Hikaru tardó cerca de una semana en seleccionar las cosas que llevaría al apartamento de Daisuke. Sabía que no podía llevar demasiado, ya que tenían que aparentar que él dormía en la sala. Así que sí llevó suficientes libros y cuadernos, además de su laptop; para hacer notar que como buen estudiante universitario, tenía hecho un desastre el espacio en el que habitaba.
Daisuke organizó algunas cosas, y acomodó sus materiales dentro de la habitación, de manera que no les estorbaran. Dejó espacio en el armario y los cajones, para la ropa y enseres personales del chico. Estaba feliz de haber podido conseguirlo sin que su padre se opusiera o quisiera poner más trabas. Estaban acomodándose con agilidad y, el hecho de no recibir visitas muy seguido, les permitía acomodarse a solas, y poder relajarse y divertirse.
Con ambos tomando clases durante
Tal y como habían quedado, Daisuke acompañó a Hikaru hasta la estación de trenes para despedirlos. Para incomodidad de Hikaru, Hayato se había incluido en los planes, y había decidido llevar a su pareja: Shinomiya Natsuki.Ryū había decidido quedarse a acompañar a Daisuke, e ir con él a la dichosa comida de la empresa de su padre. Mayu estaba emocionada por el viaje, ella y Sakura no hacían más que planear todo lo que harían, mientras Shinichirō las miraba inexpresivo, y Yū se integraba a ellas. Ambas chicas abordaron el tren y se sentaron juntas, jalando a Hikaru y Yū para que se sentaran en los asientos de enfrente. Sería un viaje largo, ya que tendrían que transbordar en Okayama, eso hacía que fuera un viaje de cerca de siete horas en total.Daisuke y Ryū asistieron a la reunión y comida que la empresa de su padre ofrecía año con año,
Tras el regreso a Tokio, Daisuke volvió al trabajo en el Mitsu no aka, los fines de semana. Hikaru le había encontrado el lado amable a la situación, ya que Yoshimura Kentarō solía invitarlo a distraerse cuando su amante se iba a trabajar.Después de que Hayato publicara en la prensa local toda la información sobre los múltiples fraudes de Yoshimura Akira, su partido le retiró todo apoyo, y antes que la policía le apresara se suicidó, dejando en su testamento que todos los bienes que sobraran del pago por sus faltas, se dividirían entre sus dos hijos legítimos: Yoshimura Kentarō y Yoshimura Kei. A partir de ahí, Kei se dedicó a presionar a los abogados para que finiquitaran la situación, y pudiera cumplirse la voluntad de su padre, para no tener más que ver con su medio hermano incómodo. Kentarō, por su parte, se había unido a la organizaci&oa
Hikaru permaneció en la casa de Hayato por tres días. Días, en los que casi no hablaba, y comía casi por la fuerza. Estaba apático, sabía que Hayato iba muy en serio; y lo último que buscaría, sería una confrontación con el grupo Higa.Al cuarto día, salió de la habitación, vistiendo sólo su bata de baño. Entró a la cocina, donde Ayako se encontraba revisando la lista de víveres que se enviarían a comprar. La chica le miró conmovida por verle en ese estado.— ¿Puedo comer algo? —dijo el chico casi en su suspiro.—Por supuesto, Satō-sama —le dijo la chica acercando una silla, invitándolo a tomar asiento frente a la mesa.El chico esbozó una ligera sonrisa forzada. Se sentó sobre aquella silla y esperó a que la chica le sirviera. Comió en silencio, con la mirada
