Era cerca de las tres ya, así que en teoría ya había terminado su turno, pero no podía simplemente dejarle todo éste trabajo a Jaden. El chico era demasiado bueno, tranquilo y no dejaba ventilar sus problemas con facilidad. Lo último solo le hacía querer pasar más tiempo con él hasta ganar su confianza y poder ayudarle con sus asuntos.
"No tienes que quedarte." Jaden dejó sus tijeras sobre el mostrador y dejó un ramo más sobre éste, limpiándose la nariz con el brazo. "Yo lo entrego, ve a casa."
"No, está bien. Puedo hacerlo." Le regaló una sonrisa. "Te ves cansado, tú deberías ir a casa."
"¿Harías eso?"
"Sí. Le pediré a alguien que pase por mí y entregaré esto de camino."
Jaden asintió con una mirada agradecida y se fue hasta la parte trasera del lugar. Eric sacó su celular y le envió un mensaje a Logan, que era quien siempre pasaba por él. Todavía creía que el chico estaba viendo a alguien y por eso pasaba tanto tiempo por fuera, pero Logan solo dijo: "tal vez sí o tal vez no", lo que no era de ayuda. Le sacaría la información de una u otra manera. No recibió una respuesta, así que solamente se dedicó a poner las rosas que quedaban en los contenedores para refrigeración.
Jaden salió un momento después, hablando por su teléfono. Le dio una sonrisa y le entregó las llaves para cerrar. Murmuró un 'gracias' y salió. Guardó la llave dentro del bolsillo de su pantalón y terminó con las rosas. Tomó el ramo que debía entregar y revisó la dirección.
La puerta se abrió y Jaden asomó la cabeza. "Están buscándote."
"¿No se suponía que te irías?" preguntó, tomando el ramo.
"Mi papá pasará por mí, pero algo lo retrasó." Se encogió de hombros y mantuvo la puerta abierta para él. "Podría entregarlas," dijo señalando el ramo.
Sacudió la cabeza. "Dije que lo haría. Ve y descansa." Lo empujó con suavidad hasta que ambos estuvieron afuera, así pudo cerrar. "Pero te devuelvo esto." Puso la llave sobre su mano y se giró para ver la camioneta de los osos. Un auto más pequeño de color rojo se detuvo detrás. "¿Es tu papá?"
El chico asintió. "Nos vemos después."
Sacudió la cabeza en su dirección y se apresuró a la camioneta. Sus cejas se levantaron en sorpresa cuando vio que era Ryder quien estaba el volante. Y se veía sexy como el infierno con esas gafas oscuras cubriendo sus hermosos ojos verdes. Sonrió y saltó dentro, poniendo el ramo sobre las piernas y cerrando la puerta con suavidad. "Hola, cariño."
Ryder arrancó el auto, sin decir una palabra.
"Oh, vamos, ¿ni siquiera vas a decir hola?" Hizo un puchero, acercando su mano y poniéndola sobre el musculoso muslo.
El oso gruñó, tomando su mano por un breve momento, alejándola de él. "Ponte el cinturón de seguridad." No dejó de mirar hacia la calle cuando habló. Volvió a poner la mano sobre el volante y suspiró. "Hola."
Sonriendo, Eric enganchó la hebilla en su lugar. "¿Puedo saber por qué viniste por mi?" Levantó las manos en el aire. "No me estoy quejando, amaría que lo hicieras todos los días, solo tengo curiosidad."
"Logan tuvo que ir a Wild River a buscar un paquete," respondió. Eric lo miró fijamente y la sexy barba sobre sus mejillas, también el cabello cuidadosamente recortado, a diferencia de la primera vez que lo vio. Ryder miró hacia él antes de regresar la vista al camino. "¿Rosas?"
"Oh, sí." Miró hacia ellas y se sacudió para sacar la tarjeta de su bolsillo. "Tengo que entregarlas. ¿Podemos ir?" Ryder asintió. "Bien, gracias. Es por los apartamentos."
"¿No acabas de salir del trabajo?"
"Sí, es solo que Jaden se veía cansado." Se limpió la garganta y miró por la ventana cuando pasaron por la cafetería local, su estómago gruñó. Tenía tanta hambre. "El chico estudia en línea por las noches y se levanta temprano. No podía solo dejarlo hacerlo."
