CAPITULO XIX EL AYER-Ay Alfonso…que emocionante resulta ver a nuestro hijo en la televisión, y que frustrante no poder abrazarlo –comenzó otra vez a llotrar Maria Luisa di Marinia.-Sí, pero acostúmbrate a verlo de lejos, no regresará a casa nunca, y es culpa de unos padres como nosotros, que no hemos sabido apreciar lo que teníamos en casa.-No seas tan cruel Alfonso, una madre sabe de estas cosas y sé que retornará a casa en cuanto supere el trauma que le causamos con la…-Dilo querida, dilo y te quedarás mejor, EXPULSIÓN. Lo expulsamos de casa sin darle la ocasión de hablar, bueno el dijo lo que tenía que decir pero no le escuchamos…Maria Luisa di Marinia sollozó y se tapó la cara con las manos retirándose.No muy lejos de allí una reacción bien distinta se producía en casa de Ana, que delante del televisor se alegraba por su amigo, siempre preocupado por los demás y que ahora en una situación desahogada veía cumplidos sus sueños de ayuda
CAPITULO XXSERGIO, POR FINSergio llevaba varios días en la casa, y cada vez le resultaba más extraño el nombre que se le daba.”Casa de las Flores de Invierno”- se propuso preguntarle a Eloísa que no había sido tan terrible matrona como el creyera al principio, la razón de aquel nombre que se le antojaba cursi, y sin sentido. Eloísa estaba arreglando unos parterres de flores, hermosas gerveras de colores en la parte trasera del jardín. Cantaba alegre, sabiendo que los chicos a aquellas horas se encontraban en el colegio, y tan solo permanecían en la casa, los que se hallaban enfermos o con algún problema para enfrentar la escuela. Afortunadamente, solo uno recién llegado estaba en aquella situación, el otro era Sergio, que aun dormía con una fuerte gripe, que le retendría en cama otros dos días más. Se sorprendió de verle levantado al volver la vista.-¿Qué haces levantado?. Debería sestar en la cama-le riñó con ternura de madre-anda ven, que me ayudarás a cortar estas malas hierbas
CAPITULO XVIIIEL LIBRO DEL DOLOREn los días que siguieron a la entrevista las ventas se multiplicaron de tal forma que los medios de comunicación se hicieron eco de tal fenómeno que atribuyeron a la mediática Miriam Sóen y su capacidad de convocatoria. En España, se vendieron tres millones de ejemplares, algo que jamás se había dado con aquel género tan difícil de colocar en las librerías. En Europa avanzaba con mayor discreción, a pesar de que ya contaba el libro con un millón y medio de ejemplares en manos de los lectores, que veían que por fin un libro hablaba por boca de quien no puede siquiera gritar. Joan Miralles con el rostro resplandeciente, se felicitaba por su decisión de representar a aquel escritor que a partir de entonces llegaría a donde quisiera. Solo esperaba que no se contentase con lo que había conseguido, y continuase escribiendo otros libros que el colocaría en el mercado con toda seguridad en las mejores editoriales. Tenía ofertas de editoriales en un taco sobr
CAPITULO XXIEL ALMA PERDIDAEn la tierra que le vio nacer a Ramón di Marinia, Marisa Ordea se lazaba sobre su silla de ruedas, con las fuerzas que da el odio a la madre, del que según ella, era el responsable de su terrible desgracia, y anhelaba que su vanidad se restaurase, que no otra cosa, de la que no era capaz de sentir. Su carácter irascible y dominante, contaminaba el ambiente que se enrarecía al llegar ella a la sala de rehabilitación. Su gesto de desprecio por todo aquel que no estuviese en el mismo estrato social que ella, resultaba evidente. La soledad le rodeaba y eso le hacía sentir más la rabia que la mantenía viva. Maria Luisa di Marinia salía pocas veces de su chalet, y tan solo para realizar compras compulsivas, que le distraían de su dolor por un breve espacio de tiempo. Compraba sin saber si le agradaba lo que adquiría, y lloraba cada vez que llegaba a su hogar ahora vacío y sin calor. Había sobrellevado su dura existencia en manos de un marido rígido y fanático re
