Sofía se quiso arreglar un poco más para ir a llevar a sus hijos, Estrella e Ismael, al colegio. Eso era un acto normal del día a día, pero esa mañana quería estar más guapa, posiblemente porque Jorge, el que fuera el tutor de su hijo, la iba a ver.
—Mami, que guapa estás —dijo Estrella.
—Gracias hija, muy normalita, princesa.
—No mamá, estás fantástica y no me importaría ser tu novio — intervino Ismael dándola un abrazo.
—Gracias hijos, sois estupendos. Vamos, que llegamos tarde.
Les montó en el coche y partió en dirección al colegio. Llegó un poco antes para hablar con los tutores de sus hijos antes de que empezaran las clases.
Primero fue a hablar con la tutora de Estrella que resultó ser una vieja amiga de hacía tiempo.
—Hola Esmeralda, qué sorpresa, c
Jairo cumplió el encargo de Julio, su jefe, y robó el maletín a Sergio, para llevárselo a él, pero antes se pasó por «La Perla», pues había quedado con su hermano, ya que este le quería informar de una cosa que se había descubierto sobre Julio Fernández. —Hola Ricardo, perdón por la tardanza, pero tenía que hacer un encargo. —dijo Jairo cuando llegó y vio a su hermano. —Hola hermano, espero que no fuera nada ilegal —respondió el oficial Bautista. —Los negocios de Julio son totalmente legales, ¿qué quieres? —contestó Jairo, un tanto enfadado. —No te enfades, solo quiero avisarte que a tu jefe le va a vigilar el CNI y a nosotros nos va a tocar ayudarles. No voy a poder salvarte —dijo Ricardo. —No tengo miedo, estoy totalmente seguro de que no van a encontrar nada. —Bueno, hermano, me voy a trabajar y estás avisado. Jairo se fue a su trabajo para entregar el maletín a su jefe y para informarle de lo que le había dicho su hermano.
Cómo cada mañana, Sofía fue al colegio, para cumplir con su trabajo, pero ese día estaba un poco más nerviosa, pues había quedado a comer con Jorge y también porque ese fin de semana le había dicho que tenía una sorpresa para ella, no sabía por qué, pero le hacía muchísima ilusión. María, al verla irse tan contenta, estaba radiante, pues su hermana siempre había estado para todo y se merecía ser feliz y que alguien la quisiera como se merecía. —Hola niños, traigo esto para vosotros —dijo Pablo dándoles una piruleta a cada uno, pues se los cruzó cuando salían de «La Perla». —Gracias —respondieron Estrella e Ismael, al tiempo. —Hola Pablo, no tenías que haberte molestado —dijo Sofía. —Dentro de poco también serán mis sobrinos — respondió él guiñándola un ojo. —¿Tan en serio vas con mi hermana? —preguntó Sofía. —Sí, no he encontrado nunca una mujer así y me gustaría estar toda la vida con ella. —Me alegro muchísimo. Me ten
Cuando la inspectora Morales llegó para informar a Alicia que habían acabado se la encontró llorando en una esquina. La abrazó y la intentó consolar. —¿Qué te pasa Alicia? —preguntó Vanesa Morales. —En la última escucha he descubierto algo que no me ha gustado nada ni me esperaba— le contestó Alicia. —Cuéntame, si quieres, te escucho. —He descubierto que Julio Fernández es mi padre biológico. —Lo siento. Pero piensa que tu verdadero padre es quién te ha criado y ha estado a tu lado. —Pero me lo tenía que haber dicho. Me habría gustado enterarme por él. —Habla con él, seguramente tenga una explicación para no habértelo dicho. Vete a casa y descansa —dijo la inspectora Morales dándole una palmadita en la espalda. Se dieron un abrazo y se fueron las dos a su casa. Ricardo estaba esperando a Alicia, pero se había quedado dormido en el sofá y cuando oyó que se cerraba la puerta, se despertó sobresaltado. —Hola, cariñ
Sergio Mayoral fue a la consulta del doctor Ocaña para recoger los resultados de sus análisis. Quería saber que le pasaba exactamente. —Hola Sergio, siéntate que ahora estoy contigo —le dijo el doctor. Sergio se sentó y se echó la mano al estómago porque le dolía horrores y se retorcía de dolor. —Te veo con muy mala cara, aunque los análisis no dicen que tengas nada. —Pues me duele muchísimo el estómago y me siento muy cansado — respondió Sergio —Lo único que se me ocurre es que sufras envenenamiento por algún metal pesado, pero los análisis para localizarlos tardarán unos días —dijo el doctor Ocaña. —Será una gripe fuerte, me tomaré un antigripal y ya está, gracias doctor. El médico le recetó un antigripal y le dijo que si no se le pasaba volviera o que fuera a urgencias. Sergio cogió la receta y salió de la consulta. Llamó a su amigo, el del laboratorio, para ver si le podían hacer las pruebas para detectar metales en