Ryder no dijo nada más, solo soltó un murmuro suave y siguió conduciendo. Estaba sorprendido, en realidad. El oso nunca hablaba con él, a no ser que fuera necesario. Como esa noche en que Heath estaba apenas recuperándose y le dio una charla entera de los lugares que evitar y no estar solo si podía evitarlo. Después de lo que pasó con el oso, ninguno estaba corriendo el riesgo, y era comprensible.
Con todo el tiempo que había estado alrededor de North Hill, jamás fue más allá del centro, donde estaban los negocios y los locales pequeños. El área de los edificios era completamente nueva. Miró hacia ellos, no más grandes de diez pisos con un raro color blanco y otros más lujosos con ventanas vidrio por completo. Contuvo un gemido, viendo el restaurante del otro lado de la calle. Se veía ridículamente caro, pero era hermoso, con ventanas de color rojo oscuro con el nombre en letras cursivas de color negro, Midnight Pleasure. ¿El lugar ofrecía más que comida o algo?
"¿Hay bares o algo por estilo por aquí?" preguntó, observando los demás lugares. Jesús, esta era un área completamente distinta. ¿Seguían en el mismo pueblo?
"Detrás de los edificios," Ryder murmuró sin emoción. Le dio una mirada al alfa, para ver su mandíbula tensa y labios apretados. "¿Qué edificio?"
"Edificio 5, dejar en recepción," dijo leyendo la nota. Levantó la mirada y buscó el número afuera de los edificios. "Ahí." Señaló uno de aspecto lujoso. Incluso había un hombre en la puerta con traje. Ryder se detuvo en el estacionamiento frontal del edifico. Eric soltó el cinturón y bajó de un salto. "No tardo."
El hombre vestido con traje lo miró sin decir una palabra. "Ah," miró la nota en el ramo. "Tengo un encargo."
"Yo lo entregaré," el hombre extendió la mano solamente.
Eric observó en silencio antes de dejar el ramo sobre la mano de él. Le sonrió tímidamente. "Ahí está el número de piso y habitación."
"De acuerdo." El hombre le dio una plana sonrisa antes de girarse y entrar al edificio.
Encogiéndose de hombros, regresó y saltó a la camioneta. Se puso el cinturón de seguridad y suspiró. Ryder salió despacio y condujo de vuelta. Eric estaba lleno de preguntas, pero tenía dudas de que Ryder contestara alguna. Aun así... Hizo un puchero, girando la cabeza para verlo. Cuando él se detuvo en un semáforo, Eric se estiró sobre el asiento y tomó las gafas oscuras. "¿Qué-?" Ryder lo miró frunciendo el ceño. Sus ojos verdes le robaron el aliento. Eran tan hermosos y expresivos. "¿Podrías devolvérmelos?"
"Si me das un beso," dijo seriamente, rodando las gafas en sus dedos.
El alfa lo miró fijamente antes de apartar la mirada y avanzar cuando la luz cambió. "¿Por qué no-?" Por qué no me quieres, quiso preguntar, pero era demasiado directo. "Han pasado, ¿qué, dos semanas?" Se humedeció los labios, mirándolo. "Es hora."
"¿Hora-?" Ryder se detuvo y suspiró. "Deja de hablar de eso."
"¿No estás en celo?"
El auto se desvió un poco y Ryder maldijo, volviendo su atención a él. "¿De qué hablas? ¿Cómo sabes de eso?"
Se encogió de hombros, poniendo las gafas sobre su nariz, sonriendo de lado. "Solo lo sé." Sintió que, si mencionaba el nombre de Heath, pondría al oso en problemas. "Vamos, responde."
"No. Aún no." El alfa tragó duramente. "No tienes que preocuparte por eso. No estaré para 'atacarte'."
"¿Hablas de tener sexo conmigo?" Bajó las gafas y lo miró sintiendo que sus mejillas se volvían rojas por la excitación. Se removió en el asiento, dejando imágenes comenzar a fluir en su cabeza. "¿Te acoplarías conmigo?"
"Acabo de dec-"
"¿Cuánto falta para eso?"
