La noche había caído sobre la ciudad, envolviéndola en una capa de oscuridad y silencio. En una clínica supuestamente de alta seguridad, la madre de Roberto, conocida por su astucia y determinación, estaba lista para ejecutar su plan de escape. Su mente era una red intrincada de planes y estrategias, cada detalle calculado con precisión milimétrica. Sabía que esta noche era su oportunidad.La clínica era una fortaleza, pero incluso las fortalezas tienen sus debilidades. La mujer había pasado meses observando, estudiando a los guardias y al personal, buscando puntos débiles en la seguridad. Su aliada, una enfermera llamada Flavia, había sido fundamental en este proceso. Marta, una mujer de mediana edad con una historia complicada y un resentimiento hacia la administración de la clínica, había accedido a ayudarla a cambio de una generosa suma de dinero y la promesa de una vida nueva lejos de allí.Esa noche, Marta estaba especialmente nerviosa, pero también decidida. Había pasado los úl
Jazmín se encontraba aún en la sala de espera del hospital, su mente y su corazón atrapados en una espiral de preocupación y agotamiento. Daniel y Santiago intercambiaron una mirada de preocupación antes de acercarse suavemente a ella.— Señora Belmont, por favor, necesita descansar — dijo uno de los médicos de la familia, intentando ser comprensivo pero firme.— ¡No me pueden pedir que me vaya! ¡Es mi esposo! — respondió Jazmín, con lágrimas en los ojos y la voz quebrada por la desesperación.En ese momento, Daniel y Santiago se acercaron a ella, tratando de calmarla. Habían estado allí todo el tiempo, apoyándola y tratando de obtener información sobre el estado de Leandro.— Jazmín, tienes que descansar — dijo Daniel suavemente, colocándole una mano en el hombro —. No podemos hacer nada más aquí por ahora. Te prometo que me quedaré a vigilar todo. Leandro está en buenas manos.Santiago, siempre tan estoico, también intentó convencerla con una voz más calmada.— Jazmín, tu hijo te ne
Santiago despertó de repente al sonido de su teléfono vibrando insistentemente sobre la mesita de noche. La habitación estaba en penumbras, pero los primeros rayos del amanecer comenzaban a filtrarse por las cortinas. Miró a su lado y vio a Jessica, durmiendo plácidamente después de su apasionado reencuentro. No quería despertarla, así que se levantó con cuidado y contestó la llamada mientras comenzaba a vestirse.— ¿Sí? — respondió en voz baja, tratando de no alterar el silencio de la habitación.— Santiago, es urgente. La señora Belmont ha escapado de la clínica psiquiátrica — dijo la voz al otro lado de la línea, llena de tensión.Santiago sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. Recordó de inmediato el pedido de su jefa, Jazmín, quien le había insistido en que se mantuviera vigilante. ¿Acaso ella sabía que esto podría suceder?— ¿Cuándo ocurrió esto? — preguntó, mientras se abotonaba la camisa apresuradamente.— Hace unas horas. La estamos buscando, pero quería que lo su
Jazmín sabía que debía confiar en su intuición y en las personas que la rodeaban. Santiago, Daniel y Jessica eran su apoyo en momentos como este, y debía mantener la calma y la determinación para enfrentar cualquier desafío que se presentara.Finalmente, Santiago regresó a la mansión.— Todo está bajo control, señora. Los niños están en camino — dijo Santiago, tratando de transmitir calma.— Gracias, Santiago. Sé que esto no es fácil, pero confío en ti y en tu capacidad para mantenernos a salvo — dijo, su voz llena de sinceridad.— Haré todo lo que esté en mis manos, señora. No permita que la preocupación la consuma. Estamos aquí para apoyarla — respondió Santiago, con determinación.Jazmín asintió, sintiéndose un poco más tranquila gracias al apoyo de Santiago. Sabía que debía mantenerse fuerte y enfocada para enfrentar los desafíos que se avecinaban.El hombre giró sobre sus talones, pero se detuvo al ver a Jessica parada, por lo que Jazmín al verlos, sonrió, dándoles su espacio.Co