Sergio Mayoral se despertó atado y semidesnudo en la cama de aquella habitación. Pensó que estaba solo, por lo que intentó soltarse, pero Silvia Santana salió del baño, donde se había dado una ducha. —No, no, no, chico malo —dijo ella dándole una bofetada y comprobando las ataduras. —No eres mucho mejor que yo — respondió Sergio. —Yo lo hago con un motivo y lo que hiciste a mi hermana lo hiciste por diversión. —Te vas a arrepentir, te lo prometo. —¡Cállate! ¡Te vas a arrepentir tú! —gritó Silvia volviéndole a amordazar. La inspectora Santana se fue a visitar a su hermana al hospital. Cuando llegó vio que estaba despierta, aunque no podía pronunciar palabra alguna, pero por lo menos tenía los ojos abiertos. Ese hecho la descolocó, pues si su hermana estaba despierta no tendría sentido ya matar a Sergio. Sergio estaba pensando como escaparse y se iba a aprovechar del cariño que Silvia le tenía a su hermana Clara. Por otro
Sergio estaba planeando traicionar a Luis e iba a aprovechar su luna de miel para hacerlo. No tenía miedo por ser descubierto por lo que había hecho. —Hermana, esos pendientes, me encantan —le dijo María a Sofía cuando volvió con los niños de la «gymkana» —Me los ha regalado Jorge de una forma bellísima. Los puso como guindas en un trozo de mi pastel favorito —respondió Sofía con una sonrisa de oreja a oreja. —Así que, el fin de fiesta fue mágico —dijo la dueña de «La Perla». —Hubo magia y fuegos artificiales, hermana. —Me alegro de que seas feliz —dijo María dándola un abrazo. —Además es perfecto, pues los niños fueron también muy felices. Las dos hermanas se dieron un fortísimo abrazo y mientras Sofía subió a cambiar a los niños, María siguió con su trabajo. Una vez los niños estaban en la cama, Sofía bajó a ayudar a cerrar a su hermana, pues no le parecía justo no echarle una mano después de que ella, la noche anteri
Tras la amenaza de Sergio, Peláez volvió al despacho y le habló a las claras. Había tomado una decisión muy importante que iba a cambiar su matrimonio, pero debía ser fiel a sus ideales y ser consecuente con el error que había cometido. —¿Puedo hablar contigo, Sergio? —preguntó Peláez. —Por supuesto, pasa — respondió él con una gran sonrisa, pues pensaba que se había salido con la suya. —No sonrías tanto, que no te voy a vender mis acciones. Le he dicho a mi mujer, lo de la peruana. —Veo que no se lo ha tomado muy bien, por tu aspecto. La llamaré por si quiere separarse y quitarte hasta la camisa. Así podré tener tus acciones. —No te saldrás con la tuya, desgraciado. —¿Quién va a impedírmelo? —preguntó Sergio socarronamente —. Déjalo y preocúpate por cómo salvar tu matrimonio, perdedor. Peláez salió del despacho sin decir nada, contaba con que a Alicia se le ocurriera alguna cosa para evitar los planes de Sergio, pues no quería molesta
Sergio Mayoral había quedado con su chantajista para entregarle el coche que le había pedido, aunque su verdadero objetivo no era precisamente entregárselo. Lorena ya había vuelto de la Interpol, por lo que a Alicia le fue más fácil localizar a Sergio, pues ella podría usar la geolocalización de su teléfono, para encontrarle y poder capturarle. La inspectora jefe Morales reunió a Elías, Anastasia, Ricardo y la propia Alicia, para darles las últimas instrucciones para ese operativo, ya que iban a ser ellos los encargados de detenerles. —Hoy vamos a detener a Sergio Mayoral, por el posible asesinato de Silvia Santana y por tenencia ilícita de armas, pues según ha descubierto Lorena García, ha comprado una «Glock 45» en el mercado negro —Dijo la Inspectora Morales. —Pero, si es abogado —dijo Elías despreciando la peligrosidad de Sergio. —No le subestimes, no tiene escrúpulos y va a estar acorralado —intervino Alicia, pues le conocía a la perfecci