Mientras todos estaban concentrados en lo ocurrido en la planta baja del hospital, en el piso de arriba una aparente calma se cernía sobre los pasillos. Jazmín, después de haber hablado con la elegante mujer que le había advertido sobre los peligros, se encontraba en la habitación del hospital junto a Leandro y su bebé. El ambiente era tenso, pero al menos estaban juntos y tratando de mantener la serenidad.En otra ala del hospital, la madre de Roberto, una mujer con una mente retorcida y enferma, había estado observando todo desde las sombras. Su obsesión y odio hacia Jazmín la habían llevado a tramar un plan macabro. Esa noche, había decidido que era el momento de actuar. Con sigilo, se acercó a la doctora de turno que atendía a su hija Sofía. Sin previo aviso, la atacó, asfixiándola con una almohada hasta que dejó de moverse. Con una frialdad perturbadora, se vistió con la bata de la doctora y tomó su credencial.Con la apariencia de una profesional médica, la madre de Roberto cami
— Vaya, Leandro, no te ves nada bien — dijo en voz baja, saboreando cada palabra —. Sé que está más allá que aquí y solo vine a ver cómo estabas. Pareces necesitar compañía — manifestó Julieta con una sonrisa siniestra —. El accidente sí que fue un éxito.Mientras tanto, Santiago y Jazmín llegaron a la habitación de Sofía y Juan. Al entrar, encontraron a Sofía llorando en los brazos de su hermano, quien estaba siendo atendido por los enfermeros.— Sofía, Juan... — dijo Jazmín, su voz llena de compasión y preocupación mientras se acercaba a ellos.Sofía levantó la mirada y al ver a Jazmín, se echó a llorar aún más. Juan, por su parte, trató de mantener la compostura, pero el dolor en su brazo y la tensión de la situación eran evidentes.— Estamos aquí para ustedes. Vamos a trasladarlos a un hospital privado con más seguridad. No vamos a permitir que algo así vuelva a ocurrir — dijo Jazmín, tratando de ofrecer consuelo y seguridad —. También a su tío. Estoy harta de estar inseguros.— G
— Déjame al menos sacar a mi hijo de aquí — imploró, con lágrimas comenzando a acumularse en sus ojos —. Él no tiene nada que ver con esto.La expresión de Julieta se suavizó apenas un poco, y durante un momento, pareció considerar la petición. Sin embargo, la rabia pronto volvió a oscurecer sus facciones.— No hay tiempo para eso — dijo con frialdad —. Todo esto tiene que acabar ahora.En ese instante, la puerta de la habitación se abrió abruptamente. Santiago entró, alarmado por las voces, pero al mismo tiempo, debía informarle a Jazmín que ya todo estaba preparado para mañana. La escena que encontró lo dejó congelado por un segundo antes de que su instinto de protección se activara.— ¡Alto! — gritó, sacando su arma y apuntando a Julieta.El caos estalló en un segundo. Julieta giró su arma hacia Santiago, y Jazmín aprovechó el momento de distracción. Con un movimiento rápido, se lanzó hacia Julieta, tratando de desarmarla. Se enzarzaron en una lucha desesperada, el arma se disparó,
Leandro, desde su cama, trató de moverse, pero su cuerpo aún no respondía completamente. Sus ojos, sin embargo, reflejaban una nueva lucidez. La conexión entre él y Jazmín, un lazo que ni siquiera la muerte pudo romper, lo había despertado.Un médico se acercó a Leandro, sorprendido por el milagroso despertar.— Señor, ¿puede oírme? — preguntó con voz firme, tratando de evaluar su estado.Leandro asintió lentamente, sus ojos aún fijos en la figura inmóvil de su esposa en el suelo.— Jazmín — murmuró con esfuerzo, su voz apenas un susurro.El médico intercambió una mirada rápida con sus colegas antes de volver a concentrarse en Leandro.— Lo llevaremos a cuidados intensivos — dijo —. Necesita atención médica urgente.Mientras tanto, otro equipo se ocupaba de Julieta, cuyo cuerpo yacía en el suelo con la marca de la bala que Santiago había disparado. La escena era caótica, llena de dolor y pérdida.Santiago se levantó lentamente, todavía aturdido por los eventos que acababan de desarrol