Ryder solo sacudió la cabeza, dejando escapar un suspiro. Condujo el resto del camino, pero se detuvo en el restaurante local, Frank's. Se bajó del auto también, y lo siguió. Ryder le dio una mirada antes de apretar los labios. "Busca una mesa. Yo iré al mostrador."
Asintió y le dio una nalgada mientras se alejaba a la mesa del fondo. Ryder abrió la boca y se quedó en su lugar, mirándolo sorprendido. Eric le dio una sonrisa inocente mientras se sentaba. El alfa se giró lentamente, todavía con la misma expresión, y se sentó en la silla del mostrador, hablando con el hombre de la caja. Eric suspiró, apoyando la mandíbula en una mano, mirándolo. Una parte de él quería presionar todos los botones del hombre hasta que estallara. Eso sería interesante, verlo descargarse por un momento, dejar de verse tan tenso y duro. Su ciervo estaba completamente de acuerdo, queriendo estar más y más cerca. En lo personal, creía que lo más infantil que Ryder hacía, era compartir la misma habitación, pero dormir en su forma de oso. Eric no creía que fuera a saltar sobre él. No creía...
Lo miró mientras él caminaba de regreso, mirando alrededor. Eric se mordió el labio inferior observando su gran figura moverse con estilo y presencia. Era tan guapo, joder. Ryder se sentó frente a él, pero no lo miró, seguía observando alrededor. Sonrió, empujando su pie por debajo de la mesa, rozando su pierna.
Entonces Ryder lo miró. "¿Qué haces?"
"Nada," dijo, pero empujó de nuevo contra su pierna, bajando hasta su tobillo. Ryder apretó la mandíbula y entrecerró los ojos. "Eres mi pareja," dijo en voz baja. "Sabes lo que es necesitar la cercanía. Solo me pregunto, ¿por qué parece soy el único que quiere eso?"
"Tengo demasiadas cosas por las que preocuparme," Ryder dijo en voz baja, su voz grave, ojos fijos en los suyos.
"¿Puedo saber cuáles son?"
"Es mejor si no." Por un momento, Ryder parecía realmente preocupado por él, como si intentara protegerlo. Se reclinó sobre su silla, ladeando la cabeza hacia él. Eric se sonrojó cuando el rostro de su compañero se vió tan pacífico y tranquilo, no ceños fruncidos, ni mandíbula apretada, solo su sexy rostro completamente sereno. "Hay solo cosas pasando y no necesito que ninguno de ustedes se mezcle con ellas."
Frunció el ceño, deteniendo su pie. "¿No crees que tu manada debería saber?"
"No eres parte de la manada." Ryder volvió a poner su dura expresión. Apartó la mirada y se pasó una mano por el cabello de una manera que no debió verse tan sensual. Ryder expedía mucha energía sexual. Eric suspiró, solo observándolo. "Lo último que necesito es que también te metas en problemas."
Su corazón dio un vuelco. "Sabía que te preocupabas por mí, osito." Subió su pie por su pierna hasta que sintió que tocaba el espacio entre sus piernas. Ryder apretó la mandíbula, mirando por la ventana. Sonrió y se detuvo, se deslizó por el asiento redondo lentamente hasta que estuvo a su lado. Jugó con sus propios dedos por encima de la mesa, tomando pequeñas inhalaciones del aroma dominante del alfa. "No quiero presionarte ni nada, solo quiero esto, ¿sabes?" Levantó la cabeza para mirarlo. Los ojos de Ryder estaban puestos en él intensamente. "No tuve mucho tiempo con mi familia, pero mis padres realmente se amaban el uno al otro y tenían un lazo fuerte. Quiero lo mismo..." Bajó la cabeza.
"Maldición, chico." Ryder gruñó profundamente y lo giró, sosteniéndolo por los hombros, sus ojos fijos en los suyos. "No es... Yo no puedo-" Suspiró y suspiró, quitando la mirada de él, dejando ir sus hombros. "Es más difícil de lo que parece. No te estoy rechazando, ¿sí?" Ryder tensó la mandíbula, dándole una rápida mirada. "Hay cosas sucediendo."