La mañana comenzó como cualquier otra en la vida de Jazmín, pero su mente estaba lejos de la rutina diaria. Su asistente, Marta, la llamó para recordarle sobre su reunión programada para las diez de la mañana.— Buenos días, señora Belmont. Solo quería recordarle su reunión con los inversores a las diez. ¿Cómo se siente hoy? — preguntó Juliet con su habitual tono profesional y amable.— Gracias, Juliet. Estoy bien, solo un poco ocupada con todo lo que está pasando — respondió Jazmín, tratando de mantener la calma en su voz.Mientras tanto, Juliet, quien en realidad era Julieta con un rostro diferente gracias a una cirugía plástica, estaba en su oficina sintiéndose cada vez más frustrada. La ausencia de Jazmín y la poca confianza que le tenía la estaban desquiciando. Se suponía que ella estaría compartiendo en su mesa, pero hasta ahora nada. Esto le impedía saber a detalle los planes de Jazmín, lo cual era crucial para sus propios objetivos.Cuando finalmente Jazmín llegó a la oficina,
— ¡Perfecto! Ahora también creerás que estoy loco — exclamó Erick, frustrado.— No, no lo creo — dijo Jazmín, colocando su mano en su mejilla, pensativa. Luego susurró: — Te creo.Erick la miró perplejo, sin poder procesar del todo sus palabras.— Algo me dice que ella no murió y regresó para vengarse — añadió Jazmín, con una seriedad que solo había visto en los ojos de Leandro.Erick y Don Emiliano intercambiaron miradas preocupadas. La declaración de Jazmín era impactante, pero sabían que ella no decía esas cosas a la ligera.— Jazmín, ¿estás segura de esto? — preguntó Don Emiliano, su voz llena de preocupación.— No tengo pruebas, pero mi intuición me dice que algo no está bien. Juliet ha estado actuando de manera extraña y su parecido con Julieta es innegable — respondió Jazmín, su voz firme —. Y Leandro no confiaba en ella.— Estoy feliz de no ser el único loco — susurró Erick.— Deberían tener guardaespaldas — dijo Jazmín, su tono intimidante, recordando la actitud de Leandro cua
La noche caía lentamente sobre la ciudad mientras una enfermera caminaba hacia la habitación de Leandro para hacer la inspección de rutina. Como de costumbre, se identificó con los guardias apostados en la entrada y recibió una breve aprobación antes de ingresar. Sin embargo, esta vez no sabía que Daniel se encontraba adentro, trabajando y vigilando a su amigo.La mujer entró con paso seguro, pero no vio a nadie en la habitación. Aprovechando la aparente soledad, avanzó rápidamente hacia el suero que mantenía a Leandro con vida. Sacó una jeringa de su bolsillo y, con manos expertas, comenzó a aplicar una sustancia tóxica que mataría a Leandro en cuestión de minutos.En ese momento, la puerta se abrió de golpe y Daniel apareció.— ¡¿Qué está haciendo?! — exclamó, alarmado.La mujer se giró bruscamente, sorprendida, y trató de mantener la compostura.— Cambio de turno — respondió, lo primero que se le cruzó por la mente.Daniel frunció el ceño, claramente desconfiado.— Hace una hora at
Daniel se sentía aliviado mientras la joven enfermera le confesaba que estaba enamorada de su hija. La revelación de la enfermera disipó sus temores, pues, por alguna razón él deseaba conocerla más.— No sabes cuánto me tranquiliza escuchar eso — dijo Daniel, esbozando una sonrisa y sin pensar —. Pensé que había alguien más.— ¿Por qué?— Pues, porque me haría competencia. Es decir… soy un asco para esto, pero, me gustaría invitarte a salir. Un desayuno, almuerzo o cena… lo que sea — dijo demasiado rápido —. Lo siento…Antes de que la enfermera pudiera responder, la puerta de la habitación se abrió de golpe, revelando a una Jazmín con los ojos llorosos. Sin decir una palabra, corrió hacia la cama de Leandro y se arrodilló a su lado, tomando su mano inconsciente entre las suyas.— ¿Qué pasó? ¿Lograron sacarle información? — preguntó desesperada, su voz temblando de angustia.Daniel, quien ya se había puesto de pie, negó con la cabeza, su expresión llena de pesar.— La mujer... se quitó