Hayato salió de su habitación, pasadas las diez de la mañana, lucía desvelado; y aquella marca sobre su rostro, que la noche anterior era roja, comenzaba a tomar un color más bien morado. Frotaba su mano sobre su mejilla derecha tratando de masajearla y ver si el dolor aminoraba, aunque fuera sólo un poco. Llegó al amplio comedor, y se sentó frente a la enorme mesa de madera tallada, y aguardó a que Ayako le atendiera. Katō se acercó a él luciendo preocupado; eso era extraño, sobre todo viniendo de él. Arqueó una ceja y le miró interrogante.—Satō-sama llegó esta mañana —le anunció—. Lucía bastante perturbado, debo decir. Al principio no sabía qué pensar, pero Shinichirō-sama llamó hace una hora para preguntar si Satō-sama estaba aquí, le escuché aliviado al responderle que así era; y m
Ryū permaneció en el departamento de Daisuke poco más de una semana después que Hikaru volvió a vivir ahí. La convivencia era extraña; de alguna manera el chico se sentía incómodo por la constante presencia del amigo de infancia de su amante, quien sólo estaba ahí para velar por la salud y seguridad del mismo. Daisuke estaba al tanto de que la presencia de Ryū tenía incómodo a Hikaru; él mismo no se sentía con plena libertad de tocarlo y besarlo a sus anchas, pero quería evitarse más conflictos. Conocía a Ryū de sobra, sabía que él mismo regresaría a su apartamento cuando se sintiera más tranquilo; sólo era cuestión de esperar.Hikaru iba y venia de la universidad acompañado por el escolta que Hayato le había puesto; y en muchas ocasiones Shinichirō se sumaba, bajo el pretexto de cuidar del chico.
El último día en Fujisawa y Enoshima recorrieron un poco más de la isla, y por la tarde nadaron en el mar un poco. No querían quemarse demasiado bajo el sol; por lo que se dedicaron a recorrer más lugares bajo techo que al aire libre.Volvieron a Tokio pasadas las seis de la tarde, había sido un viaje que habían disfrutado, y que le confirmaba a Hikaru que su amante quería estar a su lado, y eso le llenaba de felicidad. Sabía que las siguientes semanas se les complicarían por la universidad y las consultas médicas de Daisuke, a las que él no tenía tiempo para acompañarlo, ya que debía presentar exámenes; y, de alguna forma, era volver de a poco a esa rutina que habían podido mantener durante el otoño y parte del invierno.Tenía demasiadas cosas que solucionar, y debía ir haciéndolo antes de que todos sus “problemitas&r
Ryū esperó un par de días para llamar a la madre de Daisuke, y explicarle lo que había sucedido; sabía a la perfección que su amigo no le avisaría a su familia, por temor a que lo juzgaran; tenía que ser claro con la señora, lo último que quería era ver a su amigo herido también por su familia. Se aseguró de hacer llegar las cosas de Hikaru a Higa Hayato junto con Yū, era preciso hacerlo para evitar que el chico tuviera que ir por sus cosas y volvieran a verse las caras.— ¿Estás seguro que sólo con esto basta? —le preguntó Yū.—No hay mucho más que podamos hacer por ahora; sólo estar ahí para Dai —le dijo esbozando una ligera sonrisa—. No podemos armar un pleito donde Daisuke ya pidió distancia.Yū asintió molesto.—Mayu está con él casi todo el tiempo desde ay
Llegó al departamento de Daisuke cerca de las cuatro de la tarde; lucía desaliñado y agotado, pero tenía que habar con el muchacho; tenía que convencerlo de ir a ver a su amigo al hospital, quizás así Hikaru hiciera un esfuerzo extra por reaccionar. Se detuvo un par de minutos frente a la puerta sin decidirse a tocar el timbre, talló su rostro con ambas manos hasta escuchar la voz de una mujer detrás de él.— ¿Se le ofrece algo?—Buenas tardes —saludó realizando una ligera reverencia—; estoy aquí para ver a Hirano-kun —explicó—. Es importante.— ¿Con Daisuke? —Preguntó la mujer sorprendida—, ¿y él no está?—No lo sé, no me he asegurado de ello —admitió nervioso.La mujer se acercó para dar un par de golpesillos sobre la puerta. El m