"Um." Eric estaba seguro de que era una bola de fuego. Labios separados, mirando a Ryder conteniendo la respiración. Había sido lo más cerca que habían estado y la primera vez que el alfa realmente lo había tocado de alguna manera. Exhaló y se reclinó en el respalda, pasando una mano sobre su corazón. Tragó. "Bien," graznó, con la voz quebrada.
Apenas notó cuando la comida fue puesta frente a ellos. Ryder no dijo nada más, comenzó a cortar su comida con un cuchillo. Le dio una mirada antes de empujar el plato hacia él. "¿No tenías hambre?"
"Yo jamás lo dije," murmuró, tomando el plato. Ryder tosió en su mano y continuó comiendo. Eric sonrió para mí, tomando su hamburguesa, dándole una mordida. Gimió cuando los sabores explotaron en su boca, incluso su estómago se asentó. "Es realmente buena."
Ryder no dijo nada, pero se removió en su silla y tomó un largo trago de su bebida.
Eric sonrió detrás de su hamburguesa.
Él iba a hacer al gruñón oso caer de una u otra manera.
Ryder se sacudió antes de cambiar a su forma humana. Observó a Eric durmiendo tranquilamente sobre su cama, aferrándose a una de las almohadas, los labios entreabiertos y las cejas profundamente fruncidas, como si estuviera teniendo problemas en su sueño. El pequeño ciervo había comenzado a tomar su ropa del armario sin preguntarle. Como ahora, tenía puesta una de sus camisetas de color azul y solo boxers negros ajustados en sus caderas.Su cuerpo comenzó a reaccionar como cada mañana, así que se dio la vuelta y se metió al cuarto de baño para lavarse. Para su incomodidad, su erección no parecía querer suavizarse aún con el agua fría. Apretó los dientes, gruñendo cuando se tomó en una mano y comenzó a tirar de su pene con lentos golpes. Cada imagen que llevaba su mente era de Eric, sobre su cama, usando su ropa, oliendo como si Ryde
Sacudiéndose, Ryder fue por la silla y la colocó a un lado de la cama. Le picaba la piel y todavía sentía que estaba a punto de prenderse en fuego. Ian entrecerró los ojos hacia él. De seguro lo sabía ya, pero no dijo ni una palabra. "No son cazadores," él dijo, deslizándose hasta que estuvo con la espalda presionada en el cabecero de la cama. Colocó las manos sobre su regazo y miró por la ventana. "Estuve cerca del borde del pueblo, casi en el puente que conecta con Wild River cuando dos panteras me rodearon. No los olí, no pude." Sacudió la cabeza, frunciendo el ceño. "No sé quiénes son, ni siquiera puedo recordar sus rostros, pero me sedaron, con algo muy, muy fuerte." Sus ojos conectaron con los de Ryder. "Los escuché hablar, hablaron del jefe, de los demás. No hablaban con nombres, eran... números.""¿Shifters cazando shifters?"
Eric escuchaba a medias a Dominic mientras éste le contaba sobre el club al que había ido en Wild River. Su cabeza estaba flotando lejos de la conversación, pensando en su compañero. Había estado haciendo eso mucho los últimos días, con la situación del celo y la forma tan reacia en que Ryder seguía empeñado en tratar con ello por sí mismo. Todavía no sabía cómo había dejado que Eric lo masturbara, pero por otro lado, tal vez él estaba demasiado ido en ese momento para contenerse. El único consuelo que al parecer Ryder permitía, era en las noches. El oso lo rodeaba con sus brazos apretadamente, hundiendo la nariz en el hueco entre su cuello y hombro, tomando profundas respiraciones. No se hacía una idea de cómo le ayudaba, pero lo hacía, por un tiempo al menos. Se despertaba cuando Ryder se movía en la cama y rodaba fuera de ella. Luego se encerraba en el cuarto de baño y encendía la regadera por un largo tiempo. Eric no podía entender. "¿Estás escuchando?"