Leandro estaba sentado en el sillón de la habitación, observando a su esposa Jazmín con detenimiento. Ella estaba perdida en sus pensamientos, su mirada fija en algún punto indeterminado de la pared. Había algo en su expresión que le llamaba la atención, una mezcla de tristeza y determinación que no había visto antes. El silencio en la habitación era casi palpable, roto solo por el suave tic-tac del reloj en la pared.De repente, Jazmín levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Leandro. Con una voz apenas perceptible, le susurró:— ¿Recuerdas que te hablé de que yo había vuelto de la muerte?Leandro asintió lentamente, su corazón comenzando a latir con más fuerza. Había escuchado esas palabras antes, pero siempre las había tomado como una metáfora, una forma de expresar lo difícil que había sido el accidente que casi le cuesta la vida a Jazmín. Pero ahora, viendo la intensidad en sus ojos, comenzó a preguntarse si había algo más detrás de esas palabras.O sea, si la escuch
Santiago, un hombre de confianza y con años de experiencia, asintió con seriedad.— No se preocupe, señor. Haré todo lo necesario para asegurar la mansión.Finalmente, Leandro y Jazmín sabían que necesitaban ayuda. Reunieron a Santiago, su escolta, y a Daniel, el mejor amigo de Leandro, en la sala de estar.— Gracias por venir tan rápido — comenzó Leandro, mirando a sus amigos —. Hay algo muy importante que debemos contarles.Jazmín tomó la mano de Leandro, buscando su apoyo antes de hablar.— Julieta está viva — dijo con firmeza —. Y debemos encontrarla.La reacción de Santiago y Daniel fue de asombro total. Daniel, quien había sido un pilar de apoyo para Leandro durante todos estos años, fue el primero en romper el silencio.— ¿Cómo es posible? Pensábamos que había fallecido…— Santiago, sé que te pedí que te encargues personalmente de esto, pero Julieta es más importante y necesitamos encontrarla — dijo Leandro, miró a su esposa dándole la palabra.— Quisiéramos darle más explicació
El aeropuerto estaba lleno de gente apresurada, cada uno inmerso en sus propios asuntos. Sin embargo, cuando Julieta apareció, la atmósfera pareció cambiar. Con una elegancia impecable, su presencia no pasó desapercibida. Los hombres no podían evitar mirarla, admirando su porte y belleza, mientras que las mujeres la observaban con una mezcla de envidia y admiración. Julieta caminaba con seguridad, consciente del impacto que causaba a su alrededor.Vestida con un traje de diseñador que acentuaba su figura esbelta y con un par de gafas de sol que añadían un toque de misterio, Julieta avanzaba hacia la salida del aeropuerto. Cada paso que daba era una declaración de su determinación y su deseo de venganza.En su mente, solo había un objetivo: Leandro. No era simplemente por venganza, aunque ese era el pretexto que usaba para justificar sus acciones. Era una obsesión, un deseo profundo e incontrolable de poseer al magnate que había elegido a Jazmín en lugar de a ella. El odio que sentía po
Jazmín sonrió y se levantó nuevamente.— Bien, Juliet, sígueme. Te mostraré tu nuevo espacio de trabajo y te presentaré al equipo.Mientras caminaban por los pasillos de la empresa, Julieta no podía evitar observar cada detalle. Cada paso que daba la acercaba más a su objetivo. Aunque la presencia de Leandro y Jazmín juntos la incomodaba, sabía que debía ser paciente. Su plan requería tiempo y precisión.Llegaron a una oficina espaciosa y bien iluminada, justo al lado de la de Jazmín.— Este será tu espacio, Juliet. Si necesitas algo, no dudes en decírmelo. Estoy aquí para ayudarte a adaptarte.Julieta asintió y se sentó en su nueva silla, observando el entorno con aparente satisfacción.— Es perfecto, señora Jazmín. Muchas gracias.Pasaron las siguientes horas presentando a Julieta al equipo y explicándole sus responsabilidades. Jazmín notó que Julieta parecía competente y atenta, pero había algo en su mirada que no podía identificar del todo. Sin embargo, decidió no darle demasiada