CAPITULO XXIIEL REFUGIO DE LOS MARGINADOSDesde la ventana de la habitación de Jean Pierre se divisaba la mayor parte de la finca que se extendía a lo lejos tanto como la vista llegaba a ver. Pensaba en si la casa perduraría en el tiempo, y si después de él alguien se detendría a conducir aquella obra de gigantescas proporciones, para llevarla de generación en generación, o si por el contrario se diluiría como un azucarillo en un café y quedaría abandonada para ser vendida posteriormente a quien la habitaría ajeno a su obra. Una música triste sonaba tras él y le embargaba como una tela viscosa que le envolviese con su textura, amarga y dulce a un tiempo. Dejó que su mente vagase por territorios inexplorados que debería escrutar si quería sobrevivir a sus temores y traumas que lo mantenían en tensión. Magdalena que había subido a hablar con él se quedó en el umbral mirando la alta figura que se recortaba como un titán que disuadía a quien deseara causar mal alguno a sus niños. Admiró
CAPITULO XXIIIUN POCO DE ATENCIONEduardo sentía simpatía por aquel hombre extraño, que resultaba en todo diferente a los que él conociera en su corta, pero intensa vida. No le gustaba sentir aquello, y luchaba contra ello pero su cerebro le decía una y otra vez que aquella era su última oportunidad, así que decidió ceder, pero solo un poquito. Bajar al salón no significaría nada en realidad pensó, así que descendió, no los escalones que le separaban de aquel especio físico, sino los que le separaban de una vida distinta. Porque cuando uno toma una decisión, es para cambiar lo que se cree sólidamente afincado en el corazón sin saber que se está destruyendo o creando algo nuevo. Los chicos sin detenerse a pensar demasiado, gritaban y reían alrededor de la mesa, hasta que llegó Eloísa y con una voz que no era precisamente autoritaria, les ordenó callar y el silencio más absoluto se hizo en el salón comedor. En torno a la mesa se fueron sentando para comer, y Eduardo que aun sentía en s
CAPITULO XXIVLA SEGUNDA MUERTECuando Jesús de Montiel se sintió cercano a su final, mandó llamar a Eloísa y ésta le tomó de la mano, ya débil y huesuda, sentada en el borde de la cama, como haría una madre. El la miró con ternura y le sonrió con algo que más era ya una mueca que una sonrisa.-Mi querida Eloísa eres la tercera muerte, de un hombre que alzó de la nada un imperio que no da dinero, sino paz a quien viene a refugiarse entre sus muros…tienes que ser fuerte y pensar de vez en cuando en ti…tendrás cuanto desees porque de la generosidad nace la abundancia y la riqueza pertenece a quien la rechaza…-No deberías hablar demasiado, estás muy débil…-casi lloró al decirlo.-Tú siempre como una madre para todos Eloísa, ¿te he dicho alguna vez que tienes un hermoso nombre?, es muy bello, como tu exterior y como tu interior…ahora has de poner al día los engorrosos papeles que te darán el control de la casa, y te aportarán a ti misma cosas con las que jamás soñaste…En aquellos mome
ENTRE MUJERES El silencio se apoderaba de la casa cuando todos descansaban y era la hora preferida de Eloísa, que se relajaba leyendo, pensando…como otros dos habían hecho antes que ella en aquellas mismas habitaciones. Allí residían sus espíritus, que le ayudarían al pensar en ellos y en como harían las cosas en cada situación delicada por la que pasase. El sueño se fue apoderando de ella y su cerebro viajó a otro tiempo, cuando un día conversó con Jesús, que le contó algunas de las experiencias más tristes de su antecesor Jean Pierre le Monéc. El le contó, que pasados muchos años Ana su amiga de la universidad, llegó un día con noticias que le perturbaron mucho. ¿Cuáles eran éstas? Su padre había fallecido y Ana pensó que quizás querría ir a su funeral, pero se equivocó de nuevo. Era una mañana fría de Diciembre el mes estaba mediado, y todo el mundo celebraba la navidad esa época, en la que se finge ser lo que no se es y se engaña cada cual como puede, pensando que se es mejor cua