Eric movió su cola siguiendo a la pequeña ardilla hasta que esta se subió a un árbol, mirando hacia abajo a él. Habían estado persiguiéndose la última media hora, molestando juguetonamente, escuchando los gruñidos de Ryder mientras él iba detrás de sí. "No vayas tan rápido," el oso dijo, deteniéndose una vez más. Internamente se rió. Había estado haciéndolo apropósito solo porque Ryder tenía que ir a su ritmo. Giró el círculos y le dio una mirada. Ryder entrecerró los ojos. "Bien. Pero no te alejes tanto."Se dio la vuelta y corrió hacia el claro en donde había llegado hacía una hora atrás. Escuchó el gruñido de Ryder de inmediato. Llegó al claro y cambió, dejándose caer sobre su trasero sobre la hierba. Dios, eso se sintió bien. Había pasado
"¿Dices que no tenía ningún olor?" Ian se frotó la mandíbula mientras caminaba alrededor de la sala, tenía una mirada pensativa y sombría. Ryder sacudió la cabeza cuando el tigre lo miró. "Y tuvo dos cambios." "¿Estás seguro que no eran dos?" Ryder suspiró. "Estoy seguro que era el mismo sujeto." Giró la cabeza en dirección a Michael. "Jamás vi nada así." Asintiendo, Michael se dio la vuelta y salió de la sala. Ryder miró a Ian otra vez. El tigre había recortado su cabello y también se había afeitado, aunque todavía llevaba un pijama encima con una gruesa bata cubriéndolo, pero lucía mejor de lo que había parecido unos días atrás. "Creo que..." Sacudió la cabeza y se giró para verlo a los ojos. "Podría contactar a alguien, pero no estoy seguro que quiera contestar." Entrecerró los ojos. "¿Quién es?" "Un viejo conocido." Apretando los labios, Ian se encogió de hombros, pero Ryder vio que era un poco más que solo un viejo conocido po
"Es un placer conocerte." Robert Norton sonrió ampliamente haciendo que su rostro fuera diez veces más atractivo de lo que ya era. Con la gruesa barba alrededor de su mandíbula afilada y ojos encantadores de color gris, el humano lucía rusticamente guapo. Suponía que estaba a la mitad de sus treintas, tan alto como Ryder, pero con una misteriosa mirada llena de humor. Parecía genuinamente encantado de verlos. "Ha pasado un tiempo desde que Ryder y yo nos vimos, y me sorprendió verlo con su cabello corto.""Han sucedido cosas," dijo, bajando la mirada hacia la mesa donde estaba jugando con una servilleta. La mirada del hombre era un poco intensa. Carraspeó y miró en la dirección donde Ryder esperaba su orden. "¿Cómo se conocieron exactamente?""Ryder vagó mucho después de salir de su hogar," Robert dijo, inclinando la cabeza mientras entrecerraba los ojos, como si intentara
Eric cortó el tallo de las rosas blancas, tiró los pequeños trozos en el cesto de la basura y luego las puso dentro de un largo jarrón de vidrio transparente mientras le daba cortas miradas a Jaden de vez en cuando. El chico había estado más callado que de costumbre, apenas parecía estar consciente del ramo que estaba preparando, por su mirada perdida. Apretó los labios juntos y dejó el jarrón sobre el mostrador antes de girarse hacia él."¿Qué anda mal?" preguntó, poniendo juntando las manos detrás de la espalda.Jaden parpadeó lentamente hacia el ramo antes de voltear la cabeza hacia él. "Lo siento, ¿dijiste algo?""¿Qué sucede? Has estado así todo el día." Se sentó sobre la silla alta de mostrador y puso toda su atención en él.Jaden suspiró antes de dejar el ramo sobre la
No eres un cobarde. Vamos, puedes hacerlo.Theo presionó su espalda contra la parte trasera de una de las casas de la manada. Sentía su corazón latir tan rápido dentro de su pecho que creía que iba a explotar en cualquier instante. Oh, Dios, oh, Dios. Él era un cobarde, ¿a quién intentaba engañar? Nació siendo un alfa, pero no tenía nada de alfa en sí. Vivía dentro de los libros, en fantasías lejanas, olvidando que se suponía que debía tener una manada en algún punto de su larga vida. No era para él. No era su vida.Parpadeó hacia la oscuridad del bosque al que estaba mirando fijamente. No se le hacía más fácil intentar llegar a la casa de su madre. Había siempre guardias afuera de la casa, que su tío envió, para evitar que ella escapara. Pero había creado una pequeña puerta